De criminal a detective. - 16
—Ahora que lo pienso, ¿Cómo mierda se invita a alguien a cenar?
Cómo cualquier chófer de transporte público, el taxista aprovechó el pensamiento en voz alta de Alex para abrir una conversación.
—¿Nunca ha invitado a una persona a una cena? —preguntó el taxista con un tono neutro y relajado en su voz, sin separar su visión del camino.
—No con la intención de en realidad ir a cenar —contestó con un tono medianamente pícaro —¿Y tú lo has hecho?
—Soy un hombre casado, por supuesto que he invitado a cenar a mí mujer, a día de hoy sigo haciéndolo cada año como aniversario de boda.
—Je… Veo que se vuelve algo tan cotidiano cuando ya tienes la soga al cuello.
—¿La soga al cuello? ¿Qué quieres decir?
—Me refiero cuando ya tienes el compromiso encima. Tú estás casado, en cambio yo solo estoy intentando enmendar un pequeño error que cometí.
—¿Hizo algo que molesto a la señorita?
—No, pero puedo notar que la hice sentir mal.
—Si no es mucho indiscreción, ¿Qué fue lo que hizo que haga que quieras enmendarlo?
Alex se reacomodó en el asiento, miró por la ventana para contemplar el paisaje urbano que lo rodeaba mientras pensaba lo bueno que era el taxista para seguir con la conversación sin llegar a ser descortés.
—… Primero que todo, le había dicho que iría a su casa a cenar el día de ayer, pero por ciertas razones que no pienso comentar, falté a mi palabra. No recordé que había prometido cenar con ella hasta hoy en mi hora de descanso; cuando me la encontré en el restaurante en el que trabaja, me disculpé vagamente y aparte le mentí.
—Y ahora piensa invitarla a cenar como compensación…
—Si, precisamente… *Suspiro* dime, taxista ¿Crees que servirá?
El taxista se mantuvo en silencio mientras pensaba en su respuesta y ponía atención al camino que faltaba por recorrer. Llegando a un semáforo en rojo, aprovechó a sacar una cajetilla de cigarros y tomó uno; también le ofreció uno al Agente pero este lo rechazó ya que no fuma. Encendió el cigarro y le dio un suspiro, soltando el humo por la ventana del carro.
—¿Se siente arrepentido por lo que hizo? ¿O por cómo la hizo sentir?
Cuando el taxista le preguntó si se sentía mal por sus actos, la imágen de Karin llegó a su mente, junto con un pinchazo en el pecho que lo hacía sentir agobiado y ansioso.
—… No sé que mierda es esto… Pero definitivamente no se siente bien, en lo absoluto.
El taxista escuchó atentamente la respuesta del Agente, a la vez que lo miraba por el espejo del carro, notando una ligera expresión de angustia y culpa en el rostro de Alex. El semáforo se puso en verde y dio marcha al carro nuevamente, mientras daba otro suspiro a su cigarro y los aplastaba en el cenicero.
—… Sabes, hace mucho escuché que una persona hace las cosas de corazón por una persona cuando entiende un poco el cómo lo hizo sentir con sus acciones. Hace no mucho, discutí fuertemente con mi esposa, al final nos dijimos cosas horribles el uno al otro, pero yo fuí el que tiró la piedra más grande; en ese momento no quería aceptar que yo tenía la culpa, hasta que me tranquilice ye di cuenta en cómo lo había arruinado.
El taxista guardó la cajetilla de cigarros en el estuche del copiloto y miró de reojo al Agente.
—Una relación se basa primeramente en la confianza que cada individuo siente por el otro, pero en los problemas ese sentido de confianza desaparece y se vuelve en desconfianza; al fin y al cabo, la mayoría de las peleas suceden por las dos partes tienen vistas distintas, lo que las hace chocar.
El taxista abrió el compartimiento del carro y sacó una fotografía de él y su esposa, recordando todos los bellos momentos que pasa junto a ella.
—¿Sabes cuál es el recurso indispensable para solucionar un problema?
—¿… Qué?
—La empatía, esa misma que está provocando esas malas sensaciones en tu cuerpo. Al ponerte en los zapatos de ella, y pensando en la manera en la que hiciste sentir, entiendes perfectamente que lo arruinaste.
