EL ASESINO DE DIOSES (Volumen 1) - 02
Drake estaba desnudo, acostado en la cama entre sabanas y almohadas. Era un bello amanecer en los finales de otoño, Réquiem esperaba no perderse el festival de las flores amarillas, que estaba a pocas semanas. Su fuerte espalda había sido marcada por arañazos. Los zarpazos fueron propiciados por una bella doncella de tez morena de ojos felinos, ahora acompañándolo en el lecho, acostada sobre su torso, abrazándolo, como si la noche pasada hubiese tenido algún significado, como si hubiera sido algo más que un acto.
Un murmullo de fastidio se escapó de los labios del joven, se cubrió los ojos con la mano y se dio la vuelta, molesto ante la insistencia del orbe solar. Ese movimiento perturbó el sueño de la mujer, quien se sentó en la cama, estirándose en medio de un profundo bostezo. Se limpió las lagañas de los ojos.
—Hace tiempo que nadie me pagaba por adelantado para toda la noche… —dijo en voz adormilada—. No sé quién de los dos es el afortunado aquí.
En esa frase se coló un leve fuego de picardía. Las uñas largas de la dama juguetearon sobre el brazo tonificado y marcado por cicatrices del guardián.
Drake respondió con un gruñido apagado, todavía con ganas de seguir en el sueño. Habían fornicado toda la noche, por lo que estaba deseoso de obtener un descanso. Lo merecía, después de todo, o eso se repetía constantemente para despejar su mente.
El guardián se había enfrentado a un titan elemental y a una druidesa de alto poderío, con el peligro de que, si fallaba, miles de inocentes iban a morir, con el precio de ayudar a esclavizar a inhumanos. En esa batalla le propinaron una brutal paliza que le acomodó las ideas. Había trabajado para gente con la que tuvo conflictos como cuentas pendientes, dentro de un contrato que puso su moral en juego, en una batalla que no le correspondía, desearía poder escapar sin tener la incertidumbre de que al poner un pie en Trisary, no sería acribillado por traición.
Lo único que compensaba todos los traumas que había vivido el guerrero, eran las jugosas coronas que le habían dado, tanto por su labor como por su silencio, y planeaba disfrutarlo al máximo.
—O tal vez la de la suerte sea esa chica Naomi que tanto llamabas… —O quizás sus demonios seguirán taladrando su torturada psique.
—¡Espera! ¿Qué? —Fue arrancado del sueño de golpe, encendió sus sentidos al máximo y se sentó en la cama—. ¿Cómo conoces ese nombre?
—Bueno… lo repetías mucho entre sueños mientras me abrazabas… —se encogió de hombros sin darle mucha importancia—. No te preocupes, no es la primera vez que estoy con un hombre con mujer esperándolo en casa. Pagaste por un trato de “novios” así que no tienes nada de qué preocuparte.
—¡No! No, claro que no, para nada… —Los nervios se escapaban en una sonrisa temblorosa—. Soy soltero y con la libertad para recorrer los caminos que quiera.
—Claro… lo que tú digas, cariño. —Puso la mano en el rostro de su amante, en una faz de súcubo que hizo encender las carnes del guardián y el miedo por su cartera si se pasaba del presupuesto permitido para el hedonismo—. Recuerda… puedo ser tu “Naomi” todas las noches que quieras… siempre que puedas pagar, Trent.
—Me llamo Drake —corrigió, arruinando el momento.
—Y tampoco me llamo Naomi… —Se mostró indiferente—, pero… ¿A eso a quien le importa ahora?
Era gracioso, ni siquiera podía recordar cuál era el nombre de esa mujer, aun cuando revisó sus documentos cuando la eligió en el burdel. Los datos de ese historial médico y personal se veían borrosos en sus memorias, como un cielo nublado de cara a una tormenta. Tal vez era Regina o Marina, la verdad no era algo que le importara mucho al guardián. Era como la meretriz dijo, a ella tampoco le tenía que importar recordar el nombre de Drake.
Aun cuando no quería admitirlo, Réquiem había heredado uno de los aspectos que no le gustaban de su padre, el ser débil a los placeres de la carne en los que buscaba consuelo y recurría de vez en cuando al cariño comprado de las prostitutas; tras jugarse la vida en un contrato que lo dejase molido más de lo normal. Era una especie de ritual o celebración.
Algo de una noche, algo que lo reconforte, llenándolo por un breve instante, una adicción incapaz de superar, comparable al sabor de una botella de licor barato a la cual podía llegar al fondo de un trago y pedir más de esa anestesia.
