Academia de Asesinos - 106
En la mansión de la familia de Don Leopold, Alexander y su grupo son llevados a diferentes habitaciones para que puedan quedarse hasta el día en que deban iniciar las operaciones.
El jefe de la casa, Don Leopold, se acerca a Alex una vez que están en la puerta de lo que será su propia habitación y le ordena bajo los propios mandatos de su hogar:
—Antes de que nos reunamos en mi oficina con los demás aliados que disponemos…aséense y cámbiense de ropa a una más adecuada para que puedan reunirse conmigo. Luego hablaremos sobre la planificación y las ideas que me comentaste hace tiempo. —se retira al haber dicho eso. Sin embargo, antes de desaparecer del pasillo se detiene y voltea brevemente, dejando ver una mirada feroz y que denota asqueo ante la actitud del joven mercenario. —Si vuelves a presentarte así sin preparación en mi hogar, te mataré a ti y a tu gente con mis propias manos ¿comprendes?
—Jajaja, inténtalo ancianos…pero como es tu hogar respetaré las reglas.
—Bien. En una hora quiero que bajes a mi oficina. Tu gente puede ir a cenar o descansar cuanto plazcan.
—Claro, claro, maldito bastardo. —se encuentra molesto.
Alex entra a su habitación y encuentra un traje bastante caro y elegante compuesto por piezas de color negro a excepción de la camisa que es color rojo. Tras ducharse con agua caliente que permite quitarse la tensión y la suciedad de semanas, se prueba la ropa y observa que tal le queda en el espejo. La mueca que hace es de aprobación, aunque prefiere lo informal debido a la movilidad que lo formal. No puede ir contra las reglas establecidas por Leopold, acepta sin vacilar.
Después de colocarse los zapatos oscuros escucha golpeteos en la puerta. Cuando gira la perilla y abre la puerta allí ve a una Baligra sonrojada con un largo vestido carmesí con un corte que va desde mitad del muslo hasta el final en las piernas. Por un instante se pierde ante la belleza de la mercenaria y ella deja escapar un suspiro y su corazón late muy rápido:
—Que…elegante…—dice ella intentando evitarle la mirada.
—Tu…también te ves muy bien. —elogia lo hermosa que se ve.
—Entonces… ¿vas a la reunión? —pregunta Baligra.
—No me tardaré mucho, pero asegúrense de investigar todo lo que puedan y tracen una ruta de escape por si sale todo mal.
—Por su puesto. Tu…cuídate…
—Si. —camina rumbo hacia la oficina.
En la oficina, es recibido por el mayordomo de Leopold y su mano derecha en la familia. A diferencia de cuando los recibió, siente una presión inmensa proveniente de él. Don Leopold abre un mapa y debajo se encuentran planos de un coliseo ubicado en la ciudad central:
—¿Qué es esto? —pregunta Alex.
—Te recomiendo que observes los planos. —dice Leopold.
—…—sus ojos se abren repentinamente. —¡Espera, no puede ser! ¡¿no son los planos de dónde…?!—se sorprende de que son planos muy importantes para la misión.
—Averiguar dónde estaban no fue difícil, conseguirlos eso fue otro tema. Perdí a varios de mis hombres, pedí favores y desaparecí a muchos otros, pero finalmente tenemos los planos del coliseo donde se celebrará el torneo de academias. —explica Leopold. La tensión entre Alex y su mayordomo es tan intensa que suspira agobiado. —Veo que no han sido presentados correctamente. Alexander, él es mi mano derecha y subordinado más confiable. Su nombre es Martiny.
—Es un placer, señor Alexander. —el mayordomo muestra su respeto al joven mercenario.
—Si, claro. Es un placer. —dice en seco.
—Martiny ¿podrías traer a nuestro invitado? —pide Leopold.
—Por supuesto señor, enseguida lo traigo.
Una vez que el mayordomo se retira, Leopold se sirve una copa de vino de muy alta calidad y en simultaneo también hace lo mismo en otro contenedor y se lo ofrece a Alex. El chico rechaza cortésmente haciendo que el líder de una de las facciones en el bajo mundo se sintiera molesto con su actitud, pero lo ve como parte de la personalidad del joven:
—¿Sabes? Yo antes era un asesino. ¿Lo sabias?
