De criminal a detective. - 15
—Me llamo Luke Euland, y era el supervisor de aquella bodega, nos encargábamos de la creación y administración de «munición especializada».
—Supongo que al ser el supervisor, eras alguien en que el dueño confiaba aunque sea un poco ¿No?
—Algo así, el dueño me escogió personalmente entre todos mis compañeros para que administrara la bodega mientras él se encargaba de la cortina de humo.
—Entonces ¿Conociste de primera mano al culpable de esa masacre? Aquel tipo que lleva una capucha.
—Sí, ese bastardo… Llegó un día junto con él dueño, se le veía muy entusiasmado, por lo que pensé que era alguien importante —Se detuvo un momento para recordar aquel día con más claridad—. No, más bien… Peligroso.
—¿Lograste saber cuál era el trato que firmaron? Las clausulas de su «trato de proveedor».
—S-sí, el dueño me contó lo suficiente como para llevar a cabo mi trabajo; la entrega se haría cada Jueves a las 5:00 AM, para evitar visitantes inesperados.
—Hoy… ¿Pasó algo antes que llegara e hiciera toda esa masacre?
—…Llegó ayer a altas horas de la noche exigiendo fuertemente hablar con el dueño; por suerte, se encontraba en el almacén, por lo que lo llevó a su despacho, pero una vez dentro solo se escuchaban gritos de aquel hombre y cómo tiraba cosas al suelo.
—¿Entendiste lo que gritaba ese tipo?
—N-no, estaba bastante lejos del despacho, además había unos hombres vigilando la puerta, y no pude acercarme.
El agente intentaba especular las razones de aquellos gritos en su cabeza:
«Una discusión intensa, me imagino muchas razones, algunas más probables que otras»
—Ya veo, una pena, nos hubiera servido de algo saber de qué discutían —contestó el agente.
—Cuando los gritos acabaron, aquel tipo salió furioso del almacén y el dueño se le veía muy preocupado; cuando me acerqué a preguntarle, él solo murmuraba que no había de qué preocuparse, que no podía hacerle algo.
—Y al día siguiente estaba lleno de plomo, *suspiro* qué cosas… Bueno ¿Creés que me puedas contar cómo es que pasó toda la matanza?
El hombre se tomó un momento para poder contar todo ese cruel suceso; respiró y exhaló repetidas veces para tranquilizar tanto su mente como su cuerpo. Cuando porfin se encontraba tranquilo, comenzó a relatar lo sucedido:
—Era un día normal como cualquier otro, el dueño me había dicho que hoy no se haría la entrega como normalmente se hace, por lo que todos, incluído yo entramos a las 6:00 am.
«Entraban a las 6:00 y muy seguramente salían después de la media noche, no esperaba menos de un trabajo clandestino»
—Todo se desarrolló igual hasta las 12:55pm, cuando escuchamos unos cuantos golpes en la entrada de la bodega que normalmente mantenemos cerrada, el dueño pensó que eran sus nuevos socios y fue a abrir la puerta muy alegremente. Antes de que abriera, me pidió que fuera a su despacho por una botella de champagne para darle una cálida bienvenida a su invitados; cuando estaba llegando con ella, empezaron los disparos e inmediatamente me escondí entre los recipientes. Mientras me cubría completamente con ellos, alcance a ver cómo mataban a todos mis compañeros y al dueño a sangre fría.
El cuerpo del hombre empezó a temblar ligeramente por el terror de aquel momento, pero respiró profundamente y pudo recuperar la compostura.
—Me quedé temblando allí por un buen tiempo, en ese rato llegó otro vehículo, no me atreví a salir, hasta que ellos mismos me sacaron, pero por suerte eran los agentes.
—Así que simplemente entraron le dispararon a todo lo que se moviera o gritara —Se echó hacia atrás en su silla y suspiró profundamente—. Qué lamentable, nadie piensa en cortar el suministro de alguien peligroso, hay que ser lo bastante idiota para hacerlo.
El hombre miró confundido al agente.
—¿Eh?¿Cortar el suministro?
—Es lo que se me ocurre ahora, probablemente el señor magnate se enteró del escándalo y quizo cortar toda conexión con el asesino y hacer que él no sabía nada, pero jugó mal sus cartas y pagó por ello con su vida… Y la de los demás para no dejar testigos.