Un placer efímero que apagaba sus demonios, al convertirlos en fuego desatado en sus propias carnes, al estar en el interior húmedo de paredes carnosas de una fémina, mientras unos brazos arañen su espalda. Aun cuando en sus adentros deseaba algo eterno y real, una ambición que no ha podido cumplir en años.
Con la calma recuperada, tomó uno de los llenos senos de la mujer, acariciándolo y con el pulgar haciendo círculos sobre el pezón café, de forma suave, el cual poco a poco se ponía duro, al igual que la masculinidad del joven. Un leve suspiro se escapó de la mujer, quien con las mejillas levemente ruborizadas esbozó una expresión perversa, como si hubiese atrapado una presa en sus redes.
—Siempre que aparezca un monstruo por estos lares, me llenaré los bolsillos de monedas y volveré a tu lecho.
Quiso sonar seductor y gallardo, como uno de esos caballeros que tanto admiraba, los cuales prometían a sus damas volver de gestas épicas, que pronto se volverían romances en las canciones de los músicos. Drake quería ser como esos héroes: bravo, valiente, apasionado y con una dama a su lado, una de cariño no comprado.
De todos esos aspectos, del último carecía, como la capacidad de decir la verdad, probablemente en cualquier momento se uniría a otra mujer del burdel, y la morena se iría con otro hombre que podría pagar mejor. El tiempo borraría el rostro del otro, perdido en la memoria. Todo era un juego y todos tenían un papel para desempeñar, tal como los guardianes eran peones bien posicionados en la guerra.
El golpeteo de la ventana rompió el ambiente, captando la atención de los dos amantes y se percataron que no estaban solos. Afuera de la habitación, atrás del vidrio los observaba el umbra llamado Lance Fudo.
—¡Hermano! ¡Buenos días! —Al darse cuenta que había llamado la atención, saludó a Drake de forma casual—. ¡No creerás todo el calvario que fue encontrarte, maldito bastardo! Tengo noticias que tienes que escuchar.
Lance alzó el periódico pegándolo contra el vidrio empañado, aun cuando las letras sean ilegibles. Por la impresión de ver un extraño enmascarado en pleno amanecer, la mujer liberó un grito de espanto, cubriéndose detrás de la espalda de Drake, quien se pasó la mano sobre el rostro apenado al rechinar los dientes, pidiendo paciencia a todos los dioses que conocía e inclusive a los que no.
De un salto se levantó de la cama, con las nalgas al aire y se acercó a donde estaba su amigo, al que le cerró las cortinas en la cara. Drake tomó una toalla que había en el sillón, amarrándosela a la cintura. Pasaron unos segundos en medio de un silencio incomodo, hasta que la mujer, entre jadeos por el susto recuperó la compostura.
—Gracias al viajero que solo era Lance…
—¡Espera! ¿De él si te acuerdas de su nombre? —acusó en un tono de indignación.
—¡Por supuesto! Digo… ¿Acaso no te acordarías de alguien que no se quita la ropa y usa una extraña mascara cuando te coge? He tenido clientes con fetiches raros… pero ese tipo los ha superado a todos.
—No puedo discutir contra esa lógica —admitió su derrota.
—A parte que es muy amable… y con mucho vigor.
La mujer se puso la mano en el pecho desnudo, conteniendo el aliento, lo cual solo puso un clavo invisible en el ataúd para el ego del guerrero carmesí y la bilis reverberó en su garganta. Las burlas de Alice al llamarlo “pequeñín” estaban regresando a su cabeza. Un sonido de pasos apresurados resonó en el pasillo, y la puerta fue abierta tras un corto sonido del rotar de engranajes por el movimiento de una llave al abrir el cerrojo.
—¡No vas a escapar de esta, rojo! Y… buenos días, Margaret… te ves preciosa como siempre. —hizo una reverencia el umbra, vestido completamente con su indumentaria de combate.
La mujer devolvió el saludo, procediendo a recoger sus ropas.
—¿Cómo conseguiste una copia de las llaves? —dijo el guerrero.
—Con los meses que ya llevamos en Griffia, me volví cliente frecuente, ya me conocen aquí. —explicó y con eso lo dijo todo—. Además, soy un umbra, aprendí a forzar puertas antes de siquiera saber para que servía lo que me colgaba de entre las piernas.
—O te mata un monstruo o lo hará la sífilis —suspiró soltando una leve carcajada—, necesito tomar un baño caliente, ¿puedes esperarme afuera?