El taxi llegó a su destino y se detuvo a una cuadra antes de llegar al restaurante.
—Mientras sepas que hiciste mal y sientas lo mismo que sintió ella, tus palabras y acciones serán sinceras.
—¿… Y qué si no es así?
—Si la otra persona en serio te aprecia, podrá perdonarte, así que no lo pienses mucho y solo di lo que tú corazón quiera decir.
—Mi corazón… Ja, eres el taxista más hablador que he conocido.
—Es parte del trabajo, ahora, sal de aquí y arregla tu relación, pero no olvides pagarme, que dar consejos no me da para comer.
Alex bajó del coche no sin antes pagar la respectiva tarifa. Se acercó al restaurante pero antes de entrar se preparó mentalmente.
«¿Porqué mierda se me acelera el corazón? ¿Acaso estoy nervioso? ¿Yo, el antiguo rey del crimen? Imposible, mejor no pienses en eso y mentálizate»
El Agente respiró profundamente y soltó el aire poco a poco; una vez con la mente más clara, entró y buscó con su mirada a Karin.
«Rayos, acabo de venir esta mañana, y no me di cuenta que este lugar es bastante grande; pero no estoy aquí para mirar, ¿Dónde está Karin?»
Buscándola un poco más detenidamente, el Agente encontró con su mirada a la mujer gato, al fondo del establecimiento, recogiendo una de las tantas cuentas que se encontraban en las mesas.
«Allí estás, está bien, recuerda Alex, deja que hable tu corazón, no tu cerebro»
Alex se acercó serenamente hacia ella sin llamar su atención, hasta que estaba a una distancia lo suficientemente corta como para hablar con ella sin la necesidad de alzar la voz.
—H-hola, Karin. «¡Tartamudé! ¡No pudo empezar peor esta situación!»
Al identificar la voz que la llamaba, la mujer volteó con una expresión de asombro.
—Vaya, Alex ¿Que haces aquí? ¿No se supone que deberías de estar trabajando? —preguntó confundida.
—S-si, pero pedí salir temprano ya que tenía algo pendiente.
—Ya veo…
—…
La mujer gato tardó unos segundos en darse cuenta que el «pendiente» que Alex tenía que resolver era con ella. En lo que los dos se mantenían en silencio, las compañeras de Karin se secreteaban entre ellas, mirando alegremente la situación.
—… ¡Ah ¿E-el pendiente soy yo?!
—Precisamente, te debo una cena por lo que pasó ayer.
—P-pero…
En eso, una de las chicas, con trenzas muy grandes y voluminosas de color blanco y orejas de conejo que resaltaban mucho a la vista, se acercó al par.
—¡Yo-ho!, Mucho gusto, soy Mimi.
—¿Eh? Si… Mucho gusto, soy Alex.
—¿Alex?
La pequeña mesera se acercó peligrosamente al rostro del Agente, el cuál se asombró y no tuvo tiempo de procesar, quedando frente a frente por un momento; esta situación provocó una reacción en la mujer gato, que inmediatamente erizó los pelos de su cola.
—¿M-mimi, q-qué estás haciendo…?
—¡Ah! ¿No es noble príncipe que nos contaste que te salvó?
—¡Mimi, no es momento de mencionar eso!
Ante tan vivo ambiente, las otras dos chicas que observaban se acercaron a su vivaz compañera para hacerle soporte. Una de ellas era una mujer gato de tez morena y cabello rubio; y la otra una mujer de cabello violeta, que emanaba una aura de elegancia.
—Asi que tú eres el famoso Alex, cielos, tenía tantas ganas de conocer al encantador hombre que ayudó a la anfitriona.
—Tienes razón, señorita Misty, la anfitriona nos ha contado tantas maravillas que es imposible imaginarse a un noble caballero —reafirmó la chica de pelo violeta.
—Ustedes dos, avergüenzan a Karin —dijo Mimi.
Las dos chicas miraron a Karin, que estaba en el piso más roja que nunca.
—Ah… Perdón, jefa —dijo la chica rubia.