El hombre, totalmente consternado, intentaba asimilar las crueles acciones de aquel hombre, pero lamentablemente, no podía llegar a una respuesta clara o lógica.
—Qué horrible… ¿Qué hicimos nosotros para que nos quieran muertos? ¿Por qué hace todo eso?
—Primero, la muerte es uno de los riesgos de trabajar clandestinamente, el fango es un lugar espeso y sumamente peligroso. En cuanto a el porqué, pues… Intentaremos descubrir con la información que nos diste.
—Bien, antes de acabar con la sesión, quiero preguntarte una última cosa.
—C-claro, lo que sea para mandar a ese desgraciado tras las rejas.
—¿Sabes cuál es el nombre que usaba ese tipo al recoger sus provisiones?
—¿Su nombre…?
—Me refiero al apodo con el que se identificaba, con el que tú jefe se refería al hablar sobre él.
—Ya veo… —Guardó silencio mientras recordaba ese sobrenombre— No sé si era su apodo de criminal, pero el jefe se refería a él como «Señor Kain»
—Kain… Puede que no sea su nombre real, pero ahora tengo algo por dónde empezar a buscar, bien, espero y tú información no sea útil.
—Y-ya, este… Señor agente…
—¿Hmm? ¿Qué pasa?
—Ya le conté todo ¿Puede asegurarme que mi familia estará bien…?
El hombre miró a Alex con una expresión melancólica, sabía que, después de esta interrogación, no tendría la oportunidad de ser libre otra vez. Ante su clara mirada de resignación y preocupación, Alex se puso ligeramente serio.
—… No puedo decir lo mismo para tí, pero te aseguro que tú familia estará totalmente fuera de peligro.
Ante sus palabras, el hombre soltó una sonrisa de alivio y aceptación, para después ofrecerle voluntariamente sus manos al agente.
—… Saquenlo de aquí.
Apenas dio la orden, unos oficiales entraron a la sala y se llevaron cordialmente al hombre. Antes de salir, el hombre se detuvo y miró una vez más a Alex.
—Gracias.
—… Guardate tus agradecimientos hasta que atrapemos a aquel idiota.
Con esto dicho, los oficiales se llevaron al hombre, dejando al agente solo en aquella silenciosa sala.
—… Tch, por eso es que odio a los espectros, tan frágiles; tan débiles; tan cobardes…. Tan ingenuamente protectores, ese tipo de gente no debería ver la oscuridad en su vida.
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Por otro lado, cerca del hospital; el agente Bearly y el agente Donnaiolo estaban a poco de llegar al hospital, dónde los esperaba Ricky, que había recordado que posiblemente ayudaría para dar y atrapar al inmortal. Debido a la naturaleza de Bearly, tanto el como Donnaiolo iban en silencio, pues estos dos apenas y hablaban fuera de los temas del trabajo.
En su aburrimiento, el pelirrojo intentaba encontrar un buen tema de conversación para aligerar el ambiente y el rotundo y espeso silencio que inundaba el vehículo.
«Qué mala suerte, estoy en un carro con un tipo que es casi el doble de alto y robusto que yo, y no puedo si quiera dirigirle la palabra; maldición, Fimbulvetr es el que se encarga de hablar, yo solo sigo la conversación. ¡Vamos Donnaiolo, piensa por una vez en tu vida!»
—Oye, agente Donnaiolo.
Ante el repentino llamado del hombre bestia, Donnaiolo dio un pequeño salto en su asiento y respondió inmediatamente.
—¡¿D-dígame?!
La inmediata y dramática respuesta del agente exaltó y confundió al hombre bestia, que lo miró confundido.
—… ¿Por qué gritaste de ese modo?
—¿Eh? N-no, por nada en especial, ja ja ja…
—…
«¡Soy idiota! Ahora pensará que le tengo miedo, bueno no es que lo le tenga, ¡Pero ese no es el punto!»
—… Cómo sea, quería preguntarte algo —dijo Bearly sin prestarle mucha atención a lo sucedido.
—S-si, pregúntame.
A cada respuesta nerviosa que el pelirrojo daba, el hombre bestia se sentía más confundido, pero simplemente lo ignoraba y seguía con la conversación.
