De criminal a detective. - 04
Por fin era mañana, ya eran casi las 12 de la tarde, Alex estaba totalmente cansado como para levantarse, pero sabía que no se podía quedarse tirado en la cama y tenía que ir a hacer ese dichoso curso de capacitación para poder ser reconocido como un ciudadano más del lugar, con mucha pereza se levantó, se vistió, tomó su chaqueta y salió del apartamento.
Estando fuera de la habitación, caminó hacia el ascensor y en el pasillo Alex miró a lo lejos a un chico hablando con una anciana, parecían conocerse por lo que lo pasó por alto y subió al elevador, antes de que las puertas se cerraran, el joven de antes sube junto con él, estando uno al lado del otro, Alex lo examina con la mirada:
«Orejas de animal, parecen ser de perro, una vestimenta bastante simple y el pelo típico de prota genérico, incluso yo lo tengo, no parece que vaya a la escuela, aunque ni siquiera sé si existen en este lugar, puede que sea un repartidor o algún tipo de promotor».
El ascensor llegó hasta la planta baja sin ningún problema, el chico salió rápidamente de este mientras que Alex lo hizo tranquilamente y con la misma tranquilidad se fue del edificio con destino a la agencia de policía.
—Maldición, me siento del horrible, todo el cuerpo me duele, la cama estaba muy cómoda pero aun así no fue suficiente como para quitarme el dolor, después del curso iré a un hospital para ver si no estoy roto de alguna parte —dijo Alex sobándose la espalda como si fuera un viejo.
En el camino, Alex se encontró nuevamente con el artista callejero del día anterior, se había comprado ropa nueva con la fortuna que ganó, parecía que hoy no había espectáculo y estaba solo paseándose por la ciudad, decidió acercarse a platicar con él:
—Parece que ayer te fue bastante bien por solo haber hervido un huevo, veo que hasta nueva ropa te compraste —dijo Alex con tono relajado señalando las bolsas con ropa que llevaba el artista.
—Oh vaya, así que estuvo en el espectáculo de ayer, sí que me fue bien, pero no tanto como otros días, puedo decir que fue una ganancia regular —comentó el artista.
«Ganancia regular dice» pensó Alex. —Con todo ese dinero que ganas podrías incluso abrir tu propio circo, pero decides gastarlo en ropa que usarás solo una vez, ¿Por qué? —preguntó con un tono serio.
—La respuesta es bastante simple: es muy difícil abrir tu propio circo, necesitas mucho papeleo además de una recomendación de otro circo, y para eso necesito primero entrar a uno profesional y agradarle al dueño, y así me recomiende y abrir mi propia carpa —explicó el artista.
—Entonces abrir un circo es bastante tedioso —inquirió Alex.
—No solo un circo, todos los negocios además de un permiso, necesitan que el dueño tenga una recomendación de otro establecimiento para poder operar —contestó el artista.
—Ya veo, necesitas experiencia para poder abrir tu propio establecimiento, en cierto modo tiene lógica; bueno, gracias por la información, te dejo en tus cosas, hasta luego —dijo Alex retirándose rápidamente del lugar para no perder más tiempo.
Después de unos minutos, por fin se encontraba en la agencia, los empleados ya estaban al tanto de su llegada por lo que lo llevaron rápidamente a la habitación donde haría el curso; era una habitación amplia con solo una silla y una mesa, parecía una cámara de interrogatorios, pero no le prestó mayor importancia y se sentó, le entregaron un pequeño libro y unas hojas, junto con un lápiz. Le pidieron que primero leyera el libro antes de contestar las hojas, el libro no era bastante grande, y por alguna razón se encontraba en inglés, algo que hasta ahora no había visto, pero esto lo alivió ya que no entendía en idioma de este lugar; en el venía lo que parecía ser un cuento para niños.