—No se preocupen chicas, estas situaciones han pasado tantas veces que creo que me he acostumbrado —dijo Karin mientras hacía el intento de levantarse de suelo..
—Muy bien chicas, sería poco profesional de nuestra parte seguir con nuestro espectáculo sin presentarnos antes —dijo la chica conejo.
—Tienes razón, señorita Mimi, las presentaciones son importantes —contestó la chica de pelo violeta.
—¡Entonces pido primis! Ejem… Hola, me llamo Misty, un gusto señor héroe —dijo la chica gato con un tono muy vivaz e informal.
—No soy ningún héroe…
—Ya lo dije antes pero lo repetiré para tí… Me llamó Mimi, me alegra porfin conocerte, noble príncipe.
—Tampoco soy un príncipe…
—Supongo que mi turno.
La mujer de pelo violeta hizo una reverencia de lo más elegante: tomando los lados de su vestido, inclinó su cuerpo y cruzó sus pies mientras doblaba sus rodillas ligeramente.
—Mucho gusto, le agradezco todo lo que ha hecho por nuestra compañera hasta el día de hoy, mi nombre es Cynthia Models, espero contar con usted de ahora en adelante, noble caballero.
«Cada una me llama como les place…»
—Todavía faltarían la contadora y la dueña, pero están algo ocupadas, por lo que por ahora se acabaron las presentaciones. Ahora… Pasemos a lo importante…
—¡Oye, Mimi! ¿No has escuchado que los problemas de pareja son de dos y no de… 3… 4… 5? —exclamó Misty contando a todos los presentes con los dedos de sus manos.
—Vamos, ¿Porqué no? Puede que sea de ayuda…
—¿Solo quieres fastidiar verdad?
—Jeje, solo bromeaba, la verdad, todo ya está claro.
Karin miró con confusión a su compañera, mientras esta se acercaba y tomaba sus manos.
—Solo ve, anfitriona.
—¿Eh? Pero si todavía faltan dos horas…
—Le acabo de preguntar a la dueña y dijo que está bien.
—¡Bien hecho, Cynty! No esperaba menos. «¿En qué momento te fuiste?»
—Ya lo oíste Karin, la dueña está de acuerdo, ¡así que nada de peros y ve! —dijo Mimi con alegría.
—No se preocupe por el trabajo, anfitriona, yo, Cynthia Models, me encargaré de todo en su ausencia.
Karin miró con cariño a sus compañeros y sonrió amablemente.
—Chicas… Gracias, les encargo el restaurante.
—Sí, sí, ¡Dense prisa y váyanse! Que el sol está por esconderse.
Mimi empujó a los dos fuera del restaurante y regresó para dejarlos a solas. No pasó mucho para que Karin se pusiera ansiosa y meneara su cola de lado a lado. Para ese momento, Alex aun estaba sereno.
«Y nos sacaron así, sin más. Supongo que ahora solo tengo que decirle y ya…»
El Agente miró fijamente a Karin, que había achicado su cuerpo mientras que ella y su cola no dejaban de menearse inquietamente. Con unos ojos ingenuos y un rostro avergonzando y ansioso, miró a Alex, lo que provocó que su corazón se acelerara y destrozara su tranquilidad de un solo ataque. Avergonzados, los dos dejan de mirarse y voltean a su alrededor.
«¡No me mires así, por dios! Ahora estoy lo contrario de tranquilo, estoy que el corazón se me detiene… Aaahhhhh, no puedo pensar con claridad. Maldición, hacer acciones honestas es mucho más complicado de lo que pensé»
Ante la incapacidad de manejar la situación, una palabras resonaron en la mente del hombre:
«»Mientras sepas que hiciste mal y sientas lo mismo que sintió ella, tus palabras y acciones serán sinceras»»
Las palabras tranquilizaron el corazón del Agente y le dieron claridad a sus pensamientos.
«Es verdad, no solo falté a mi palabra, sino que también le mentí; estoy más que seguro que la hice sentir mal»
Miró nuevamente a la mujer, que estaba mirando al lado contrario, evitando cualquier contacto visual.
«Puede que esto no solucione mis acciones, pero es algo que tengo que hacer para ver su sonrisa otra vez»
El hombre tomó la determinación que le faltaba y empezó a actuar.