—¡Esa es mi frase, no te di el derecho a usarla! —exclamó Lance en fingido drama—. Por supuesto que no, esto es importante. A parte ¿Qué importa? Nos conocemos desde la academia y créeme… no tienes nada que me impresione.
—¡Lo dice el que no se quita la ropa ni para coger! —Apuntó con el dedo de en medio a Lance.
—votos, hermanos… son los votos —se excusó alzando los brazos como si le apuntaran con una pistola.
—Le diré a mis hermanas que te preparen la tina. —Ya vestida la mujer se detuvo en el marco de la puerta—. Estará en cinco minutos, vino con el paquete que pediste, incluye un desayuno y agregando el descuento por servir en el ejército.
—Adoro este lugar. —Por poco se le sale un agradecimiento a los Templarios, se hubiese sentido como un cerdo nacido del incesto revolcándose en su propia mierda—. Ustedes hacen menos jodido este trabajo. Le invitaré el desayuno al retrasado enmascarado.
—Es un placer servir a valientes héroes que arriesgan sus vidas por nosotros —hizo una reverencia la doncella, y pasó a retirarse.
—¡Vaya, hasta que invitas algo! —exclamó Lance—, de ahora en adelante no permitiré a nadie que te diga miserable.
—Si, nada más no le digas a Alice… ni a Tonatiuh… tampoco a María y mucho menos a Sheila, —hablaba con precaución al asimilar las consecuencias que podría acarrear si los otros se enteraran—. No vaya a hacer que ellos quieran tomar ventaja, tengo una reputación que mantener.
—Puede que sí, puede que no… —Lance se hacía el gracioso al tomar asiento en el sillón—. Si quieres te puedo lavar la espalda, de donde vengo es una señal de respeto y amistad entre hombres.
—Bueno de donde yo vengo eso es señal de otra cosa. —Drake soltó una carcajada—, primero querías un trio y luego eso… me empiezas a preocupar.
—Te da cosa que te vea desnudo o que te lave la espalda… —Lance no podía dejar pasar la una oportunidad para joder a su compañero—. Esa masculinidad frágil es la que es preocupante. En fin… ha ocurrido un escenario que no prevenimos, una crisis está azotando a los reinos Templarios, en consecuencia, de la muerte del titan. Lo peor es que ha alcanzado a Trisary.
—¡¿Qué?! ¿Cuál crisis? ¿De que me he perdido? —Drake estaba confundido, no sabía de lo que su compañero estaba hablando—. Escuché que ha habido disturbios en algunas ciudades de Rhodantis y en colonias. Creí que no era nada lo suficientemente relevante.
—¿Es enserio? —preguntó incrédulo, poniéndose como si fuese el adulto regañón frente a un mocoso imbécil que pareciese que pasó de curso por medio de sobornos.—. Lo de los Templarios salió ayer por la mañana, y no te había visto en todo el día ya que estabas de vigilancia con Tonatiuh. Cuando el grandote me dijo que te fuiste directo al burdel Dulce durazno a pasar la noche, decidí esperar a la mañana siguiente para ver si estabas informado.
—¡No me fastidies, he estado absorto en el trabajo! escuché algunas cosas en la noche, pero no profundicé en el tema. —Se excusó de forma tajante, no quería que lo fastidiaran con que sea un distraído, eso era algo que caía más en Rhaizak—. Estuve entrenando y haciendo patrullaje con Tonatiuh hasta tarde en un terreno alejado de la ciudad. Cuando llegué ya había oscurecido y quise venir a relajarme un poco con las ultimas ganancias. Los periódicos por lo general son propaganda política pomposa o suelen ser deprimentes, al punto en que solo falta que te inviten a colgarte del techo.
—En este caso son ambos… —inquirió Lance—, política de mierda que hará que tengas ganas de pegarte un tiro.
La conversación se vio interrumpida por la llegada de las sirvientas, con platos de comida y listas para preparar el baño.
…
En menos tiempo de lo esperado. La tina de la habitación fue llenada de espumosa agua caliente, que emitía densas nubes de vapor. En una mesa adjunta se encontraba un plato con un coctel de frutas: manzanas amarillas, plátanos y fresas.
Relajado en las cálidas aguas, Drake apoyaba la espalda en el borde de la tina, y degustaba de una de las manzanas. Adoraba las cosas dulces de todo tipo, en especial los chocolates y las manzanas amarillas. Agradecía a su metabolismo por ser incapaz de engordar, lo que daba rienda suelta a esos placeres en completa seguridad, cuando era un niño normal temía engordar o enfermar por sus hábitos alimenticios, pero Alice siempre se aseguró de hacer que sus dos amigos comieran sanamente en la academia.