—¿Y está porquería? se supone que vine a hacer un curso, no a leer cuentos, aaaaahhh… no tengo de otra, por suerte viene en inglés, aunque en realidad no importaba en qué idioma viniera mientras no sea el de este lugar, bueno veamos de que se trata —dijo Alex para después ponerse a leer.
«Hace mucho tiempo, una estrella nació y evolucionó en el mundo que conocemos, con dos continentes totalmente alejados el uno con el otro, en uno de ellos vivían los humanos, seres de gran inteligencia capaces de adaptarse a cualquier ambiente; y en el otro se encontraban las bestias, seres con más cualidades de animales que los humanos, una gran fuerza, pero poco razonamiento.
Las dos razas vivieron apartados una de la otra hasta que después de Miles de años, los continentes se unieron transformándose en uno solo, con este acontecimiento la interacción entre ellas era inevitable, y por mucho tiempo, humanos y bestias se cazaron entre ellos, con el fin de convertirse en la raza dominante. Pasaron otros miles de años para que por fin surgiera una amistad humano-bestia, pero por desgracia fue terriblemente rechazada por las dos razas, dejando a su suerte a estos individuos, pasaron los años y más amistades similares aparecieron, llegando al punto de poder procrearse, naciendo de allí los semihumanos, raza con la inteligencia de los humanos, y algunas características de las bestias. Además de las características principales, los semihumanos desarrollaron habilidades que desafiaban las leyes del universo, desde controlar las plantas, hasta controlar a otras personas, estás habilidades les dieron el poder suficiente para entrar en acción, y darle fin de una vez por todas a ésta absurda guerra.
Con la intervención de los semihumanos, la batalla llegó a su fin, y para mantener la paz, se decidió repartir las tierras y prohibir la interacción entre las tres razas. Sin embargo, con el pasar del tiempo, la relación entre los humanos y los semihumanos se fue apaciguando llegando a una amistad y uniendo sus tierras para crecer juntos.
Debido a la batalla, la raza humana quedó gravemente herida, quedando muy pocos ejemplares con vida, por lo que la unión con los semihumanos también era un método para sobrevivir.
Las bestias tardaron mucho para hacer paces con las otras razas, pero con tiempo las tres razas pudieron vivir en paz y unir fuerzas, entre todas las razas unidas, se decidió llamar al nuevo Reino: Serenia».
—Así que éste fue el nacimiento de la sociedad de hoy en día, interesante pero esta basura no me contó nada de la llegada de los reencarnados, meh, como sea, por lo menos sé algo de cultura general de este lugar —dijo Alex estirándose un poco en la silla.
Las hojas que le entregaron eran preguntas de las diferentes ramas del conocimiento: ciencias, matemática, lenguaje, filosofía, psicología, entre otras.
—Ahora toca evaluar mi valor para la sociedad, me pregunto si también pueden llegar idiotas a este lugar.
Una vez completado el examen, lo llevaron a una sala donde había muchos aparatos de ejercicio, tocaba el examen físico; para ésta prueba tenía que calentar y probar su fuerza y habilidad en combate. Para eso, debía enfrentar a un oficial de policía con orejas de perro en un combate, el primero en caer al piso era el perdedor.
—No pienso contenerme, aunque tiembles de miedo —dijo el oficial con un tono y una mirada soberbia.
Alex se quitó su chaqueta y la lanzó fuera del ring. —Ladras muy fuerte aun siendo un chihuahua, deja de gruñir y ven a mí —contestó Alex mientras sonreía y provocaba a su oponente.
Sin pensarlo dos veces, el oficial arremetió y lanzó un uppercut a la barbilla de Alex, el cual lo esquivó y lanzó una patada en hacha al hombro del oficial como respuesta, dejando inconsciente a su oponente y dando por concluido el corto combate; los demás oficiales quedaron asombrados mirando a su compañero tendido en el piso.
Después de ese absurdo combate, Alex se dirigió al último examen: el psicológico. Abrió la puerta y dentro había una mesa, dos sillas y un hombre listo para hacer el examen.
—Supongo que tú eres psiquiatra —dijo Alex.
