De criminal a detective. - 13
Alex y Fimbulvetr ya se encontraban fuera de la agencia y de camino al restaurante de ayer. En el camino, los dos iban platicando de cualquier tema que les llegara a la mente:
—Oye, Ale ¿Qué tan tecnológica era tu época antes de aparecer en este lugar?
—¿Mi época? Mmmmm…. Pues no era tan avanzada como esta, pero si le estaba pisando los talones, por eso no hay mucho que me sorprenda de este lugar, los más «avanzado» que he visto son los incapacitadores y su conexión por ondas; y claro, las habilidades, pero eso ya es otro cuento.
—Que envidia, en mis tiempos los más increíble era prenderle fuego a algo y usarlo en combate sin el peligro de incinerarte a ti mismo; vaya, eran tiempos difíciles, luchar entre nosotros y también contra esas malditas serpientes gigantes y trolls…
El ex-criminal se detuvo en seco, incrédulo, miró al Albino que seguió caminando hasta darse cuenta de la reacción de su compañero.
—¿Que pasa, Ale? Parece que escuchaste algo increíble.
—Es precisamente lo que pasó ¿En serio esas cosas como los elfos y las valquirías existían?
—Pero que dices, ¡Claro que eran reales! Me tocó lidiar innumerables veces con ellos ¿En tu tiempo ya no estaban?
—¡Pues no! ¡Por eso te lo pregunté!
—Cielos, ¿Dónde se habrán ido cuando yo ya no estaba?
—Si no lo sabes tú, menos yo. *Suspira* Cómo sea, me alegra por lo menos no ver una maldita serpiente gigante y esas cosas.
—Es un alivio, por lo menos aquí no están esas criaturas… No del todo.
En su camino, una mujer se cruzó en su camino; saliendo del mercado con unas bolsas en las manos, bastante cargadas.
—*Suspiro* por fin terminé las compras, con esto ya no tendré que preocuparme hasta la hora de la cena.
Con esas palabras, un recuerdo llegó a la mente de Alex. Algo que tuvo que hacer, pero no hizo.
«»Prepararé algo rico para la cena, si es que gustas quedarte a cenar con nosotras»»
—Oh mierda.
—¿Pasa algo, Ale?
—Si, si pasa, resulta que olvidé que ayer iba a cenar con Karin en su casa.
—¿Ayer? Pero si ayer te llevaste a aquella mujer a tu cuar…
—No es necesario que me lo recuerdes, lo tengo muy claro.
El ex-criminal llevó su mano hacia arriba y tapó su rostro con toda su palma, pensando en el pequeño error que cometió.
—Maldición, espero y se le haya olvidado.
—Aunque aquí no existan los dioses, tendrás que rezar.
—*Suspiro* En fin, sigamos, no hay de otra.
Dicho esto, los agentes siguieron su camino y llegaron al restaurante donde Karin trabaja, no tuvo que pasar mucho tiempo a que ella misma fuera a su mesa a tomarle su orden.
—Hola, Karin.
—Buenas tardes Alex, señor Agente.
—Puedes llamarme Fimbulvetr, no tengo problema.
—Oh, está bien, señor Fimbulvetr, ¿Que pedirán hoy?
—«Y aún así me dijo señor» bueno, yo voy a querer un omelette, por favor.
—Anotado, ¿Y Alex?
—Mmmmm…. Creo que también pediré un omelette.
Mientras que Karin anotaba la orden, Alex se percató que, a pesar de sonreír, sus orejas y cola estaban caídas. Claramente recordaba lo de ayer y se sentía triste porque cierta persona no cumplió su promesa.
«Mierda, me sabe mal verla así por mi culpa, pero no puedo decirle que no fui porque estuve con una tipa que ni pregunté su nombre>
—Anotado, dos omelettes, en un momento salen, sean pacientes —Dicho esto, Karin se retiró a llevar la orden.
—Si se ve desanimada, está vez si que fuiste un verdadero idiota, Ale.
—Lo sé, y sinceramente tampoco me cae verla así, pero esto es mejor que decirle la razón.
—Pues si, es mucho mejor, pero recuerda compensarlo.