Lance se encontraba sentado en a pocos metros en un sillón, se había quitado la placa pectoral, y los guantes. Fumaba una pipa con la máscara subida hasta la altura de su nariz, mostrando parte de su pálida faz, la única parte que Réquiem alguna vez ha visto, por lo que este último no puede evitar lanzar cortas miradas de curiosad, tratando de ser lo menos evidente que sea posible. Pareciese que el hombre de negro no se daba cuenta, o pretendía no hacerlo.
Por momentos Fudo hacia pausas por cada fumada al liberar cortos gruñidos de éxtasis. No era de fumar mucho, era una actividad que rara vez hacía, prefería ir por cosas más fuertes, las cuales reservaba para eventos especiales.
Frente al umbra, se encontraba una mesita en las que habían servido platos de comida, como quesos, salchichas ahumadas, una tarta de manzana, un plato con huevos estrellados, acompañados por tocino y frijoles. Junto a una jarra de agua natural, había una botella de vino, el cual como era de esperarse fue solicitada por Lance, claro que este factor iba a su cuenta.
La habitación era de amueblado lujoso, una cama matrimonial con dosel, rodeada de paredes rosadas y varios sillones. Contaba con una puerta que daba a un balcón en el que se podía tener una hermosa vista a la ciudad, justamente a la parte industrial en donde las fabricabas liberaban torrentes de humo que escalaban el cielo.
Las puertas y ventanas del exterior estaban cerradas, ya que Drake odiaba el hedor nauseabundo de las fábricas, prefería sin duda alguna el campo y deseaba volver pronto a los caminos a respirar aire fresco. Tras ponerse cómodos, y haber terminado de desayunar, ambos guardianes se pusieron al día sobre las ultimas noticias del periódico “La voz del pueblo”.
—Déjame ver si entendí esto. ¿Trisary nos envió aquí para limpiar el cagadero de los Templarios por una supuesta causa “justa”? El mal menor, como llamen a esa estupidez. —Drake dio una gran bocanada de aire, buscando ganar paciencia y dar un breve análisis a lo visto del periódico, sin terminar perdiendo la cabeza por un ataque de estrés a causa de las consecuencias de lo ocurrido en la batalla por el Tridente—. Ya que estos creyentes son demasiado imbéciles como para todavía mantener una economía obsoleta basada en un sistema esclavitud en vez de una mano obra bien pagada. De no irrumpir en esa batalla… los otros credos iban aprovechar para saquear, violar y matar todo lo que se le venga en gana. Lo que a la larga nos iba afectar a nosotros, al estar nuestra pequeña península en esos lares.
—Eso lo puede resumir de cierta manera, pero yo agregaría que los muy mal paridos nos decían los detalles de nuestra misión. —Lance habló con malicia, no especificando si se refería a Trisary o los Templarios—. Irónicamente los extranjeros están muy ocupados matándose entre sí, como para poner atención que a los fénix se les está cayendo la casa a pedazos. En vez de una invasión, la muerte del titán desató una crisis dentro de la alianza y acabó arrastrando a Trisary. Si me lo preguntas… no sé si reír o llorar por esto, quizás sea una especie de karma.
—Tal vez ambos… tranquilo, te doy permiso para comportarte como un completo imbécil ante el dolor ajeno de los políticos por hoy. Siempre que no te vea Alice, no estoy de humor para sus regaños. —Drake no quería hacer otra cosa que hundirse en la tina, y emerger en la presa de la Doncella, como si todo lo vivido fuese una pesadilla o un sueño errático por lo absurdo que le parecía todo esto—. Mierda, No puedo contra tanta pendejada de la gente. Pensé que lo del titán sería lo peor que nos ocurriría en este contrato, maldita sea que me equivoqué.
—Ya sabes lo que dicen, “siempre se puede poner peor” —Se encogió de hombros con una faz de resignación—. ¡Que me ahorquen! Esa frase nunca dejará de mantenerse vigente. Sabía que la batalla del Tridente tendría alguna repercusión a largo o corto plazo. Pero no imaginé que llegaría a tal grado que explotarían más rebeliones inhumanas en otros lugares de territorio Templario y para colmo la imagen de Trisary se ha visto comprometida.