—… Está bien, dime, tú qué ya has conversado casualmente con él…
«¿Con él? Se refiere a…» antes de completar sus sospechas, el hombre bestia terminó su pregunta.
—¿Cómo es el señor Mefhisto?
—¿Eh? ¿Alex?
—Si, me pregunto si siempre es así de frivolo, sarcástico, cínico y arrogante.
«Critica a la gente si pensarlo dos veces, increíble…» pensó el pelirrojo mientras mantenía una sonrisa nerviosa.
—¿Y bien? ¿Siempre es así?
—¿Eh? Eh… Bueno, no es que tenga mucho tiempo que lo conozca, pero en cierto modo, es más relajado cuando no hay alguien que pueda fastidiar cerca.
—¿Alguien que pueda fastidiar?
—Si, por ejemplo la agente Jannet, por alguna razón, ella no lo tiene en buena estima, y Alex al notar esto, le gusta bromear con ella para sacarla de sus casillas.
—Ah… Ya, ¿Entonces normalmente es más calmado?
—Pues los comentarios sarcásticos siempre están allí donde vaya, la única vez que lo ví distinto es… Ah, cuando se encontró con aquella chica en el restaurante.
—¿Aquella chica?
—Karin, creo que se llama así, trabaja como mesera y anfitriona en un restaurante en la plaza central.
—Ya veo… ¿Y dices que con ella su actitud cambió?
—Si, aunque no podría decir si esa sería su verdadera actitud.
Después de ese comentario, hubo un pequeño silencio entre los dos, pero después Bearly siguió con la conversación.
—A decir verdad, pensaba que sería muy parecido al Agente Fimbulvetr.
—Bueno, Alex es más… Silencioso que Fimbulvetr, que es más hiperactivo.
—El joven Fimbulvetr no puede quedarse en silencio por mucho tiempo, mucho menos quedarse quieto.
«Y allí está de nuevo criticando abiertamente, impresionante…»
—En cuanto a tí…
—¡No es necesario mencionarlo, me conozco bastante bien!
—¿Si? Bueno…
—*Suspiro* Lo demás ya lo habrás notado, a pesar de su carácter, se toma un poco en serio su trabajo y cumple con el, a su manera, pero lo hace.
—Lo puedo notar, es hombre intrigante en muchos sentidos, me pregunto cuál habrá sido la razón por la que el jefe lo aceptó.
Justo cuando la conversación había acabado, los agentes porfin se frente al hospital, listos para escuchar lo que Ricky tenía para contarles.
—Vamos, agente Donnaiolo.
—A la orden.
Los dos agentes bajaron del coche y se dirigieron a la recepción para solicitar la visita con el paciente.
—Buenas tardes, soy el agente Bearly y él es el agente Donnaiolo del departamento de agentes especiales, venimos a visitar al paciente Ricky.
—Si, el señor Racoony me avisó de ello, por favor, adelante.
—Gracias señorita, agente Donnaiolo, andando.
Los agentes caminaron al ascensor y subieron hasta el piso donde el señor Ricky estaba hospitalizado. Una vez dentro, el señor Racoony le dio la bienvenida:
—Hola, perdón por la repentina llamada.
—No se preocupe, mejor pasemos directo al lo que dijo por la llamada.
El hombre bestia tomó una silla y se sentó al lado del paciente para escuchar lo que tenía por decirles.
—¿Recordó algo sobre el inmortal?
Aun después del encuentro, el paciente no podía escuchar sobre aquel hombre sin exaltarse; era inevitable, pues casi muere a manos suyas. Respiró unas cuantas veces y tranquilizó su mente.
—Si, así es, recordé el nombre del lugar donde me contaron de él; bueno, de su negocio, por así decirlo.
—¿Podría darme los detalles?
—Claro, es un bar por el distrito rojo, creo que se llama «Colmillo Sangriento»; su dueño es un hombre lobo que siempre tiene una expresión amarga en su rostro.
—El Colmillo Sangriento… Agente Donnaiolo, apuntelo.
—A la orden.
El pelirrojo sacó un bloc de notas y una lapicera desde el limbo de su habilidad y apuntó el nombre del local y su localización cercana.
—Dijo algo de que alguien le comentó del negocio del inmortal ¿Recuerda cómo era esa persona?