—Lo haré, pero será después, por el momento, cambiemos de tema, que me estoy sintiendo muy culpable.
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Por otro lado, la agente Jannet y el agente Bearly estaban llegando al escondite ilegal del proveedor: una gran bodega, alejada de la ciudad central.
—Por fin llegamos, está bastante alejado, perfecto para esconder mercancía ilegal —dijo Jannet mientras procedía a bajar del coche.
Los dos Agentes se alejaron del coche y se acercaron a la puerta de la bodega, se posicionaron a cada lado de la gran puerta para dar inicio a la visita.
—A la cuenta de tres, 1… 2… 3
Bearly pateó la puerta destrozando el candado que la cerraba y abriendola en el proceso, para que al mirar dentro, solo encontraran una fiesta de cuerpos tirados por todos lados.
—Oh dios, esto fue una masacre.
Bearly se acercó a uno de los cuerpos y lo examinó con la mirada.
—Hay dos tipos de traje distintos; fue un tiroteo entre los trabajadores, y los hombres del sospechoso.
—Agente Bearly, mira hacia acá.
Frente a Jannet se encontraba una zona que estaba carbonizada.
—Tanto el piso como la pared de al lado están carbonizados.
El hombre bestia se agachó y pasó su mano por el suelo carbonizado, frotando sus dedos, pintándolos de negro.
—Fue una explosión.
—Probablemente fue la carga de munición —dijo Jannet.
No muy lejos de la explosión, se encontraban restos de cuerpos que fueron impactados por la explosión.
—No fue grande, pero fue suficiente como para destrozar a las personas de alrededor.
Bearly hecho otro vistazo con su hasta donde su visión daba alcance, encontrando a cada lugar que mirase sangre, cartuchos… O cuerpos desmembrados.
—Esto es un desastre, Agente Jannet, informa a el Agente Chrono y solicita la presencia de un perito.
—A la orden.
Jannet procedió a llamar a el Agente Chrono e informarle lo sucedido, mientras tanto, Bearly seguía examinando la escena.
—Nuestro sospechoso es más peligroso de lo que pensábamos, tendremos que ir más alerta.
Después de unos tonos, Chrono contestó a la llamada.
—¿Qué pasa, agente Jannet?
—Llegamos a la bodega, pero… ya era tarde. La gente del inmortal ya se encargó del lugar, muy brutalmente.
—¿Qué tan grave es la situación de los afectados?
—… Tendríamos que recoger los restos.
El Agente se exalta ligeramente desde su asiento, pero no se ve perplejo. Al fin y al cabo, está clase de cosas forman parte del trabajo.
—Qué horror… Entendido, esperen allí, llegaré allá lo más rápido posible, por favor, aseguren la escena en lo que llegamos.
—Entendido, aquí lo esperamos.
Chrono colgó la llamada e inmediatamente se levantó de su silla para ir a la escena.
—Agente Donnaiolo, nos vamos a la bodega de armas, andando.
—¿Eh? ¿No estaba allá la agente Jannet?
—Nuestro criminal es más agresivo de lo que pensábamos, asaltó la bodega y acabó con todos los presentes.
—Dios, que horror.
—No hay tiempo que perder, andando.
—A sus órdenes.
Chrono y Donnaiolo salieron a toda prisa de la oficina y dieron marcha hacia la bodega, junto con una cantidad de patrullas y equipo forense.
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Mientras tanto, Alex y Fimbulvetr disfrutaban de sus omelettes tranquilamente, acabaron con ellos y estaban reposando un poco.
—Aaahh, que delicioso estuvo, este restaurante sirve una muy buena comida.
—Concuerdo contigo, estuvo bueno.
Karin se acercó a su mesa.
—¿Se les ofrece algo más? —preguntó con una sonrisa, claramente fingida.
—No, gracias Karin, estuvo delicioso —contestó Fimbulvetr.
—Me alegro que le haya gustado, señor Fimbulvetr.