—Así es señor, por favor tome asiento —dijo el hombre.
Alex tomó asiento y se preparó para las preguntas, a pesar de su vida pasada, su mente se conservaba sana, además de saber métodos para engañar a la mente humana. El examen llegó a su fin sin levantar alguna sospecha o trastorno, una vez completo procedió a salir de la habitación.
El curso por fin había acabado, solo esperó a que le entregaran los resultados y le dieran una recomendación de trabajo, todo venía en lo que parecían ser tarjetas de plástico que tenían toda la información. Alex salió de la agencia y se fue a descansar al parque de ayer, estando allí revisó los resultados: estaban repletos de recomendaciones, desde trabajos de oficina, hasta de combate directo. Además de las tarjetas, también le habían dado unos libros que parecían contener más fábulas o historias, pero no se tomó la libertad de hojearlos y los tiró sin más a la basura.
—Demonios, sí que soy impresionante, salí casi perfecto en los tres exámenes, podría trabajar de cualquier cosa, pero simplemente no me apetece ning… —Antes de poder seguir hablando, un chico salió de los arbustos que estaban al lado de Alex, llevaba una bolsa negra en las manos, a los pocos segundos desapareció entre la multitud.
—Maldito mocoso, salió de la nada, que bueno que no era uno de los típicos idiotas, pero aún si claramente no era una buena persona, seguramente acaba de asaltar a alguien, pero… eso no es asunto mío, me voy a comer, veamos que me puedo encontrar por aquí —dijo Alex levantándose de la banca y dirigiéndose a cualquier restaurante que le llamara la atención.
Al caminar un poco Alex pudo ver un restaurante de su agrado, aunque le preocupó un poco el hecho de no saber leer, el menú venía con imágenes de las comidas y no tuvo problemas en ordenar. Después de un buen almuerzo, Alex salió del restaurante y empezó a caminar sin ningún destino con la esperanza de encontrar algo divertido que hacer. En su caminata, se encontró con Karin, que estaba de compras.
—Buenas tardes Alex, me alegra volver a verte, veo que ya te encuentras mejor —dijo Karin dirigiéndole una sonrisa.
—Sí, acabo de salir de un restaurante y ya acabé ese dichoso curso, nada que no pueda manejar —dijo Alex sacando las tarjetas de los resultados.
Karin miró los resultados y quedó totalmente impresionada.
—Dios, prácticamente puedes trabajar de cualquier cosa, sabía que eras increíble, pero esto mucho más de lo que esperaba —dijo Karin con tono y una expresión de asombro.
—Obviamente soy impresionante, pero eso no importa ¿Dónde está Nana? —preguntó Alex.
—Nana está en casa, dijo que quería limpiar así que no quiso venir —respondió Karin.
—Ya veo, es una niña muy ordenada por lo que veo, yo a su edad apenas y me quería levantar de mi cama —dijo Alex con un tono bromista.
Mientras hablaban, Alex miró a lo lejos al mismo chico de esa mañana, charlaba con otros tres chicos, uno de ellos, parecía de su edad, Karin se percató de esto y empezó a mirarlos también.
—Esos chicos no se ven que anden en buenos pasos, es mejor no acercarse a ellos —dijo Karin llevándose a Alex a otra parte para hablar.
Ya estando un poco más lejos, reanudaron su conversación:
—Por cierto, Alex, había algo que quería preguntar, pero siento que será un poco vergonzoso para ti hacerlo —dijo Karin.
—Siento que es casi imposible hacerme sentir avergonzado, así que pregunta sin reservas —dijo Alex con tranquilidad.
—No digas que te lo advertí, bueno, allá voy; Alex… ¿No sabes leer ni escribir el dialecto Serenio verdad? —preguntó Karin seriamente.
