ANIME LIFE - Ino Yamamoto 1
¿Qué chingados es esto? Espera. ¿ANIME LIFE? ¿Izumi hizo esto? ¿Cuándo? Apenas ayer se le ocurrió lo del club. Bueno, a lo mejor lo hizo ayer en la noche. Y de seguro no le llevó más de cinco minutos hacerlo. Pero ¿cómo pudo repartir tantos? Hay uno en cada casillero, y muchísimos pegados en las paredes.
—¡Yamamoto-san! —escucho una voz acercándose. Y ¿quién más puede ser?
—¿Qué quieres? —le pregunto sin siquiera mirarla.
—¡Explícame qué es esto! —la perra de Fujimoto arranca algo de la pared y me lo pone frente a la cara. Es uno de los volantes de Izumi.
—Bueno, eso es un volante. ¿Nunca habías visto uno?
—¡¿Crees que esto es un chiste?! ¡¿Acaso no sabes que no pueden repartir ni pegar volantes sin autorización?!
—Y ¿quién te dijo que yo los pegué?
—Son del ANIME LIFE ese, y tú eres parte de él.
—¿Cómo puedo ser parte de un club que aún no existe, según tú? —me vuelvo hacia ella para ver qué tan enojada está.
Sí. Está bastante enojada.
Qué bueno.
—Como sea. ¡Tu nombre está en los volantes, así que tú también eres responsable! —me grita.
—Oye, oye, no tienes que andar gritando. No seas una molestia a los demás —digo las mismas palabras que una perra dijo hace poco.
Y ella lo sabe.
—¡QUÍTATE! —eso es lo único que se le ocurre gritar a la perra y se va. Gracias, perra. Cuando quieras podemos platicar; al cabo, ya sabes dónde encontrarme, y si no, solo checa los volantes, están por todos lados. En fin, de seguro va a buscar a Izumi y de seguro la va a encontrar en nuestro salón y, fíjate qué coincidencia, yo también tengo que ir ahí, entonces creo que tendré que seguirla.
Esa perra va arrancando todos los volantes que ve, y hay muchísimos más por toda la escuela.
Quién diría que Izumi pudiera hacer algo así.
Aunque es una lástima que se esfuerce tanto por una estupidez.
Bueno, casi todo en esta vida son estupideces, así que está bien, supongo.
Y mínimo no nos dijo a Sotoka-chan ni a mí que la ayudáramos.
Como sea, vamos a ver cuántos volantes arranca la perra de Fujimoto antes de llegar al salón.
1…
2…
3…
Etcétera…
37…
¡38! El último está pegado en la puerta.
—¿Qué demonios? —pregunta esa perra, y yo me acerco para ver qué pasa.
¡39! El último, último volante está envolviendo la perilla de la puerta. De seguro Izumi lo puso ahí para que todos los que entraran lo vieran sí o sí, y eso es medio inteligente, de hecho.
Al parecer Izumi puede ser un poco lista de vez en cuando.
—¡¿NATSUMURA-SAN, QUÉ SIGNIFICA ESTO?!
¿Qué?, ¿qué?, ¿qué? ¿Qué pasó? Déjame ver, déjame ver.
Esa perra ya está dentro del salón, así que entro y:
¡¿QUÉ?!
Me llevo las manos a la boca y me empiezo a reír lo más fuerte que puedo; hay volantes por todos lados. Hasta en el pizarrón. Hay muchísimos en el pizarrón. Hay tantos que ni siquiera se ve. No sé cómo pudo pegar tantos ahí. No, espera, hay un montón de volantes en el suelo, y espera, ¡¿qué?! ¡¿También pegó volantes en todos los pupitres?!
Sí, sí lo hizo. Hasta en mi pupitre hay un montón pegados. Bueno, voy hacia él y los quito. ¿Por qué los pegó ahí? Yo ya me uní a su club, o ¿es que no sabe dónde me siento? Porque es justo a su lado.
No se ha dado cuenta, ¿verdad?
No, lo más seguro es que no.