«Sigue desanimada, que mal me estoy sintiendo… Por un demonio, si tengo que mentir para animarla, entonces lo haré, perdón, Karin»
—Karin, ¿Pasa algo? Te veo algo desanimada. «Disfrazaré mi mentira con la táctica del chico olvidadizo, espero y funcione»
—Ah, no, no es nada, un asunto trivial, nada más.
—¿Enserio?
—Alex… ¿No lo recuerdas? —preguntó, aún con la misma sonrisa forzada.
—¿Recordar? Mmmm… No entiendo a que te refieres. «Ya está sacando el tema, está funcionando. Rayos, soy una basura de persona»
—Es que… Ayer… Dijiste que te pasarías por la casa, pero al final no lo hiciste…
—… ¡Ah, cierto! ¡Lo había olvidado!
—Me lo imaginé.
—Lo siento, con tanto trabajo que tuvimos anoche quedé exausto y no me quedó nada de tiempo para ir, lo lamento.
—¡N-no es necesario tantas disculpas! T-tampoco es que fuera algo muy importante, solo era una cena casual.
—Ya, pero… No me cayó muy bien saber que estabas así por mi culpa, te lo conpensaré, ahora lo digo con toda seguridad.
—¡N-no es necesario, yo estoy bien así, enserio!
—No, insisto, déjame compensar mi error, por favor.
Los ojos de Alex demostraban una cierta culpa, pero a la vez deseo de encerio enmendar su error. La mujer los miró fijamente, ruborizándose ligeramente, sintiendo cierta calidez en el pecho.
—… Está bien, l-lo esperaré con ansias —contestó con una sonrisa.
Los dos se miraron fijamente por unos momentos mientras se sonreían el uno al otro, pero esto cambió repentinamente cuando Alex ve de reojo a un hombre con traje fuera del restaurante, que observaba a Karin desde la ventana.
—¿Y este qué? ¿Acaso está mirando hacia acá?
—Eso parece, ¿Lo conoces, Karin? —preguntó el albino.
—No, no lo he visto antes, quizás sea un cliente.
—A mi no me lo parece…
—A mi tampoco.
Fimbulvetr miró con más detenimiento a aquel hombre, intentando identificar algo.
—Este hombre lo he visto antes, pero ¿En dónde?
El hombre no parecía estar consiente de que Alex y Fimbulvetr lo miraban a pesar de estar cerca de Karin, más bien dicho, ni siquiera intentaba prestarles atención.
—Este acosador ya estuvo mirándote mucho tiempo, supongo que ya es hora que se vaya.
—No creo que sea alguien peligroso, muchas personas vienen solo a ver a las meseras, al fin y al cabo, es un restaurante abierto.
Después de mirarlo por un rato, Fimbulvetr por fin recordó de dónde conocía a aquel hombre.
—No, no es un cliente, ¡Es uno de los hombres del inmortal!
—¿Qué? ¿Inmortal? ¿Quién es él? —preguntó Karin nerviosamente.
—No hay tiempo, ¡Ale, tras él! —exclamó Fimbulvetr corriendo hacia la puerta del establecimiento.
—¿Pero que pasa? ¿Quién es ese inmortal? —preguntó Karin.
—Te lo explicaré luego, tenemos que irnos —dijo Alex.
Sacó su billetera y dejó el dinero sobre la mesa e inmediatamente los dos agentes salieron del restaurante para detener al hombre.
—¡Arriba las manos, somos agencia de seguridad! —exclamó Fimbulvetr mientras le mostraba su identificación al hombre.
Apenas vio la identificación, el hombre se echó a la fuga.
—¡No dejes que se escape!
Alex y Fimbulvetr empezaron a perseguir al delincuente por las calles; corriendo entre la gente que había en ese lugar. Para librarse de ellos, el sospechoso tiraba abajo contenedores de basura para tapar su paso, aunque no presentaban un gran problema, eran suficiente como para retrasarlos por unos instantes.
—¡Maldición, este tipo es rápido, y no deja tirar abajo los malditos botes! Si seguimos así, se escapará, tenemos que dispararle.
—Denegado, asustarás a los trausentes y con tanta gente puede que falles. Además, no traigo mi incapacitador ahora.
—Oh vamos, ¿Cómo que no lo traes?