—No, no sabía. —responde Alex.
—Era muy talentoso y se esperaba mucho de mí. En cambio, yo era muy vanidoso a medida que mis habilidades estaban por sobre la media.
—…—Alex escucha cuidadosamente. Si quiere entrar en una sociedad con esta gente debe conocerlos a fondo. Lo ve como una oportunidad.
—Solo una persona era superior y eso me llevó a odiarlo. Sin embargo, con el correr del tiempo terminamos siendo muy buenos amigos hasta que…ese bastardo me arrebató a la mujer que más amaba. —se lamenta con dolor en su corazón. —Me vi obligado a abandonar mi formación como asesino cuando me enteré que pretendían casarse. Lastimosamente esa mujer murió hace tiempo por una enfermedad incurable.
—¿Qué tiene que ver con nuestra reunión? —pregunta Alex.
—Verás…
Cuando está por responderle con total sinceridad, la puerta se abre dejando entrar a Tauro como otro de los agentes y socios de la operación. Alex y el enorme sujeto de poco más de dos metros, cabello carmesí, cuerpo excesivamente musculoso y que apenas lleva calzado y pantalón, intercambian miradas intimidantes. Ninguno cede. Tauro, en cambio, empieza a reír a carcajadas y palmea la espalda del joven mercenario mientras repite una y otra vez cuanto le agrada encontrarse a un novato con “esas bolas llenas de agresividad y valentía”:
—Caballeros, tomen asiento que tendremos una reunión bastante larga. —les pide Leopold.
—¿Cómo avanza la planificación? —pregunta Tauro.
—Todo avanza según lo calculado. La orden no se ha percatado de nada. —responde el cabeza de familia.
—Excepto por una cosa…—dice Alex y lo miran todos los presentes. —el maldito grupo de Kaizer.
—¿Kaizer? ¿Quién es Kaizer? —pregunta Tauro.
—¿Por qué su grupo te causa tanta preocupación? —pregunta Leopold.
—No es preocupación lo que tengo sino lo difícil que se vuelve todo cuando esos malditos mocosos están en el lugar. Kaizer, Kamata, Megumi…bastardos siempre están ahí para cagar mis putos planes.
En ese momento, una presión abrumadora y sed de sangre se siente desde el sofá donde está ubicado Tauro. El tipo aprieta los respaldos del sofá con sus manos y sonríe malicioso:
—Repite…repite ese maldito nombre…el de la chiquilla…—exclama en voz áspera.
—¿Megumi? ¿la conoces? —pregunta Alex.
—Cambio de interés. —dice Tauro mientras se levanta del sofá y camina hacia Leopold. —Quiero a la mocosa y a cambio tendrás todos mis recursos.
—¿Qué historia tienes con esa mocosa? —pregunta Alex.
—Por culpa de la bastarda mi facción quedó en la más absoluta ruina. Le haré pagar por todo lo que sufrí. La mataré a golpes no sin antes arruinarle la vagina violándola hasta que desee morir. Maldita puta desgraciada.
Alex permanece callado escuchando las barbaridades de ese vulgar sujeto. Le resulta desagradable lo que dice puesto que no comparte para nada el lastimar a mujeres, pero tratándose de algo personal, no tiene por qué opinar ni ir contra esos deseos brutales:
—Si es lo que quieres hazlo. Nuestro pacto ya lo conoces. —dice Leopold.
—Si, si, tienes todos los recursos de mi facción a tu disposición. Solo quiero a esa maldita perra a cambio. Luego me iré de aquí. —dice Tauro.
—Tu madre ciertamente se habría negado a esto, pero tú eres más inteligente que ella. —lo elogia Leopold, aunque esto cae muy mal en Tauro quien hace un gesto para querer golpearlo. Al ver eso, Martiny lo retiene con sus manos desnudas.
—¿Esta es una sociedad? —pregunta Alex, llevándose la mirada de los tres hombres. —Si pretenden que esto funcione ignoren estas idioteces. Podemos dar el mayor golpe contra la orden de toda la historia y se preocupan por tonterías. —se queja Alex.
—El chico tiene razón. Nos sobran recursos y hombres. Tendrás lo que deseas. —dice Leopold.