—Estaba un poco ebrio ese día, y el tipo tenía una máscara extraña con cuernos de ornamentación, la máscara tenía algo que le alteraba la voz… Ah, pero tenía un traje un poco extravagante.
Todo dato importante que el hombre daba, Donnaiolo lo apuntaba detalladamente en sus notas, toda información era de suma importancia para dar con él asesino.
—¿Cómo es que se acercó a ese hombre?
—No, él fue quién me habló; debido al alcohol, estaba maldiciendo a ese maldito en voz alta, cuando escuchó mis quejidos, se me acercó y empezó a incitar más odio hasta que empecé a desear su muerte; cuando mi juicio estaba totalmente nublado, el tipo dijo que me podía presentar a un «amigo» que me ayudaría con mi problema. Me sentía tan furioso que acepté enseguida y me llevó fuera del bar donde caminamos unas cuantas cuadras hasta llegar a un callejón dónde habían unos tipos; él solo dijo que le traía un trabajito al «patrón», y lo metieron a una casa; después de un rato, salió y me dijo dónde ir para reunirme con su jefe, y se dió la vuelta y uno de sus compañeros me golpeó en la cabeza dejándome inconsciente. Desperté en la calle con un papel en mi mano con la dirección y la hora del encuentro.
—Entiendo, así que el inmortal tiene varias personas que trabajando para él para conseguirle «encargos»
—Podríamos ir a ese lugar en el que se metió aquel tipo, puede que esté allí —sugirió Donnaiolo.
—Es probable que no esté allí —respondió el hombre bestia.
—¿Eh? ¿Porqué?
—Solo piénsalo, tener un lugar fácil de encontrar incluso para ley sería peligroso; lo más probable que esté cambiando de posición continuamente.
—Cierto, no lo había pensado.
—Prosigamos, ¿Cómo fué el encuentro?
—Si no recuerdo mal, fue dos o tres semanas después de aquella noche, en una casa de té en la plaza central; llevaba la gabardina con capucha que siempre usa, así que no pude ver su rostro; además, y lo acompañaban dos hombres muy altos y robustos.
—Dos hombres robustos… ¿Uno de ellos habrá sido al que Fimbulvetr y Alex persiguieron? —preguntó Donnaiolo.
—¿Eh? ¿Atraparon a uno de sus acompañantes? —preguntó el paciente asombrado.
—Por desgracia no, el hombre se suicidó antes de poder atraparlo.
El paciente se impresionó ante tal acción, inquietándolo por unos momentos.
—Que crueldad… Si no tiene miedo de arriesgar la vida de sus propios hombres, ¿Cómo puedo estar yo a salvó…?
—Por favor mantenga la calma, le aseguro que con la seguridad que tiene fuera de su cuarto, no hay manera en que ese hombre se le pueda acercar.
—… ¿En serio? —El hombre se veía claramente dudoso y preocupado por lo que podría pasarle si ese hombre llegara a dar con él.
Como un intento para tranquilizarlo y seguir con la plática que tenían, el hombre bestia lo miró con una expresión segura y tenaz, que logró apaciguar la angustia del hombre.
—… Está bien, le creo.
—Perfecto, ahora, volvamos a lo que nos estaba contando, ¿Cómo transcurrió su encuentro con el inmortal?
—Sí, hablamos los detalles de espaldas, pero su voz era la misma a la persona que me apuñaló; me dijo absolutamente todo lo que tenía que hacer para poder llevar a cabo el asesinato: descubrir puntos ciegos de la seguridad, y que no haya nadie en la habitación más que el objetivo, entre otras cosas.
—Entonces ¿No logró mirar su rostro a detalle?
—Pude ver su rostro un poco, pero la sombra que provoca su capucha no deja verla con claridad, así que no puedo decir mucho… ¡Pero si puedo recordar algo característico!
—¿Qué?
—Unos colmillos, muy puntiagudos, probablemente sea de una raza distinta a los humanos o reencarnados.
«¿Los reencarnados no son humanos? Vaya, eso me dolió un poco» pensó el pelirrojo.
—Ya veo, ¿No puede recordar algo más?
—Lamentablemente, después de ese día, solo lo volví a ver cuándo asesinó a ese idiota.