Lance dio una profunda fumada a la pipa, y alzó la cabeza exhalando. Tomó aire, recargando la espalda en el respaldo del asiento, con tal de disfrutar ese placer y mantener la cabeza fría. En cambio, Drake se terminó la manzana, y empezó a devorar las uvas verdes de una en una.
—Tal como el fuego oscuro ha usado a la blasfemia alada como su mártir, de la misma forma los otros insurgentes tomaron a ese titan. —Réquiem albergaba cierto sentimiento de culpa, por los acontecimientos actuales. Aun cuando ganaron esa batalla, la gente continuaba muriendo los conflictos no parecían detenerse—. Dudo mucho que esos grupos tengan conexiones con El fuego oscuro.
—Y los Templarios pensaron que matar a ese elemental, iba a ser un ejemplo para subyugar la rebelión. —Lance dio un trago de su copa. No perdió la oportunidad de burlarse del ejército, por el cual ha sido obligado a trabajar—. Parece que al hacernos firmar y darnos ese bono por darle el crédito a la flota de Rhodantis les ha salido el tiro por la culata.
Un tentáculo rojo salió de la palma de la mano del rojizo, estirándose en dirección a la mesa y tomó una revenada del pastel para acercarlo a su origen, todo bajo la mirada de los ojos abiertos al máximo y tornados en blanco por parte de Lance.
—¿Qué? —preguntó con una amplia sonrisa, al dar un mordisco de la rebanada—. Tengo que aprovechar estos poderes y de los placeres que pudieron darme por darles el crédito.
—No sé si eso es asqueroso la cosa más genial que he visto —exclamó Lance, al recargar las piernas sobre la mesa—. Como dijiste, firmamos para pagar las cuentas, Trisary hizo lo mismo tal vez para mantener buenas relaciones con las otras naciones. Esa idea no les ha salido bien, la muerte del titan y aun cuando no se sabe que fuimos nosotros… nuestra mera presencia ha causado inconformidad por parte de la comunidad inhumana de nuestra nación.
Drake usaba sus tentáculos para servirse un vaso de agua, y tomar otra rebanada de pastel, sin pararse de la tina. Era como tener múltiples sirvientes satisfaciendo los designios de un rey. En la mesa estaba el periódico extendido, el cual fue tomado por uno de esos apéndices carmesí de contextura ferrosa pero flexible, se retrajo hasta posicionarse justo frente a los ojos rojos de su portador.
En las páginas se veían algunas fotografías en banco y negro de las manifestaciones en las ciudades de la nación mercenaria, inclusive la capital no se vio exenta de esos movimientos. En Trisary ocurrían marchas pacíficas por parte de civiles, que exigían la retirada de los Einharts del conflicto de Lazarus.
Los manifestantes consideraban este contrato, como una traición a los valores impuestos por Munraimund para su orden de cazadores de monstruos. Entre las marchas estaban grupos de humanos que simpatizan a la causa, inclusive inhumanos que no son esclavizados por la alianza Templaria se han unido a los grupos protestantes.
En el artículo se describía que algunos elfos habían hecho actos de vandalismos, a las calles y establecimientos de la capital como venganza por la muerte del titan.
—No serán rebeliones armadas, por lo menos no todavía —dijo Drake con seriedad—. Si se supiera que fuimos nosotros los verdaderos causantes, en especial los elfos de Trisary… realmente estaríamos en problemas.
La imagen de la finca la doncella llegó a su mente, en la que en el porche de la casa del árbol los esperaba Anabel. Esa visión de nostálgica, encendió la preocupación del guerrero, al temer que las manifestaciones se pongan más violentas o se descubra la verdad de la muerte del titan y acaben linchando a la mujer a causa de las acciones de los guardianes.
—Los elfos suelen ser bastante dramáticos… —Lance se dio cuenta de lo que acababa de decir—. Claramente María está exenta de ese comentario.
—Parece que se te está pegando la xenofobia de los Templarios. —Se burló—, extraño cuando las cosas eran más sencillas… ir a un pueblo, nos explican sobre la monstruosidad que se ha estado comiendo al ganado, nosotros le ponemos el acero, nos pagan y el ciclo se repite.
—Mira nosotros cazamos monstruos y aplastamos sectas demoniacas. —Lance no perdió la oportunidad de mostrar su discordia por este contrato—. Estos grupos tienen algo de razón, no tendríamos que estar metidos en esta mierda. Después de lo del Tridente, apenas puedo ver a María a los ojos y soy incapaz de imaginar lo difícil que debe ser esta putería de contrato para ella.