Ay, Izumi, todo tu jueguito este de los volantes me hizo el día. De verdad. Solo por esto no me voy a burlar de tus dibujos tan horribles, digo ¿a quién se le ocurre dibujar un solecito feliz, y eres tú la mona de arriba? ¿Y esas son orejas de gato o tu pelo despeinado? Aunque el gatito está lindo, pero apenas se alcanza a ver, y—
—¡NATSUMURA-SAN! ¡NATSUMURA-SAN, YA DESPIÉRTATE! —la perra de Fujimoto ahora está frente al pupitre de al lado sacudiendo a Izumi; su cabello tan largo como despeinado la delata. Me acerco a esa perra, y de verdad me encantaría tomarla de los hombros y sacudirla para que vea lo que se siente, pero de verdad quiero saber qué tiene que decir Izumi sobre sus volantes.
Así que por ahora dejaré a la perra de Fujimoto en paz.
—¡NATSUMURA-SAN! —la perra le da un manotazo al pupitre de Izumi, e Izumi abre los ojos y apenas y mueve la cabeza hacia ella.
—Presidenta-san —dice y se vuelve a dormir.
—¡NATSUMURA-SAN! —la perra vuelve a sacudirla, e Izumi vuelve a despertarse.
—¿Qué? ¿Qué?
—¿QUÉ ES ESTO? —la perra le restriega uno de los volantes en la cara, e Izumi se lo quita y lo mira por un momento.
—Ah, son mis volantes. ¿Qué tienen? ¿Te quieres unir al club?
Vaya, Izumi, no sé si eres muy tonta o muy optimista.
Pero no te apures, ahorita el consejo estudiantil te va a quitar todo ese optimismo.
Es lo único que saben hacer.
—¡¿QUIÉN TE DIO AUTORIZACIÓN PARA PEGARLOS POR TODA LA ESCUELA?! ¡QUÍTALOS!
—Pero me faltan todos estos —Izumi levanta la cabeza, y debajo de ella hay un montón de volantes que estuvo usando como almohada.
Aunque ya están todos babeados. ¡Guácala!
—¡NO! ¡YA NO VAS A PEGAR MÁS, Y QUITA TODOS LOS QUE PEGASTE!
—Ok, los quito hasta que tengamos a los otros miembros.
Me río.
—Sí, creamos el club, quitamos los volantes. Todos contentos.
—¡TU CÁLLATE, YAMAMOTO-SAN! ¡VAN A QUITAR TODOS ESOS VOLANTES HOY MISMO! ¡ES MÁS: LEVÁNTENSE!
—Tengo sueño —dice y bosteza Izumi.
—¡LEVÁNTATE! —le grita a Izumi y, como ya no me gritó a mí, no me levanto.
Aunque no me iba a levantar, de todas formas.
—¡TENGO SUEÑO! —
La perra suelta a Izumi y se aleja de ella. Parece que la gran presidenta le teme a una niña gritona y despeinada.
Aunque una Izumi enojada si se ve muy intimidante, la verdad.
—Si quieres yo los quito, Fujimoto-san. Disculpa las molestias —dice Sotoka-chan, y no tengo que volverme para saber que es ella (digo, ¿quién más se disculparía por algo que no hizo?)
Pero ¿cuándo llegó?
Bueno, tenía que llegar en algún momento; ya van a empezar las clases, y Sotoka-san nunca falta.
Es la estudiante perfecta.
Demasiado perfecta, si me lo preguntas.
—Sí, Hamano-san. Te lo pido por favor —la perra de Fujimoto hace una reverencia y se vuelve hacia Izumi—. ¡Y tú ya no grites, Natsumura-san! —y se va.
Sotoka-chan entonces va hacia el pizarrón y empieza a quitar volantes de uno por uno.
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A ese paso no va a acabar nunca.
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Yo le ayudaría pero no quiero, así que me levanto y sacudo a Izumi del hombro.
—Oye, ayúdale a Sotoka-chan a limpiar tu cochinero.