—Karin.
—¿S-si…?
«Que hable el corazón, no tú razón»
—Sé muy bien que falté a mi palabra, y me siento culpable por ello.
—Ya te dije que todo estaba bi…
—Tambien entiendo que falté a tu confianza, puedes decir que todo está bien, pero estoy seguro que no es así.
—Alex…
—Puede que estas acciones te parezcan estúpidas, incluso egoístas, pero…
El hombre agarró con firmeza su pecho, y miró fijamente a la mujer con una mirada sincera.
—Quiero seguir sonriendo junto a tí, Karin.
El hombre extendió su mano y por primera vez desde que llegó, inclinó su cabeza ante la mujer gato.
—Asi que por favor, acepta esta cena.
La mujer se sorprendió al ver a aquel hombre sarcástico y orgulloso agachar sinceramente su cabeza ante ella, su cuerpo se abrazó de una sensación cálida, y su corazón se puso sentimental, soltando una pequeñas lágrimas.
—Sniff, Por dios, cada vez me hace sentir un mar de emociones, Alex —dijo la Karin mientras se secaba las lágrimas en sus ojos.
—Ah… Perdón por eso…
—No… No son malas emociones, todas ellas son buenas, y me hacen sentir cálida y feliz.
—Ya veo… Entonces… ¿Es un sí…?
—Jaja, por supuesto que sí.
Alex se emocionó tanto que sonrió de oreja a oreja.
—Aaahhh, que alivio, no sabía que habría hecho si no hubieras aceptado.
La mujer solo ríe y sonríe por la reacción tan natural del hombre. Por fin, la acciones del Agente ante ella eran sinceras y no premeditadas, y eso producía una alegría en su interior.
—… Tonto.
—Guh… ¿Y ese insulto tan repentino…?
—Por nada, solo quise decirlo.
—Que cruel…
—Jajaja, ay Alex.
—Bueno, suficiente hablar, demos marcha a nuestro destino.
Junto a Karin, Alex dio el primer paso hacia su destino.
—A todo esto, ¿Adónde piensas llevarme?
—Tenía pensado a llevarte a un restaurante 5 estrellas cerca del centro.
—Suena algo…
—Pero, pensé que no es lugar dónde pueda platicar tranquilamente contigo, así que mejor opte por uno más tranquilo, al fin y al cabo, con tu compañía, hasta un puesto callejero me parece bien.
—Alex…
—Si no te parece, podemos ir a dónde tú quieras.
—No, con que esté contigo, estaré feliz.
—Ya veo, entonces andando, de mientras, contemos algunas anécdotas.
—Ah… En ese caso, una vez un hombre pidió todas las comidas del menú ¡Y se las acabó enseguida!
—¿Enserio? Cuéntame cómo fue.
—Pues verás, yo estaba como siempre, dándole la bienvenida a los clientes, hasta que entra ese hombre…
<><><><><><>
El tiempo pasó y cuando menos lo pensaron, ya era hora de volver a casa a hacer la cena. En el camino, los dos aún seguían embriagados por la conversación, no dejaron de hablar desde antes de llegar al restaurante hasta que salieron y pagaron la cuenta. Disfrutaban mutuamente la compañía del otro.
—Ah, cierto, ayer no te pude contar que apenas me convertí en Agente Especial.
—¿Eh?¿No lo eras ya?
—Tal parece que no, era nada más que un simple policía.
—En cierto modo es sorprendente que no te hayas dado cuenta hasta ahora…
—¿Verdad? Tres meses tardé, soy un verdadero idiota.
—Lo bueno es que ya lo eres, y bien ¿Cómo te sientes con tu nuevo puesto?
—Hmm… Pues ahora está algo ajetreado ya que tuve la suerte de toparme con un caso en mi primer día, y aunque aumentó considerablemente el trabajo, me siento más ocupado y eso me gusta.
—La mayoría de la gente quisiera que fuera al revés, ya que se podrían estresar más.
—Lo sé, pero como yo nunca tuve la oportunidad de tener este tipo de ambiente, lo estoy disfrutando mucho.
—¿Qué hacías antes de llegar aquí?