—¡No me esperaba esto, con estas ropas es muy estorboso llevarlo!
—¿Entonces qué rayos hacemos?
—Tenemos que limitar su velocidad de alguna manera.
—De alguna manera… Lo tengo.
Alex tomó una botella de cristal que había en su camino sin parar de correr.
—¿Que harás con eso?
Golpeó la botella en un cesto de metal, tomando del recipiente roto un pedazo de cristal muy afilado.
—Le arrojaré esto para detenerlo.
—¿Y si le das alguien más?
—¡Pues me detengo y le pido disculpas! No hay muchas opciones ¿Sabes?
Alex centró su mirada en su objetivo, y lanzó con fuerza al tobillo del hombre, pasando entre la multitud y encestando justo en el blanco. El cristal hizo un pequeño corte en el ligamento trasero del pie, justo encima del tobillo. El dolor fue suficiente como para afectar la carrera del sospechoso, limitando su velocidad y dándoles la posibilidad de alcanzarlo. El hombre dio vuelta hacia un callejón que, para su suerte, estaba tapado, permitiéndole a los agentes acorralarlo.
—¡Maldición, no hay paso!
—¡Ya no tienes escapatoria, entrégate! —exclamó Fimbulvetr.
Alex sacó inmediatamente sus incapacitador y apuntó al sospechoso, preparado para disparar en caso de ser necesario.
—¿¡Qué rayos quieren de mí!? ¡Solo cumplía con mi trabajo! —gritó el sospechoso.
—¿Acosar meseras es tu trabajo? No me jodas.
—No… No lo entenderías —respondió el sospechoso.
—Lo entienda o no, tendrás que decirnos todo lo que sabes, ahora camina hacia a mí o te meteré un tiro en los huevos.
—No… No lo haré, si me entrego, él me castigará…
—¿Hablas de tu jefe el zombie? Perfecto, te propongo un trato, dime dónde está su guarida y me aseguraré que acaben en celdas distintas.
—No… No lo entiendes, no lo pueden detener, nadie puede.
—Estoy seguro que si le corto las piernas lo detendré enseguida, dime dónde está y te lo compruebo.
—No… No pueden… ¡NO PUEDEN! NO… NO… NO NO NO NO ¡NO PUEDEN! ¡NO LO PERMITIRÉ!
—Vaya, ya se volvió loco, no le sacaremos nada ahora, llevemoslo a la agencia.
—Oh no, no se los permitiré, no dejaré que me atrapen.
El sospechoso sacó una pastilla y se la tragó inmediatamente.
—Mierda ¿Veneno?
—Larga vida al amo…
Después de esas palabras, el cuerpo del sospechoso empezó a arder en llamas desde su interior, como si hubiera tomado gasolina y le haya prendido fuego, expulsando pequeñas llamaradas de fuego por su boca a la vez que gritaba de dolor, retorciéndose en el piso. Los agentes no podían hacer nada más que ver el grotesco acontecimiento, al cabo de unos segundos, el fuego porfin cesó.
—… Dios mío, prefirió arder desde dentro a entregarse.
—Que gran lealtad, veo que el zombie no es cualquier líder, para hacer que tus hombres estén dispuestos a morir por ti debes tener mucho poder, o provocar mucho terror…
—Deberemos estar más alerta contra este hombre, es mucho más peligroso de lo que pensábamos, informaré a Chrono.
Mientras Fimbulvetr se dispuso a llamar a Chrono, Alex se acercó al cuerpo con la boca tapada con el cuello de su chaqueta. El fuego no fue tan abundante como para chamuscar fuera del cuerpo. Desde la boca del hombre, salía un olor extraño de carne quemada.
—Un líder que no muere y un montón de piromanos sin miedo a arder… Ja, es como si el antihéroe de rojo liderara un ejército de mecheros andantes, menudo escuadrón suicida.
Después de unos tonos, Chrono contestó.
—Espero y sea algo importante, estamos ocupados acá.
—Nos topamos con uno de los hombres del inmortal.
—¿Qué? ¿Y pudieron atraparlo?
—Negativo, cuando logramos acorralarlo, el sujeto se tomó una pastilla y de repente sus entrañas se prendieron en fuego.