—Bien, entonces si me permite, quiero preguntarle algo que me desconcierta un poco.
—¿Eh? Claro, lo que sea, pregúnteme.
—Bien, aquí voy.
—…?
El hombre bestia se levantó de su asiento y se paró en la parte baja de la camilla, mirando fijamente al paciente, que lo miró un poco confuso e inquieto.
—Por lo que me contó, toda la planeación para asesinar al señor William Fox fue de aproximadamente un mes: entre el encuentro en el bar, la reunión con el inmortal y finalmente el día del asesinato, suman un mes… Un mes en el que pudo arrepentirse de cometer el crímen. Mi pregunta es… ¿Por qué no se retractó y decidió seguir con el plan hasta el final? ¿Lo tenían amenazado o algo por el estilo? Si es así, esto podría bajar la condena que le podría caer.
El paciente miró hacia la ventana reflexionando la razón por la que no se arrepintió de su decisión; mientras lo hacía, apretaba sus manos por la frustración y la impotencia.
—No… No fui amenazado, todo lo hice a voluntad propia; sé que al final fui un cobarde que no quería ir a la cárcel, pero mientras los días pasaban antes de matarlo, sentía un odio que me quemaba el pecho. No pensaba ni en el precio del encargo, ni las consecuencias, mi mente solo me ordenaba acabar con ese maldito sin importar nada. Ahora mismo me quisiera arrepentir, pero mi pecho arde de furia, lo que no me permite hacerlo.
Los dos agentes lo escucharon detenidamente, e inevitablemente pensaron si había una manera de haber evitado este accidente, sin poder llegar a una respuesta.
—Todo lo que dijo hoy repercutirá el día de su juicio, ¿Lo entiende, verdad?
—Lo entiendo, y no me arrepiento de lo que dije —Separó su vista y la volvió a dirigir hacia la ventana—; aunque esto me traiga años de prisión como consecuencia, estoy totalmente preparado para recibir mi castigo.
—… Ya veo, entonces, gracias por haber cooperado con la ley, haremos lo que esté en nuestras manos para ayudarlo en su caso.
—Se los agradecería.
—Sin más, nos retiramos.
El hombre bestia y su acompañante salieron de la habitación en tranquilidad y silencio, aunque también con algunas preguntas difíciles de responder. ¿Cómo es que el odio fue tanto como para acabar sin más con un antiguo amigo?; Aún con todo el tiempo que llevo planear el asesinato ¿El arrepentimiento no era una opción fiable; ¿Realmente merecía morir?
Montones de preguntas morales surgían en su mente, a las cuales no existían respuestas correctas, solo respuesta, nada más que respuestas no incorrectas, pero tampoco acertadas.
Aún con sus dudas al aire, los Agentes siguieron con su trabajo y salieron del hospital, subieron al coche y dieron rumbo a su base de operaciones; dónde los esperaba el testimonio de otra víctima de su criminal, que ayudaría con su propósito de detenerlo.
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Al cabo de unos minutos, el pelirrojo y el hombre bestia ya se encontraban en la agencia, preparados para contar toda la información que consiguieron de aquel paciente.
—Hemos vuelto —dijo Bearly.
Chrono les dio la bienvenida e inmediatamente pasó al tema que les importaba.
—¿Qué lograron averiguar?
—En resumidas cuentas, averiguamos que el señor Racoony se había encontrado con alguien que trabaja para el inmortal en un bar mala muerte mientras desahogada su odio en el alcohol; dicho bar está ubicado en el distrito rojo de la región Central, el local opera bajo el nombre de «Colmillo Sangriento» —respondió Bearly.
En eso, Alex entró tranquilamente en escena.
—Ah, ese lugar, he escuchado tantas cosas de ese lugar, ninguna de ellas ha sido éticamente buena.
—Vaya, Ale, haz vuelto ¿En dónde te habías metido?
—Me tomé mi tiempo contemplado la pared de la sala de interrogatorios… Tienen humedad tras los muros.
—La agencia está priorizando otros gastos —respondió Chrono.
—Eso no importa ahora, conseguí algo de información del señor Euland, pero antes, escuchemos lo que tienen nuestros compañeros.
—Gracias, supongo… En fin, como decíamos, este hombre lo hostigó y le presentó la posibilidad de acabar con el señor Fox —agregó Donnaiolo.