—Pues verás, era el…
Antes de seguir hablando, recuerdos repletos de sangre y caos lo detuvieron en seco. Pensó que, si le contaba sobre su antigua vida, solo le esperaba una mala reacción. Con esto en mente, el Agente desvío su mirada y se quedó callado, cosa que la mujer notó.
—¡N-no es necesario que me lo cuentes!, tampoco es tan necesario, solo es curiosidad, nada más.
A pesar de que lo entendió, Alex no pudo evitar sentirse mal por otra vez ocultarle algo.
—… Lo siento.
—¡No es necesario que te disculpes! Ah… ¡Ya se! Mejor cuéntame del caso que tienes ahora.
Aunque con un sentimiento agridulce, el Agente tomó su palabra y cambió el tema.
—Si, tienes razón, mejor te platico de eso.
—Soy toda oídos.
—Ahhh… Veamos, pues empezó como un supuesto caso de suicidio…
Alex puso al tanto a la mujer gato, que escuchó a detalle toda la información.
—¿Así que ese hombre no puede morir, y tampoco saben dónde encontrarlo?
—Por suerte, tenemos ahora la posibilidad de qué su base de operaciones sea un bar del distrito rojo de esta región.
—Eso ya es inicio.
—*Suspiro* Pero enserio es un fastidio que ese maldito no pueda morir, le descargué todo el cartucho en su cabeza y aún así siguió corriendo.
La mujer quedó en silencio por un momento, pensado.
—¿Hum? ¿Que pasa, Karin?
—No, nada, solo pensaba… No, olvídalo, no es nada relevante.
Alex miró a Karin y recordó aquel hombre que la observaba desde fuera del restaurante aquella tarde.
«Solo es probable, pero puede que Karin sepa algo de porqué ese hombre la observaba, pero… No quiere comentar sobre ello, y tampoco puedo presionarla para que me cuente, al fin y al cabo, yo también le acabo de ocultar algo. Lo mejor será que ese imbécil lo haga»
Los dos porfin llegan a la casa de Karin, dónde la pequeña Nana los esperaba en la puerta. Lo primero que hizo, fue sermonear a su hermana por llegar casi dos horas más tarde de lo habitual.
—¡Hermana, hasta que porfin regresas! ¿Ya viste la hora que es? ¡Son casi las 10!
—Ajaja… Perdón, Nana… Se nos pasó el tiempo volando…
—¿Se nos pasó…?
Nana miró al lado de su hermana y vió al Agente. Con solo verlo, el enojo de la pequeña desapareció y empezó a saltar de alegría.
—¡Hermanito, hace mucho que no te veía!
—Pero si nos vimos la semana pasada…
—Ya pero es que se siente que pasa una eternidad desde que me visitas, me la paso aburrida.
—¿Aún tienes a tu hermana para jugar no?
—Si, pero es que a ella no me gusta hacerle travesuras.
—¿Qué crees que soy? ¿Un bufón?
—¡Por supuesto que no! Eres mi hermanito mayor, ¡y los hermanos mayores deben dejar que sus hermanas menores les hagan bromas!
—En pocas palabras, soy tu juguete.
—Si, algo así.
—Ni siquiera lo negaste…
—Ajajajaja ¡Tus reacciones son muy divertidas!
—Veo que agarraste un gusto por burlarte de mí.
—Lo aprendí de ti, hermanito.
—… Ja, aprendes rápido, jovencita.
Los dos se miraron por un momento, y después sonrieron y rieron juntos.
—Me preocupaba que mi hermana estuviera en la calle a estas horas, pero saber que estaba contigo me tranquiliza.
—Gracias por traerme, Alex.
—No hay de qué, es lo menos que podía hacer.
—¡Me la pasé estupendo, platicar por horas de cualquier cosa es tan divertido!
—Y no tiene porqué ser la última, podemos salir otro día… Si quieres…
—Alex… Jeje, por supuesto que sí.
—¿Si? me alegra.
Los dos se miraron a los ojos, y sonrieron el uno al otro sin querer que acabe ese momento.
—Hermana, tengo hambre…
—¡Ah, si! Perdón Nana, ahora preparo algo, solo espera un momento…
—Supongo que ya es hora de retirarme, que también tengo que llegar a mi casa.