—Ni se diga Tonatiuh y Sheila —suspiró con una mano puesta en su frente—. ¿En qué estaba pensando los altos mandos por meternos a este cagadero? El gobierno no ha hecho declaraciones concretas por lo que puedo ver.
Drake alzó la cabeza mirando al techo, en su cabeza se puso a ensamblar los eslabones de esta seudo intriga política. Entendía el lado de querer evitar una invasión extranjera, que terminara con miles de muertes de civiles y caer en la posibilidad de un ataque a la nación de los guardianes.
—El gobierno de Trisary estuvo dispuesta a arriesgar su imagen frente a su población al meternos aquí… —Lance fue contundente, en un semblante serio que se veía raro en su persona—. Quisiera saber quién nos impuso a esta batalla y porque a nosotros. Estuviste hablando con Rhaizak, ¿le preguntaste algo al respecto?
—No sabe nada. Lo cual hasta cierto punto no me sorprende, tiende a ser despistado. —Rememoró la conversación, la cual esperaba tener algunas respuestas y en lugar de tener más piezas para el rompecabezas, el enigma se veía más difuso.
—¿A quién se parecerá? —preguntó en un tono burlón.
—No me fastidies. Rhaiz ha estado trabajando en las tierras del sur durante los últimos meses. Creo que puso un remplazo mientras estaba fuera.
—¿Tú le crees? —cuestionó incrédulo.
—¡Por supuesto! —exclamó en completa seguridad y con un poco de indignación—. Lo conozco desde que era un mocoso, nunca me ha mentido. Estoy en las mismas que tú, no he logrado descifrar la identidad de los miembros de arriba que armaron el equipo.
—Le daré el beneficio de la duda. —Lance decidió no seguir insistiendo sobre el hombre de yelmo de águila—. Quien sea que hizo esto, debe tener un puesto muy alto en el gobierno, quizás hasta cercano al guardián primario. Volviendo al tema de las rebeliones fuera de Trisary, los insurgentes han estado lanzando sus demandas para dar un cese al fuego.
—Es casi lo mismo que el fuego oscuro —exclamó Drake con seriedad—, quieren que la esclavitud sea abolida, que los campos de concentración sean desmantelados y les entreguen tierras para que ellos puedan residir.
—Hasta ahora El fuego Oscuro está pidiendo una porción del país: Valle crepúsculo, El tridente y Paramos fantasma, entre otras. Quieren hacer zonas libres como las que tiene Santus, destacando el bosque de Verderol.
Una opinión que compartían los Einharst, era que las exigencias de los rebeldes eran comprensibles y de cierta manera, han podido empatizar con ellos. No rallaban en lo demencial como reclamar toda Lazarus, resucitándola a la vieja Drakonis, lo último que quedó del imperio de los dragones. Eliminar la esclavitud, aun con las leyes de no maltrato a los esclavos, lo veían como un gran paso para el avance de la sociedad.
El problema eran los Templarios, con su sistema de no negociar con terroristas y no querer perder su territorio, en especial si son zonas mineras con alto nivel de producción de cristales y carbón. Ahora más dentro del cadáver perteneciente al Titan en el Tridente.
—Dudo mucho que podamos aplastar la rebelión a corto plazo sin costarnos más vidas. Esto parece que va para largo. —Drake podía imaginar cómo los Templarios pretendían llevar esta lucha, hasta una total masacre con tal de no ceder—. El rey Salomón y su corte deben tragarse el orgullo y tratar de conversar con los rebeldes, para llegar a un acuerdo. Si tan solo Connor estuviese aquí.
El rojizo no podía dejar de pensar que, si tal vez hubiera traído devuelta a Connor, él habría abogado por detener la guerra por medio de la diplomacia, lo que vuelve a poner un ardor en su alma por no haber podido protegerlo.
—Pero no está, hermano —expuso la realidad—, no tuve el honor de haberlo conocido personalmente, por lo que me has contado era un buen tipo. Pero tienes que dejarlo descansar y mantenerte cuerdo para lo que estamos viviendo. Te lo digo… tiempos oscuros se aproximan… para lo que parece aproximarse… los muertos parecen ser los que tienen suerte.
Drake desvió la mirada en silencio, indicando que no quería profundizar en ese tópico, aun cuando apreciaba lo mucho que su mejor amigo se preocupara por él. Lance llenó los pulmones de aire, y subió las piernas cruzadas sobre la mesa, comprendió que no tenía caso tocar lo que sucedió con Connor por el momento.
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