—…
—…
Hubo un silencio rotundo por unos momentos, aunque Alex dijo que las palabras no lo pueden herir, la verdad es que ésta pregunta le dio justo en su ego; un hombre con casi el conocimiento máximo en cada rama del aprendizaje no sabía ni cómo escribir su nombre en un papel, admitir eso avergonzaría a cualquier persona. Le tomó unos segundos poder admitirlo.
—Aaahhhh… S-sí, no sé escribir ni mi maldito nombre, y eso la verdad es que me molesta un poco, aunque me duela admitirlo, tendré que ir por un libro para niños y aprender a leer y escribir por mi cuenta —contestó Alex un poco incómodo.
Ante su respuesta, por alguna razón Karin se puso ansiosa, se podía percibir claramente por el contoneo de su cola y sus orejas, era claro que quería decir algo.
—En ese caso… Este… y-yo podría ayudarte, para que te sea más sencillo… A-aprender —dijo Karin poniéndose roja e inquieta.
Alex se quedó en silencio a propósito solo para ver cómo Karin se ponía más nerviosa, al cabo de un momento, por fin habla:
—Veamos, la verdad sería bueno tener a alguien que me ayude a saber si me equivoco o no… Está bien, hagámoslo así —contestó Alex con una ligera sonrisa.
«Puede que duela un poco, pero es mejor a estudiar solo sin tener idea de la gramática y equivocarme al intentarlo».
Karin no pudo ocultar su alegría, teniendo una sonrisa de mejilla a mejilla y el contoneo de su cola a máxima expresión.
—Está bien, ¿entonces qué te parece si empezamos mañana por la mañana en mi casa? solo te encargo que lleves tú el libro, ya que creo que Nana desechó el que tenía de pequeña —dijo Karin emocionada.
—Está bien, intentaré estar allí lo antes posible —contestó Alex.
Siguieron hablando por un rato, y después de una buena plática, Alex por fin se retiró del lugar y Karin prosiguió con las compras, Alex decidió irse de nuevo al hotel a seguir descansando. Estando ya en el piso donde se hospedaba, vio que había unos oficiales en el apartamento de la anciana de esa mañana, parece ser que le habían robado, sin darle más vueltas, entró en su habitación. Ya dentro decidió darse una ducha, cuando salió de ella, se lanzó a la cama.
—Ese mocoso logró robarle a la vieja esa, nada mal para la edad que aparenta, pero aún le falta un gran camino por seguir si quiere que no lo atrapen, como sea, supongo que mañana buscaré trabajo en algún lugar donde no tenga que moverme mucho y sea cómodo, veré qué encuentro, pero por hoy supongo que dormiré para descansar y quitarme este dolor que me llevo desde ayer —dijo Alex acomodándose en la cama y cerrando los ojos para dormir.
Ya era otro día, el reloj de la habitación marcaba las 7am y el sol brillaba tan fuerte que incluso traspasaba las oscuras cortinas que cubrían la ventana, Alex no tenía la más mínima intención de levantarse de la cama hasta que llegará la hora de ir a estudiar con Karin, pero para su suerte, alguien tocaba la puerta de su cuarto, intentó ignorarlo, pero empezaron a aumentar la fuerza con la que tocaban que parecía que la fueran a tirar abajo, sin mucha gana Alex se levantó y se dirigió hacia la puerta para encontrarse con la sorpresa de tener a la policía al otro lado.
—¿Usted es Alexis Mefhisto? —preguntó uno de los oficiales.
—Puede que lo sea y puede que no, depende para que lo necesitan, señores~ —contestó Alex vacilantemente.
—Ahora por gracioso nos tendrá que acompañar a la agencia, si opone resistencia tendremos que llevarlo a la fuerza —dijo el oficial tomando del hombro a Alex.
Alex y el oficial se miraron fijamente por un momento, suspiró, salió y cerró la puerta de su habitación.
—¿Por lo menos puedo saber por qué me llevan preso está vez? No tengo idea de que rayos hice mal. «¿de cuál se habrán dado cuenta?» —preguntó Alex manteniéndose sereno.