—Esta bien, que descanses, ve con cuidado.
—Igualmente, que tu y Nana descansen, hasta mañana.
Sin más, el Agente dio media vuelta y empezó a alejarse, y Karin procedió a entrar a su casa. Antes de que pudiera entrara por completo, el Agente exclamó su nombre.
—Karin.
—¿Eh? ¿Que pasa, Alex?
—Te seré sincero, aún no puedo mencionarte nada de mi antiguo vida, pero algún día te lo contaré… Quiero que seas paciente y, que cuando decida decirte todo, quiero que escuches hasta la última palabra.
La mujer se asombró y permaneció en silencio, mientras que el Agente se alejaba lentamente del lugar, dejándola ansiosa en la entrada de su casa.
—Alex…
<><><><><><>
El reloj marcaba las 10:09, Alex estaba dando un pequeño paseo antes de volver a su hotel, mientras pensaba en distintas cosas.
—*Suspira* jamás me la había pasado tan platicando con alguien, por alguna razón, me siento bastante liberado.
A pesar de ser las diez, las calles de la ciudad se encontraban solitarias, solo pasaban uno que otro vehículo, pero en la banqueta solo estaba Alex. En su tranquilo camino, el Agente se encontró un bar, del cuál el dueño sacaba un pequeño grupo de cuatro hombres que estaban borrachos, y muy violentos.
—Vaya, una parvada de borrachos, espero que no me causen problemas.
Entre esos hombres, Alex identificó a uno de ellos: Uno de los tipos al que le rompió varios dedos de su mano, y que después le robó el dinero para poder dormir en un hotel, estaba justo allí, gritando como animal.
«Aunque te molí a golpes y te doble los dedos, no se te quitó lo idiota, es impresionante…»
—¡¿Qué te pasa, maldito anciano!? ¡¿Ha!?
—Han estado molestando a los demás clientes desde que llegaron, les llamé la atención varias veces pero no escucharon, ¡Así que fuera de mi establecimiento!
—¡¿Y quién te crees que eres para decirme que hacer!? ¡Yo hago lo que se me da la gana, si le quiero gritar a alguien, lo hago y ya!
—¡A mí no me intimidas maldito mocoso! ¡Tú todos ustedes son una bola de inútiles que ni siquiera pagaron por las cervezas que se tomaron!
—¡Tomaré todo lo que quiera y tú no puedes hacer nada!¡Quítate y déjame entrar o si no…!
—¿O si no qué?
Antes de que la situación se agravara, un grupo de oficinista que estaban escuchando el alboroto desde dentro del bar salieron a defender al dueño.
—¿Quieres pelear, maldito? —exclamó el oficinista.
La aparición de estos hombres fue suficiente como para ahuyentar a los cuatro borrachos, que se fueron del lugar a regañadientes, cada uno por su lado. Alex aprovechó para hablar con el dueño del bar.
—Qué clientes más problemáticos.
—Y que lo diga, esos tipos solo se la pasan haciendo problemas, sobretodo el tipo ese, que es el cabecilla de todo.
—¿El zorro rubio?
—Ese mismo, estuvo un tiempo sin mostrarse, por lo que escuché, él y otro molestaron a alguien peligroso y lo dejo muy golpeado, después de eso se quedó un tiempo encerrado en su casa por la humillación. Pero hace dos meses volvió a las andadas, y con él, todo ese montón de idiotas.
—Qué molesto, ese tipo de gente debería de quedarse en su casa gritándole a la pared.
—¡Deberían de estar tras las rejas! Solo así se les bajaría las nubes de grandeza.
—Tras las rejas…
En ese momento, el Agente recordó algunas cosas del trabajo:
«»Los únicos que podrían pasar desapercibidos son Jannet y Alex, pero por muy poco tiempo». «Ese tipo solo se le acerca a las personas que se ven llenas de furia, con ganas de venganza»»
—Que tal sí…
—Disculpe ¿Dijo algo, señor?
—No… Nada… Debo de irme, gracias por la información.