—Tengo sueño —lo dice tan bajo que apenas alcanzo a oírla.
—Sotoka-chan no va a alcanzar a quitarlos todos antes de que llegue Horinomi-sensei. La van a regañar por tu culpa, y si la regañan se va a enojar contigo y ya nunca te va a abrazar.
Izumi se levanta de su pupitre.
—Nooooooooo —dice con un bostezo, y camina lentamente hacia las paredes.
Toma un volante de la pared, lo arranca, bosteza.
Y regresa a su escritorio.
Vaya, si no ayudó a Sotoka-chan es que de verdad está cansada. Y considerando todo el desorden que hizo con los volantes, era de esperarse—digo, ¿quién demonios hace tanto por un club que a lo mejor nunca se vuelve oficial?
Ella de verdad se esfuerza, ¿verdad?
Eso es… bueno, o eso creo.
¿Sabes qué? Quizá Izumi no es la idiota molesta y rara que siempre pensé que era.
Quizá sea más que eso.
—Buenos días, chicos —Horinomi-sensei abre la puerta y—: ¿qué es todo esto?
—Disculpe, sensei —dice Sotoka-chan—, es mi culpa —miente Sotoka-chan—. En un momento los quito todos —promete Sotoka-chan.
Y ella comienza a arrancar volantes lo más rápido que puede. Lo bueno es que ya no hay tantos; muchos compañeros ya nos hicieron el favor de arrancar los volantes de sus escritorios y tirarlos a la basura.
Pero aun así le quedan muchos.
Pobre, pobre Sotoka-chan. Al parecer vas a tener que quitarlos tú sola.
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Sin que nadie te ayude.
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Bueno, ¿qué ya no hay caballeros aquí, o qué?
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Ok, ok, yo te ayudo, pues.
Arranco unos cuantos volantes de las paredes y:
—Mejor quítenlos después de clase —dice Horinomi-sensei, y gracias, ya me estaba cansando de eso—. Ya vamos a empezar.
Sotoka-chan y yo nos sentamos, y la clase comienza. Es tan aburrida e irrelevante como siempre.
Hasta ahora:
—Natsumura, dinos cuánto es —Horinomi-sensei suspira, se acerca al pupitre de Izumi y:
—Natsumura-san, despierta —dice, y sacude el hombro de Izumi. Ella sigue recostada en su pupitre, pero levanta la cabeza poco a poco. Tiene uno de sus volantes pegado en la mejilla.
—Tengo sueño.
—Sí, pero ya sabes que aquí no se viene a dormir. Si tienes tanto sueño, mejor quédate en tu casa.
—No; ahí no duermo.
—¿Por qué no? ¿Tienes problemas para dormir?
—Porque ahí hay mucho manga y anime.
Bueno, eso no debería ser sorpresa para nadie: ES IZUMI, LA MÁS RARA DE LA ESCUELA. Si alguien se pasaría toda la noche viendo anime y leyendo manga sería ella.
—Y porque no tengo cama.
—¡¿QUÉ?! ¡¿POR QUÉ NO TIENES UNA?! —¿lo dije o lo pensé?
—La vendí.
—¿Por qué? Y ¿a quién se la vendiste? —¿por qué sigo hablando?
—No sé, a unos tipos. Dejé un montón de volantes en varios edificios de departamentos.
—¿Volantes como este? —le mostré uno de los volantes que ella pegó en mi pupitre, y que yo voy a conservar por el resto de mi vida (esos dibujos tan feos me alegrarán los días malos).
—Más o menos. Sí. En esos creo que dibujé un caballo, pero no me quedó tan bien.
Entonces, ¿eso significa que estos dibujos te quedaron bien?
—Y ¿sirvieron? ¿Cómo?
—Sí, los volantes siempre funcionan. Y estos tipos fueron muy amables; hasta fueron a mi casa y se llevaron la cama.
—A ver si entendí: dejaste volantes con tu número y dirección en un montón de lugares, y después unos desconocidos te llamaron y fueron a tu casa, y tú los dejaste entrar.