—Se le informará una vez estemos allá, por ahora salgan y acompáñeme afuera del edificio —dijo el oficial llevándose a Alex del hombro.
Una vez fuera subieron al coche de policía y lo llevaron a la agencia, estando allí lo metieron a una cámara de interrogación, dejándolo allí por unos maravillosos 30 minutos. Después de esperar tanto, un oficial pasó por la puerta, un hombre de cabello largo dorado, con traje de gala de color vino y ojos rojos; un monóculo y un reloj de bolsillo, desprendía una atmósfera de elegancia y frialdad a la vez, miró un poco a Alex y después se posicionó frente a él sin tomar asiento aún.
—Vaya, por fin entra alguien, llevo esperando media hora a qué me digan por qué estoy aquí, pero tal parece que es secreto nacional, ¿Me podría decir que rayos hice hoy? —dijo Alex aún sereno.
—Antes que nada, debo presentarme; mucho gusto señor Mefhisto, mi nombre es Chrono Forla, soy el oficial a cargo del caso en el que se ve involucrado —dijo el oficial mientras procedía a tomar asiento.
—Veo que ya sabe mi nombre, me ahorra el hecho de presentarme, así que pasemos a lo importante, tengo muchas cosas mejores por hacer que estar sentado en este lugar —exclamó Alex.
—Le comentaré rápidamente que es lo que pasa: se le creé sospechoso de un robo en el edificio en el que se hospeda —dijo Chrono mientras abría una carpeta de investigación que llevaba consigo.
—Ah, ya veo, ¿Piensa que yo soy cómplice del ladronzuelo que robó a esa anciana? Pues lamento informarle que no tengo nada que ver, apenas y recuerdo cómo llegar al maldito hotel como para intentar robarle a alguien del mismo lugar donde me hospedo —dijo Alex con un tono sereno, pero a la vez vacilante.
—¿Cómo supo que se le acusaba de cómplice y no de ladrón? En ningún momento comenté a un tercero, solo hablé de su situación —preguntó el agente seriamente.
—Si se me habría acusado de principal culpable, seguramente habría llegado menos respetuosamente y preguntándome por la ubicación de las pertenencias de la señora. Aclarando esto, no sé nada de quién podría haberlo hecho, o mejor dicho no tengo necesidad de decirle —contestó Alex manteniéndose firme.
—Con todo respeto señor Mefhisto, pero la posición en la que se encuentra hace que se vea en la obligación de decirnos cualquier cosa que sepa para despejar sospechas sobre usted, si no lo hace le tendremos retenido aquí hasta que encontremos al culpable —dijo Chrono.
—Además, ¿Por qué rayos me atrapan a mi sí el mocoso es el principal sospechoso? —preguntó Alex inclinándose hacia adelante con tono de reproche.
—Justo acaba de decir que no sabe nada, pero está muy bien enterado —comentó Chrono.
—Digamos que es conocimiento de observador, todo pasó a un lado mío, técnicamente —contestó Alex.
—Buena respuesta, y por ese conocimiento de observador que lo trajimos aquí, no sabemos la ubicación del joven en cuestión, además de que no tenemos un expediente criminal del chico, en otras palabras, este es su primer delito denunciado —dijo Chrono.
Aunque Alex es una persona cruel, mentirosa y poco empática, el mismo tiene reglas comunes las cuales evita romper en la medida de lo posible, una de ellas era no delatar a otros criminales, aún si estos significaban competencia en sus mercados, pero es tan idiota como para arriesgarse a convertirse en cómplice de un crimen que no tuvo nada que ver.
—Tch, que molesto es esto… ¿Solo tengo que decir lo que se y puedo irme, cierto? —cuestionó Alex irritado.
—En efecto señor Mefhisto, solo dígame lo que sepa y usted podrá salir de aquí —contestó Chrono.
—Está bien, entonces les lo que sé de este caso —dijo Alex acomodándose en su silla y preparándose para hablar.
Fin del capítulo 4.
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