—Agradeceré por ello. —responde Tauro. Luego se retira de la oficina con expresión de pocos amigos y dando un fuerte portazo denotando su malhumor y decidido a consumar su venganza.
Martiny sigue sirviendo más vino a Leopold y Alex, siguiendo los pasos del jefe mafioso, también lo bebe:
—Me entusiasma que estés bebiendo conmigo. —dice Leopold.
—No es por placer sino porque me aburren las conversaciones de este estilo.
—Si, y deberías disculpa a Tauro. Ese sujeto…bueno…su facción era una gran rival. Su madre nos tuvo en jaque durante mucho tiempo y aún así disponían de muchos recursos. El asunto es que desde que fueron aniquilados solo queda la venganza para él y si mencionas a esa mocosa… ¿Megumi era su nombre? Bueno, parece que le entusiasma la idea de matarla, aunque tuviera que dar lo poco que le queda en el proceso.
—Suena muy desesperado de su parte.
—¿Enserio lo crees? Pues a mi me parece acertado, considerando que me estoy sacando de encima a un rival y tú, mi joven colega, estarías obteniendo un poderoso aliado que solo, de por sí, es peligroso. —dice Leopold.
—Puede ser. Cuando llegue el momento podremos ver si tus suposiciones son correctas.
—Créeme, niño, mi plan nos llevará a dar este golpe o moriré en el intento.
***PARTE II***
Por la mañana del día siguiente, Kamata y Kaizer vuelven a enfrentarse. No teniendo suficiente con el empate del día anterior, usan todo su poder para definir si están al nivel o no.
A pesar de que Kaizer tiene una leve ventaja, Kamata posee una superioridad técnica y bastante mejor manejo con su arma que él. El espadachín se lanza por el costado derecho con su espada desenvainada con la pura intención de asustarlo y ver si puede desarmar a su rival. Kaizer se anticipa al contacto y mueve a un costado para luego darle un rodillazo en la cara que lo arrastra de pie varios metros.
Olympico no deja de sorprenderse por el nivel mostrado a comparación con el día anterior:
—Es sorprendente. No pasaron ni 24 horas y parece que son varias veces mas fuertes y mejores.
—Estoy igual que su. Sabía que un entrenamiento así los iba a fortalecer, pero esto es demasiado. —responde Hiroshi con ambos ojos abiertos de par en par.
—E-Es verdad, incluso la actitud de los dos es diferente de hace unos meses atrás.
—Mas allá del cambio de actitud, ellos dos están alcanzando un gran nivel. Kamata tiene un talento innato con la espada, hasta podría usar dos si lo quisiera y no supondría un gran desafío para él. Es prácticamente mortal con la katana. —dice Hiroshi, analizando cada detalle del chico mientras combate con Kaizer.
—Por otro lado, Kaizer mejoró mucho su velocidad y reflejos. Además, se nota que su entrenamiento en el club de artes marciales está rindiendo sus frutos. Ya no parece aquel niño tímido y desconfiado de si mismo. Ahora es otra persona. —destaca Olympico.
—Desde lo que pasó con Alex en la academia, se dedicaron día y noche a entrenar sin contenerse. —añade Lucian lleno de orgullo por sus compañeros.
—¿Enserio? Tiene sentido que los note tan cansados. —dice Hiroshi.
Cada golpe que arroja el espadachín es contraatacado con puños de Kaizer. Mientras sonríe, preparan su ataque con el cual pretenden terminar la pelea que ya lleva casi media hora y los tiene agotados:
—Me sorprendes Kaizer. Te enfrentaste a mi y muy bien para mi gusto, pero sigo siendo mejor cuando estoy con mi arma. —dice Kamata con una sonrisa.
—Quizás, pero lograré ganarte. —responde Kaizer, devolviéndole una sonrisa.
—Entonces que así sea ¡que el mejor venza!
—¡Bien dicho mi amigo!
Sin embargo, sus movimientos se vuelven torpes y pesados y antes de querer lanzar su ataque final, caen al suelo bajo sensaciones de electricidad recorriendo por el cuerpo. El agotamiento los deja tirados sin poder moverse a lo que tanto Hiroshi como Olympico reaccionan corriendo hacia ellos para revisarlos y ver que se encuentran bien. Por suerte solo es el exceso de autoexigencia y allí los ven, desmayados con una sonrisa en los rostros.