—Dios, ni siquiera tiene consideración con sus hombres.
—¿Ni siquiera?
—Si, la bodega que La agente Jannet fue a investigar ya había sido destruída por el inmortal, mató a todos los presentes y destruyó la munición.
—Esto es horrible ¿Cómo puede ser tan desgraciado?
—Mandaré unas patrullas a su posición, regresen con ellas a la oficina, por este lado nos tomará algo de tiempo.
—Entendido, tengan cuidado allá, no vaya haber una trampa.
—La tendremos, cambio y fuera.
Con esto dicho, Chrono colgó.
—¿Que pasó con Chrono? —preguntó Alex.
—Parece que el inmortal eliminó a todo el personal de su proveedor.
—Vaya, es bastante desgraciado, aunque en cierto modo, ya me olía.
—¿Sabías que lo iba a hacer?
—Tenía mis sospechas, al fin y al cabo, la munición era fácil de rastrear, y su proveedor trataba de mantener margen con la ley, era de esperar que cooperaría con la policía, por lo que lo mejor era silenciarlo antes de que pudiera decir algo.
—Tienes razón, pero fue muy rápido.
—*Suspiro* qué gran primer caso, esto se pone cada vez más importante.
—Acabamos de ver cómo ardió una persona, y estás tan tranquilo —dijo con una sonrisa nerviosa.
—Cuando pones un pie en el grande y frondoso pantano del crímen, lo que menos puedes esperar es una muestra de amabilidad.
—Pero las hay ¿No?
—Si, puede haberlas, pero esas muestras puedes contarlas con los dedos de una mano.
—Ya veo… Bueno, espero un día encontrar alguna, siempre he querido verme como el príncipe de cuentos de hadas que iluminan a los malos y los guían por el buen camino.
—Vaya que tienes imaginación, si tan solo la usarás para los casos.
—Sería imperdonable mezclar mi pasatiempo favorito con el infierno de mi trabajo ¿No crees?
—Jajajaja, ciertamente, sería imperdonable.
El Ex-criminal se tiró al piso, recargando su espalda en la pared del callejón.
—Bueno… Ahora toca esperar a que vengan los peritos.
—Iré a poner una cinta policíaca en la entrada del callejón.
—Oka, yo descansaré al lado de la fritura, joder, jamás me acostumbraré a olor de carne quemada.
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Pasaron los minutos, las patrullas y los peritos llegaron a escena. Después de una ligera limpieza, se llevaron el cuerpo y los dos agentes subieron a una de las patrullas para regresar a la agencia. Una vez allí, los peritos bajaron el cadáver y lo llevaron a la sala de autopsias para que Hemin hiciera su trabajo. Mientras tanto, Alex y Fimbulvetr se dirigieron al departamento de agentes especiales a esperar a los demás agentes.
—Ahora que lo recuerdo, a estas horas ya deberá de haber llegado Petya —dijo Fimbulvetr.
—¿Y esa quién es? ¿La sirvienta? —preguntó Alex.
—Nop, es otra Agente del departamento, estaba ofreciendo ayuda en la agencia de la Región Norte.
—¿La de aquí es la de la Región Central no?
—Si, y claro, está la de la región Sur; cada una se encarga de cierta parte del territorio, más concretamente, de lo que abarcó cada nación: Los humanos al norte, Las bestias al sur, y los semihumanos en el centro.
—¿Tres Agencias nada más? Es poco para todo lo que se tiene que cubrir, es prácticamente toda la nación.
—Ni creo, el hecho que no se hayan creado más agencias es que no se ha necesitado.
«Ahora que me pongo a pensar, este mundo es quizás una tercera parte del tamaño de la Tierra, algo así como el tamaño de Mercurio. Además, solo es esta nación en todo este pedazo de tierra. Serenia solo está dividida por tres Regiones, que antes eran islas hasta que se juntaron. Fuera de eso hay una isla cerca, pero no tengo idea de si está habitada o algo… ja, es impresionante que haya tanta paz es este tipo de gobierno»
—Además, también están los puntos de policía repartidos en toda la nación, la Agencia solo es el punto dónde se encuentran los Agentes Especiales.