Ignoren lo que dije antes: Izumi solo es idiota.
—Oh —Izumi me mira como si apenas se diera cuenta de su idiotez.
—Ey, chicas —ah, sí, Honimori-sensei sigue aquí—, ya guarden silencio, y Matsumura-san, ya no te duermas en clase.
—No prometo nada —dice Izumi, pero Horinomi-sensei hace como que no la escucha, regresa a su escritorio, la clase continúa, y es tan aburrida e irrelevante como hace 5 minutos.
Ino se calla y nos mira asustada.
No, creo que mira algo detrás de nosotras.
Ah, sí, hay unos chicos en el salón que nos están viendo raro, y ¿estaban jugando ajedrez?
—Hey, ¿qué hacen? No saben que es de mala educación oír conversaciones ajenas.
—Vámonos, vámonos, vámonos —Ino nos toma a mí y a Sotoka-chan de la manga y nos trata de jalar hacia la puerta, pero como es tan pequeña y débil y tonta no puede.
Ja, no me voy a mover de aquí solo para verla sufrir. XD
—Oh, perdón. Ya nos vamos —Sotoka-chan hace varias reverencias y se va a la puerta.
Pero Sotoka-chan tiene razón: nos metimos sin permiso y hay que dejarlos jugar ajedrez o lo que sea.
Y solo por eso sigo a Sotoka-chan.
—No, no, no, espera —dice uno de ellos y se levanta—. Si estás buscando un club puedes unirte a este.
—No, no, vámonos, vámonos, vámonos —Ino ya abrió la puerta. Vaya, sí que está desesperada.
Eso es lo que pasa por burlarte de mí. Bueno, el caso es que ya nos vamos porque:
—No me gusta el ajedrez —les digo.
—De seguro eres muy lista —dice alguien más, y casi todos los del club se acerca a mí.
—Más o menos, pero no me gusta el aje—
Ellos me pasan de largo.
—No, yo no soy lista, solo lo parezco por los lentes. Pero gracias. Aun así ya nos vamos —dice Sotoka-chan, y los del club la están rodeando.
—Vámonos —Ino susurra y jala a Sotoka-chan de la manga.
—Sí has de ser muy lista. ¿Has jugado ajedrez antes? —pregunta uno de ellos, y si Sotoka-chan dijo que nos vamos es porque no quiere estar con ustedes.
Dios, ¿por qué no captan la indirecta?
—Si no sabes jugar, te enseñamos —dice otro tipo, y ya entendí: quieren quedarse con mi Sotoka-chan.
Me les acerco, los hago a un lado, agarro a Sotoka-chan y me la llevo al hombro:
—¡Izumi-san, ¿qué haces?! ¡No! ¡Bájame! —grita Sotoka-chan mientras se retuerce y se tapa las piernas con los brazos para que estos malditos hentai no se las vean. Pero no te preocupes, Sotoka-chan, yo me encargo de que no te vean nada.
Entonces corro hacia la puerta y les grito:
—No, no queremos estar en su club feo porque vamos a hacer un club mucho mejor que este porque el ajedrez es aburrido y raro, y por eso todos los odian y los ven feo y de seguro se burlan de ustedes y les dicen de cosas, que son una molestia y y… ya dejen en paz a Sotoka-chan! Kimo i!
Salimos del salón.
Ino cierra la puerta.
—¡¿Qué carajos fue eso, Izumi?! ¡Y ¿por qué te metiste ahí en primer lugar?! —Ino me grita de la nada, y ¿por qué tiene la cara toda roja?—. ¡¿Por qué no te fuiste y ya?!
—¡Ya bájame, Izumi-chan! —me grita Sotoka-chan, y solo la bajo porque me dijo Izumi-chan.
Y esta Ino no se calla.
En serio que es una molestia.
—¡Yo les dije y les dije que ya nos fuéramos, pero NOOOOOO, se quedaron para decir todas esas estupideces de un club! ¡Aparte ¿de qué vas a hacer un club, Izumi, si no puede ser de anime?!
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