Los asesinos los alzan entre sus brazos y llevan de regreso para que descansen. Hiroshi se vuelve hacia Lucian y Haiser:
—El entrenamiento se terminó. Por los restantes cuatro días descansan y disfruten de este campamento. Se lo merecen. —les dice con una expresión lleno de orgullo.
—Podríamos ir mas tarde a la base de la montaña a pescar. Dicen que hay un lago lo bastante grande donde muchas personas van a pescar.
—Esa es una gran idea. —dice Hiroshi y mira a un costado donde son observados por Vorex. Sin embargo, no dice nada al comprender que no quiera ser descubierto en tal circunstancia.
Vorex desaparece entre la vegetación de regreso a su hogar.
***PARTE III***
Durante la tarde en la playa, las chicas disfrutan del lugar. Lucy se encuentra tomando sol dejándose llevar por el viento de mar y el relajante sonido de las aguas llegando a la costa. Maia y Rose corren por el agua y se tiran entre ellas, riendo y divirtiéndose. Sin embargo, hay alguien a quien no ha visto desde que llegaron. Le resulta extraño no haber visto a Megumi y eso enciende las alarmas de las chicas. Entonces Lucy pide a Rose y Maia que busquen entre las personas, quizás se haya perdido o esté en la feria que se encuentra en la entrada a la playa.
Lucy tiene una leve sospecha así que se apresura a revisar la zona mas aislada y vacía de la playa junto a las rocas enormes que sirven de muro contra las olas que golpean constantemente. Allí la ve con sus ojos cerrados, meditando sentada con piernas cruzadas y ambos brazos descanso sobre los muslos. Su respiración es tranquila pero lo que sorprende increíblemente es que una capa visible color gris la envuelve, pero también se expande lentamente. El esfuerzo de la chica tiene sus frutos cuando el aura logra extenderse a casi seis metros y repele a insectos y gaviotas que se acercan y aunque dure apenas segundos debido al gasto de energía, es un avance inmejorable. Megumi cae agotada sobre la roca.
Lucy llega junto con Maia y Rose para ayudarla. Mientras las chicas la anima, Lucy observa que donde Megumi estuvo sentada concentrando su poder, hay una grieta en la roca:
—Mejoraste muchísimo Megumi. ¿No te parece que ahora es momento de un descanso merecido? —pregunta Lucy.
—E-Eso creo…—dice exhausta cubierta en sudor y deshidratada.
—Menos mal que traje esto. —dice Rose sacando una botella con agua y se la entrega en su mano.
—Vamos chicas, hoy tengamos una cena y noche de chicas ¿Qué les parece? —propone Lucy.
—Es una excelente idea profesora. —deja escapar Rose emocionada al pensar en disfrutar de deliciosos y refinados platillos y al ver a Megumi con rostro de felicidad y babeándose de tan solo pensar en comer todo lo que pudiera. —Ciertamente Megumi estará bien con eso.
—Me apunto. —dice Maia.
—Entonces vamos chicas. Disfruten de los pocos días que quedan. Está prohibido entrenar así que ya lo saben. —advierte Lucy y sobre todo a Megumi ya que no cumplió con lo de descansar y estuve entrenando de manera peligrosa en un lugar difícil y bajo el sol abrazador.
—Tienes razón profesora, tengo que disfrutar de estos días. —responde la chica con una cálida sonrisa.
—Eres una tonta. —dice Lucy.
Lucy lleva en su espalda a Megumi y junto a Maia y Rose regresan al hotel donde las esperan jugos frutales y bocadillos frescos y dulces además de conversaciones femeninas. Rose habla de como disfrutará peinar a Megumi ya que admira el cabello plateado de la chica y Maia se palpa las mejillas mientras afirma que tendrá una noche de crema en el rostro. Están muy emocionadas por esa noche de solo chicas. Lucy asienta con la cabeza. Mientras tanto, Megumi descansa sobre la espalda de su profesora y murmura entre sueños:
—Ya falta poco…para volverte a ver. Te demostraré que…yo puedo ser tan fuerte…como tú…y…te…protegeré…
—Si, sé que lo lograrás. Él se dará cuenta de ello. —dice Lucy en voz baja para no despertarla.
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