El albino aceleró el paso y se puso en frente de Alex.
—Bueno, el caso que hoy la conocerás, es la última compañera que te queda por conocer.
—¿Enserio? Porfin, de tantos que son ya hasta se me olvidaba sus nombres.
—Qué reconsiderado —exclamó sarcásticamente.
—Es broma hombre, sus nombres son tan peculiares como para olvidarlos, menos el de Jannet.
Los dos agentes entraron al departamento y dentro se encontraron con una chica de cabello corto dorado y ojos azules; su piel era blanca como la nieve y vestía una ropa típica de una empresaria: camisa blanca, un saco negro, pantalón de vestir oscuro y unas zapatillas de tacón corto del mismo color. Parecía una muñeca, sobretodo por su expresión: totalmente inexpresiva.
—Hola Petya ¿Cómo estuvo el trabajo allá? —preguntó alegremente.
—Buenas tardes, Agente Fimbulvetr, todo estuvo bien, no hubo ningún contratiempo inesperado —contestó Petya con una voz neutra e inexpresiva, al igual que su mirada.
—Ya veo, que bien.
—Sí.
—…
—…
—…
Hubo un gran silencio por un momento.
«Rayos ¿Encerio eso es todo? Ni siquiera pregunta por los demás, o por lo menos por mí; no me ha visto en su vida y le importa un bledo. Tal y como dice su nombre, es una roca»
—Eh… Petya…
—¿Qué?
—¿No tienes algo que decir? —preguntó con una sonrisa nerviosa.
—¿Algo que decir? No, no tengo.
—Me lo imaginé…
Aunque no se notó mucho, La inerte mujer se confundió un poco.
—¿No tienes algo que preguntar… Sobre este hombre al lado mío?
Petya miró de reojo a Alex.
—… Un cliente.
—Se supone que debes preguntarme quién es…
—Cierto, Chrono me dijo algo sobre eso.
—Debería ser de sentido común hacerlo —dijo con una sonrisa nerviosa
—¿Quién es?
—Y lo preguntas asi sin más… *Suspiro* Él es Alex Mefhisto, se unió ayer al departamento de Agentes Especiales, es nuestro nuevo compañero.
—Ya veo.
—…
—…
—…
Y nuevamente, El silencio inundó la sala.
—Este… Petya…
—¿Qué?
—¿Acaso… No te presentarás?
—… Ah, cierto.
—Incluso olvidas eso…
—Soy Petya Vorontsova.
—… ¿Y…?
—Soy una reencarnada de Rusia.
—… ¿Y-y…?
—Este…
—Un gusto… —susurró discretamente.
—Ah, un gusto —repitió Petya inertemente; pocos segundos después, sin la ayuda de Fimbulvetr, recordó que tenía que hacer una reverencia por respeto.
—S-si, Un gusto… —contestó Alex.
—Tardaste una eternidad para hacer la reverencia, pero ya es un progreso, disculpala Alex, como habrás notado, es una mujer de… Muy pocas palabras.
—Si, me di cuenta que no le pasó ni por mente.
La inexpresiva mujer miró a su alrededor, como si estuviera buscando algo con la mirada.
—¿Y Chrono? —preguntó Petya.
—¿Apenas te das cuenta que no está aquí? Está investigando una escena de un caso —contestó Fimbulvetr.
—¿De qué?
—Empezó como un asesinato, pero se transformó en lo que parece ser un mercenario asesino, este hombre es ágil, y cruel al mismo tiempo.
La agente puso una muy ligera expresión de curiosidad en lo que hablaba Fimbulvetr, aunque apenas era visible; al percatarse, Fimbulvetr le comentó todo lo que había pasado hasta ahora.
—Ya veo, entonces no puede morir y no tiene problema en matar —reiteró Petya.
—Asi es, se volvió algo muy complicado y peligroso, ante todo esto no me sorprendería que saquen a Jannet del caso.
—¿A Chrono no le gusta agobiar a los nuevos? —preguntó Alex.
