De criminal a detective. - 05
—Muy bien, empecemos hablando del mocoso, un chico por los 16 años, orejas de perro, cabello desarreglado y ropa común, me encontré con él de casualidad en el ascensor, no nos dirigimos la palabra y solo esperamos a llegar a la planta baja, cuando llegamos el salió disparado fuera del edificio —explicó Alex.
—Sinceramente, esto no sirve para comprobar su inocencia, señor Mefhisto —dijo Chrono.
Alex se recargó en el respaldo de la silla mientras suspiraba. —Por lo menos déjame terminar de hablar, por dios; cómo iba diciendo, el chico salió del edificio y no lo volví a ver hasta que me encontré en el mercado.
—¿Por qué razón se encontraba usted en el mercado? ¿Sabía que lo encontraría allí y lo siguió? —cuestionó Chrono.
—El caso que aquí yo soy el malvado ¿verdad? Por supuesto que no, llegué al mercado buscando un buen establecimiento para comer, además de encontrarme con un conocido allí, mientras hablaba con esa persona, me percaté que ese chico se encontraba hablando con otros dos tipos, uno de ellos era de la edad del niño mientras que el otro parecía de mi edad, cuando la chica con la que hablaba se dio cuenta, quiso alejarse y nos fuimos de allí y no lo volví a ver —dijo Alex.
—Para agregar, cuando terminé con el curso de capacitación, salí de la agencia y me senté en un parque cercano, mientras descansaba, una persona salió con una bolsa que contenía algo, pero no alcance a ver su rostro, aunque lo más seguro sea uno de los chicos que estaban en el mercado, acordaron juntarse allí para ponerse de acuerdo de que iban a hacer con lo robado.
—Ya veo, ¿entonces piensa que los chicos fueron los que asaltaron a la señora? —preguntó Chrono.
—No lo pienso, estoy seguro; he visto a muchos criminales en mi vida, se quién puede ser uno con solo verlo —contestó Alex.
—Entiendo, así que ahora procederemos a buscar su paradero —dijo Chrono.
—¿Buscar su paradero? ¿No es mejor atraparlos con las manos en la masa? —dijo Alex.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Chrono.
—¿Acaso no es claro? Digo que podemos hacer que cometan el crimen de nuevo y atraparlos en el acto, de esa manera se ahorran la pereza de buscarlos como idiotas, ya que veo que ni siquiera saben dónde viven —sugirió Alex.
—Sabe mucho de cómo tratar con criminales, ¿De dónde aprendió todo esto? ¿Acaso usted fue un agente? —cuestionó Chrono.
—¿No sabes hacer nada más que preguntar? —Se levantó y estiró su cuerpo de la fatiga. —Solo digamos que viví pegado a temas judiciales, por esa razón puedo saber que estos mocosos solo son unos fanáticos que tienen suerte en sus hurtos, y ya no diré nada más de mí, ahora salgamos de aquí y hagamos una trampa —contestó Alex.
Chrono recogió sus cosas y se levantó —Ya veo, es una suerte que no sea una obligación contar nuestro pasado.
—¿Oh sí? Ja, que considerados.
Alex y Chrono salen de la sala de interrogación, fuera se encontraban oficiales que miraban a Alex para que no haga nada raro. Cuando iban pasando frente a la salida, Alex se dispuso a intentar retirarse del lugar, pero unos oficiales lo detuvieron, Chrono solo siguió adelante y entró en una habitación, dejando a Alex con los policías.
—¿No sé supone que ya me podía ir?, tengo que verme con una dama y ya voy llegando bastante tarde —dijo Alex con tono y rostro de aburrimiento.
—Lo siento, usted estará confinado aquí hasta que comprobemos que no está involucrado, siéntese allá y espere a que comprobemos su coartada —dijo el oficial.
—¿Y qué rayos puedo hacer mientras? En este lugar solo hay sillas, no tengo ni siquiera un televisor para ver protas genéricos y fan service barato —dijo Alex molesto.
—Lo siento, pero así son las leyes, podemos decirle dónde tenemos la biblioteca —sugirió el oficial.
—(Una librería aquí… Quizás pueda aprovechar a buscar un libro de escritura y lectura que pueda servirme) Está bien, llévenme allá, es mejor a estar sentado como estúpido aquí —contestó Alex estando un poco más tranquilo.
Es raro ver qué hay una biblioteca en la agencia de policía, pero más raro saber que es la única a kilómetros a la redonda, o al menos la única que sea bastante grande o que no sean puestos callejeros. Había una gran variedad de libros de todo tipo menos del que buscaba Alex; molesto, se quejó con uno de los encargados.
—¿Enserio no tiene un maldito libro para enseñar a leer y escribir? ¿En todo este maldito lugar que es incluso más grande que un apartamento promedio? Debe ser una broma —exclamó Alex.
—Lo siento muchísimo señor, pero este establecimiento no tenemos libros para niños, ¿Por qué no tomo uno de la sección de detectives que está por allá? Podrá llevarle el libro al pequeño o pequeña en otra ocasión —dijo el encargado.