—¿Eh? Si, cuídese…
Pasaron los minutos, y aquel hombre caminaba pateando con enojo cada cosa que se encontraba. Se acercó a un cesto y tiró todo lo que había en el de una patada. En ese instante, Alex hace aparición.
—Veo que lo animal lo llevas en la sangre.
—¿Y a ti quién carajos te pregun…
Cuando el hombre identificó a aquel que lo ofendió, su actitud hostil desapareció enseguida, y se quedó paralizado.
—Veo que me recuerdas, bien, bien… Es bueno recordar al hombre que te rompió la cara.
El Agente se acercó lentamente al hombre, que estaba paralizado al lado del bote de basura.
—Cuéntame, ¿Cómo haz estado? Supongo que bien. Vi tu teatrito allá atrás y puedo notar que sigues sintiéndote en las nubes.
El hombre no podía soltar ni una sola palabra, ni siquiera mover un dedo. Los recuerdos de aquella dolorosa noche lo mantenían perplejo.
—Sabes, ser un delincuente no deja nada bueno; la gente te odia, tu reputación cae por los suelos y otros patanes pueden llegar a molestarte. Por esa razón, te recomendaría enderezar tú camino; puedes empezar con pequeñas acciones…
El Agente miró el cesto y sonrió levemente.
—Por ejemplo, puedes recoger la basura.
—¿E-eh…?
—Vamos ¿Qué esperas? Recogela.
—…
El hombre se agachó y empezó a recoger las bolsas grandes de basuras que se habían caído. Alex se acercó y, con su navaja, abrió una de ellas y sacó todo en su interior y lo tiró en frente del hombre.
—Tambien, recoge esta… Con tus manos.
El hombre se detuvo, negándose a juntarla.
—¡Te dije que la recogieras!
Alex puso su pie en la cabeza al hombre y lo azotó en el montón de basura. Después de eso, el hombre volvió a moverse y empezó a juntar la basura con sus manos.
—Asi me gusta, verás que hacer buenas acciones te guiarán por el buen camino. Yo lo empecé a hacer, solo mira.
Tomó su insignia de Agente y con orgullo se la mostró al hombre, que quedó perplejo al verla. Alguien cómo él, trabajaba para la ley.
—¿A que es bonita verdad? Eso me recuerda, sabes… Acabo de llegar de comer de un buen restaurante y pues me quedé algo corto de dinero asi que… Dame el tuyo.
Sin decir ni pío, el hombre sacó todo el dinero que tenía y se lo dio.
—Bien, sabía que no me defraudarías, la otra vez te amenacé, pero supongo que ahora no será necesario, pues… Supongo que entiendes que, si llega cierta denuncia a la agencia… Será tu fin.
—…
—¿Lo estiendes? ¡Bien!
—…
—La única manera de librarte de mí, es que te mueras… O que yo muera, aunque claro, tu no serías capaz de rasguñarme, solo mírate, ajaja, recogiendo basura con las manos cómo si fueras un pordiosero. Puff, AJAJAJAJJAJAAJ.
El Agente se dio la vuelta y procedió a alejarse del lugar.
—Bueno, nos vemos luego, compañero.
Alex se desvaneció entre la oscuridad y dejó al hombre de rodillas, frente a la basura.
—… Maldito… Maldito, maldito, maldito, maldito, MALDITO, MALDITO, ¡¡¡MALDITO, MALDITOOOOOOOOO!!!!!!
Golpeó el piso repetidas veces, lleno de furia e impotencia.
—Te mataré… ¡Ten por seguro que te mataré! ¡Pagarás por esto, maldito bastardo!
<><><><><><>
Una vez en su apartamento, el Agente se recostó en su cama, exhausto.
—Aaaahhhh, que bien se siente acostarte después de un gran día de trabajo. Hice tantas cosas que apenas y recuerdo todo. Hoy salí temprano, pero por ello mañana no saldré a descansar, será pesado, pero nada de otro mundo.
El Agente recordó lo ocurrido hace un rato.
«Puede que esto no será para nada moral y ético, pero si funciona, el fin justificará los medios. Al fin y al cabo…
«Si nadie se entera, ¿Qué importa si arrestamos a un bastardo de más…?»
Comments for chapter "16"
QUE TE PARECIÓ?