—No, él estaría dispuesto, de echo, si pudiera, le habría dejado el caso a ella, pero alguien se opuso.
—No es tan difícil adivinar que fue el viejo.
—Si, aunque no lo culpo, al fin y al cabo, es toda la familia que le queda, ni yo estaría dispuesto a poner en riesgo a mi nieta, claro, si tuviera una.
—Jannet no es mala en el combate, pero aún así ese hombre es muy peligroso, en un combate dónde solo uno puede morir, solo puede haber un resultado.
—Bueno, mejor cambiemos de tema, cuéntame Petya ¿Qué tanto hiciste en la otra agencia?
A pesar del interés del pequeño hombre, Petya ya estaba en lo suyo, prestándole el más mínimo interés a sus preguntas.
—Y como siempre, me dejas hablando solo *Suspiro* bueno ¿Entonces qué hacemos? —dijo Fimbulvetr.
—Pues que más, esperar pacientemente.
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Por otro lado, Chrono y los demás agentes estaban en la bodega buscando alguna pista entro todo el desastre.
Chrono y Donnaiolo estaban en el pequeña oficina que pertenecía al hombre se la bodega, que ahora no era más que un montón de carne. Mientras que Jannet y Bearly seguían abajo. El Agente ojeaba los documentos que se encontraba buscando alguna pista sobre la identidad del inmortal, pero no encontraba nada.
—Sonará cruel, pero aquí no hay nada más que cuerpos y cartuchos en el suelo —comentó Donnaiolo, disgustado por tan desastrosa escena.
—Sigue buscando, se le tendrá que haber escapado algo, no puede ser tan hábil —dijo Chrono.
—¿Qué tanto dicen esos documentos?
—Son facturas y contratos de distribución de su mercancía, la mayoría son de pandillas menores, no son relevantes.
—¿Entonces nada útil?
El Agente arrojó los documentos que tenía encima del escritorio.
—No hay nada de valor aquí, bajemos a ver si la Agente Jannet o el Agente Bearly tiene algo.
—Okey
Los dos Agentes salen del despacho y bajaron a reagruparse con sus compañeros.
—Agente Chrono ¿Encontró algo que nos sirva? —preguntó el hombre bestia.
—Nada, solo facturas y contratos sin importancia ¿Ustedes encontraron algo?
—Nada, este lugar no hay nada que nos diga algo del inmortal, sabe mantener oculta su identidad.
—Debe de haber algo, aunque sea minúscula… ¡Todos los presentes, den otra vistazo a esta bodega, si ven algo que se vea sospechoso, por tan pequeño que sea, no duden en informarnos!
Entre un montón de botes pegados a una de las paredes de la bodega, se escucharon unos golpes. Todos los presentes se pusieron alerta y desenfundaron sus incapacitadores; el Agente Chrono hizo unas señas estratégicas a los demás agentes y se acercaron sigilosamente al lugar del que provenía los ruidos. Al estar lo suficientemente cerca de los tanques, Bearly retiró suavemente los contenedores, mientras que los demás lo cubrían. Al hacerlo, se encontraron con un hombre temblando del miedo.
—Somos la agencia, identifíquese —dijo Chrono.
El hombre se acurrucó en la pared, mirando a los agentes con terror.
—Está bien, no te haremos nada, puede salir.
Chrono guardó su incapacitador y sutilmente le ordenó a los demás guardarlo también, viendo esto, el hombre salió lentamente de su escondite.
—¿Cuál es su nombre?
—S-soy Luke Euland.
—Dígame, Luke ¿Que hacía en este lugar?
El hombre se quedó en silencio, entendía que, aunque no eran los hombres del inmortal, podría quedar preso por haber estado implicado en un negocio clandestino.
—Ya veo… Bearly ¿Los peritos ya terminaron con la limpieza?
—Justo se acaban de llevar el último cuerpo.
—Bien, entonces volvamos a la agencia, señor Luke, tendrá que acompañarnos a la agencia.
El hombre asintió con la cabeza y siguió a todos hasta las patrullas, una vez todos dejaron la zona, dieron marcha a la agencia, dónde los esperaba un cadáver carbonizado por dentro.
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