—¿Saben algo de ese hombre? —preguntó Fimbulvetr.
—Solo sabemos que lleva una máscara cornamentada que altera su voz y unas ropas extravagantes, nada más.
—Algo bastante llamativo, fácil de encontrar —inquirió Fimbulvetr.
—Solo hay un detalle.
—¿Cuál?
—Al parecer, ese tipo solo se le acerca a las personas que se ven llenas de furia, con ganas de venganza.
—Bien, gracias por su esfuerzo, agentes; ahora ¿Qué pudiste obtener del señor Euland, Agente Alex?
—Solo que este bastardo no se la piensa ni dos veces para matarte, ah, y que en los bajos mundos lo llaman «Kain», es probable que solo sea un apodo, pero es algo de lo que podemos partir.
—Tardaremos un tiempo en buscar información relacionada, así que por el momento, ideemos una estrategia en base a la información del bar ”Colmillo Sangriento». Si tienen en mente una manera de acercarse a ese hombre, es el momento de decirla. Tengan en cuenta que tenemos que ser cautelosos; de ser posible, atraparlo y noquearlo, ya que probablemente atraparlo sin más no serviría de nada, dudo que hable, incluso podría que también se suicide.
—¿No podríamos llevarlo con Amapola? —sugirió el pelirrojo.
—Ella tiene un código, no puede usurpar la mente de alguien sin su permiso, por lo que dudo que nos ayude —contestó Chrono.
—Eso si es un problema.
—¿Y si nos hacemos pasar por uno de sus compañeros? —sugirió Fimbulvetr.
—No los creo lo suficientemente idiotas como para no distinguir de un compañero a un agente —respondió Alex con sarcasmo.
—Tiene razón, además, de los aquí presentes los únicos que podrían pasar desapercibidos son Jannet y Alex, pero por muy poco tiempo.
—Entoces, ¿Que hacemos?
La sala quedó en silencio mientras todos los agentes presentes pensaban en una buena estrategia para acercarse lo mayor posible al inmortal con la información que poseían, pero ninguna de las propuestas eran lo suficientemente ingeniosas. Al cabo de una hora, a las 4:00pm, el pelirrojo y el hombre bestia se retiraron del departamento para tomar su descanso hasta que el reloj marcara las 6:00 de la tarde. Los demás Agentes siguieron ideando y comentando estrategias por una hora más; a las 5:00 de la tarde, se decidió posponer la reunión estratégica al día de mañana y terminar los pendientes que se tenían que hacer ese día.
Las dos Agentes entran juntas al departamento, listas para terminar con sus deberes del día.
—Hemos vuelto, Agente Chrono —dijo Jannet que apenas entraba al departamento junto con Petya.
—Bienvenidas, Petya, Agente Jannet, por favor, prosigan con los pendientes que tengan, mañana proseguiremos con la reunión estratégica.
—Esta bien.
La dos agentes toman sus respectivos asientos y se ponen manos a la obra. Pocos segundos después, Alex aprovechó el momento para acercarse a Chrono y hablar con él.
—Hey Chrono, vengo a pedirte un pequeño favor…
—¿Un favor?
—Seh.
—¿De qué se trata?
—Verás, tengo cierto inconveniente que tiene que ser remediado hoy mismo…
—Entiendo…
—Y para eso necesito salir un poco más temprano de lo habitual, si se puede ahora mismo.
—Entonces, ¿Deseas retirarte ahora?
—Precisamente.
—… Está bien, no tiene ninguna cosa pendiente, no veo problema en que se retire ahora pero, lamentablemente, al hacer esto debo asegurarme que cumpla con su margen de horas trabajadas.
—Me lo imaginé… *Suspiro* bueno, dime tu propuesta.
—Veamos… Son las 5:00 descontando la hora que le robé de su descanso hoy, y las dos horas de descanso programadas para mañana, con eso podría salir temprano, ¿Le parece bien?
—Entonces no podré salir mañana…
—No se preocupe, la agencia permite pedir que se entregue comida a la oficina.
—Vaya ¿Enserio?
—Debido a qué habrá veces donde el personal no puede salir, se decidió que se pueda hacer esto.
—Pues que conveniente la verdad, Hum… Bien, pues mañana no saldré entonces.
—Entoces, puede retirarse, lo espero mañana a las 8:00am como siempre
—Gracias, nos vemos mañana.
Alex se dio media vuelta hacia la puerta, pero antes de irse, Chrono le hizo una última pregunta:
—¿Y cuál es ese inconveniente tan importante? Si se puede saber.
—Solo digamos que debo de compensar un error que cometí con alguien que, si no lo arreglo hoy, me arrepentiré por un buen tiempo.
Una vez dicho eso, Alex se esfumó del departamento para dar paso a su siguiente destino: Su habitación de hotel que, al cabo de unos minutos en taxi, ya se encontraba en frente del gran edificio. Entró al establecimiento, subió el ascensor hasta el piso donde se encontraba su cuarto y abrió la puerta.
Dentro, lo esperaba la presencia de James, hermano menor de Bernard Dodgy, el ladrón que lo había usado a él para robarle a la señora Grimm, el cual Alex detuvo a pocos días de su llegada a Serenia. Días después de ese incidente, contrató sus servicios de limpieza para que mantuviera su habitación limpia cuando el estuviera trabajando.
—Vaya, señor Alex, hoy volvió temprano de la agencia —dijo el chico.
—Si, recordé que tenía un pequeño inconveniente que resolver, por lo que pedí que me dejaran salir temprano.
—¿Este «inconveniente» tiene que ver con la chica que trajo ayer, verdad?
Alex se atragantó con su saliva de la impresión.
—Cof, cof, cor… Demonios, no te escapa ningún detalle con esa habilidad tuya.
—En cierto modo es una ventaja —respondió el chico.
«Realidad» habilidad que le permite a James ver más allá, o más bien, a través de las palabras y acciones de las personas, entiendo su verdadero significado o razón. Con ella, una indirecta se proyecta con su verdadera intención en su mente, haciendo imposible engañarlo o confundirlo con facilidad.
—Supongo que no hay mucho que ocultar, así que te lo contaré.
—Soy todo oídos.
Alex entró y cerró la puerta, colgó su chaqueta en el perchero y camino directo a su cama para sentarse en lo que le contaba el pequeño error que había cometido por haberse dejado llevar por la lujuria.
—Ayer en la tarde, quedé con una conocido para ir a cenar con ella a su casa…
—La señorita Nekota, entiendo.
—Sabes, el hecho que veas la realidad de todo es increíble… *Suspiro* el caso, quedé con Karin para cenar con ella, pero lo olvidé y me fui de tragos con el trapo albino y el mujeriego de la agencia. Estando allí, tome un poco y terminé seduciendo a esa chica, y trayéndola acá para disfrutar.
—Seguramente alguien más se lo habrá dicho, pero tengo que hacerlo también.
—Sueltalo, ya me espero lo que dirás.
—Bien, solo puedo decir que fue muy descortés y estúpido de su parte.
—Casi justo eso me dijeron, que sorpresa.
El agente se levantó de la cama y se dirigió con pereza al baño.
—Tú, que sabes todo, ¿Creés que una cena en un restaurante puede hacer que me perdone?
James pensó detenidamente en su respuesta antes de decirla, tomando muchas cosas en cuenta para llegar a la más acertada.
—Bajo mi perspectiva, es probable que la señorita Nekota te perdone, mas dudo mucho que lo olvide, por lo que quedará como una pequeña espina para el futuro.
—Ciertamente… Es una suerte que no sepa lo que pasó en realidad.
—Y si, ya que si lo supiera…
—No lo digas, me lo puedo imaginar.
—¿Si? Bueno… Entonces ¿Se dará una ducha?
—Si, hice un combate con Jannet que me hizo sudar un poco, me lo quitaré de encima y saldré a recogerla.
—Cruce los dedos a qué le permitan salir, aún es horario laboral después de todo.
Sin más, Alex entró al baño y tomó una tranquilizadora y revitalizante ducha; al salir, James le tenía preparada la ropa que podría ponerse, aunque en realidad no cambiaba en lo absoluto a lo que usa normalmente. Una vez se cambió, tomó sus llaves, se despidió de James y salió del apartamento. Una vez fuera del edificio tomó un taxi y se dirigió a la plaza central.
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