—Pero si el libro no es para un mocoso, es para mí, pedazo de idiota —respondió Alex.
—Espere, ¿Es para usted el libro? —preguntó el encargado.
—Sí ¿Algún problema? —contestó con una mirada seria.
—No, no, por nada… puf, lo siento.
Aunque el oficial decía que lo sentía, se podían notar los espasmos por intentar aguantar la risa, Alex se dio cuenta inmediatamente y procedió a sujetarlo de la camisa.
—Escúchame bien chistosito, te veo retorcerte por la risa una vez más y haré que tú también no sepas leer ¿Quedo claro? —dijo Alex con una ligera sonrisa y ojos asesinos.
El oficial no tardó ni un segundo para cerrar la boca y dejar de reírse, Alex lo soltó y procedió a sentarse en una mesa en medio de la biblioteca. Al lado de él se encontraba una persona de cabello blanco con la cara pegada en el escritorio, era imposible saber si se trataba de un chico o una chica: su cuerpo se veía delgado y delicado y su piel era blanca como la nieve. Alex intentó ignorarla, pero esta persona no paraba de hacer ruidos extraños.
—Mmmmmm….. Mmmmhhmhmmmppppp… Hpmmmmmm!!!
«Tch, que ruidoso, no pensaba que podías venir a masturbarte a la biblioteca, si tan solo se callara» pensó mientras seguía mirando al espécimen de apariencia andrógina.
Pasaron los minutos y esta persona seguía haciendo ruidos extraños, sin poder aguantar más, Alex intentó tocar su hombro para decirle que se callara, pero antes de poder tocarla ésta separa su cara del escritorio y gime una vez más, pero tan fuerte que asusta a los demás que estaban presentes. Su rostro tampoco ayudaba mucho para identificar su género.
—¡¡Aaaaahhhhh que emotivo desenlace!! Murieron tomados de la mano aceptando el amor del uno al otro, que maravilloso es el amor —dijo la persona de cabello blanco.
El chic@ se percata que Alex lo estaba mirando confundido.
—¿Oye, te gustan las historias de romance? ¡Para mí son maravillosas! Puede que ya sepas en que puede terminar, ¡pero saber el cómo es lo que le da lo interesante a la trama! —dijo la persona de cabello blanco.
—¿Estabas haciendo todos esos ruidos raros por qué estabas leyendo ese libro? —preguntó Alex aun tratando de asimilar como alguien puede gemir mientras lee.
—¡Es que estaba en la mejor parte del final!, la pareja rodeada del enemigo con la única opción de partir al otro mundo saltando al acantilado tomados de la mano gritando sus sentimientos, aaahhhh que poético —contestó el/la peliblanc@.
—Suena estúpido, pero lamentablemente me sentí identificado en la situación —dijo Alex mientras recordaba la manera en que a Serenia: Saltando gritando sus últimas palabras.
—¿En la situación?… Aaahhh ya veo, ¿Tú eres el nuevo reencarnado que hay en la ciudad? me preguntaba quién sería, pero no esperaba que fuera un fan de los libros, aunque lo más seguro es que no sepas leer ¿Verdad? —Inquirió la persona de pelo blanco.
—¿Cómo sabes eso? Más importante, ¿Cómo rayos sabes de mí, maldito enano albino? —preguntó Alex.
—Cierto, que aún no me presento —Se levantó de su silla e hizo una reverencia. —Mucho gusto, me llaman Fimbulvetr, reencarnado de la era de los vikingos y que su género es un misterio —dijo el peliblanco guiñando el ojo y sacando ligeramente la lengua.
—No hay nada de misterio, viéndote el rostro puedo saber que eres un chico, los últimos dos años de mi anterior vida me la pasé viendo mocosos como tú y aprendí a identificarlos, no me engañas, pequeño trapito, y no contestaste mi pregunta —contestó Alex con una mirada seria.
—Rayos, no funcionó está vez, y no soy un mocoso, aunque no lo parezca tengo 24 años y además soy el encargado de este lugar lleno de polvo y conocimiento, me entero de todo lo que pasa a base de los rumores de la gente y los oficiales, y pues me llegó el rumor de que un nuevo reencarnado había llegado a la ciudad salvando a una damisela en apuros —dijo Fimbulvetr.
—Ya veo, entonces eres el dueño de este cuchitril que no tiene libros para educar a niños —dijo Alex cruzado de brazos y con cara de decepción.
—Lamentablemente no, este solo tiene libros preparados para los ciudadanos de aquí, y la verdad no sé por qué buscas uno si se supone que se te debió entregar uno junto con tu identificación —contestó Fimbulvetr aún encima de la mesa.
Alex recordó los libros que tiró a la basura sin siquiera hojearlos, y se sintió como un estúpido incompetente.
—Los tiré, pensé que era porquería irrelevante que no podría tener otro uso más que usarlo para limpiarme el trasero —dijo Alex apartando la mirada.
—¡Jajajajaja! No tienes ni una pizca de paciencia o interés en este lugar, y viendo que estás confinado en la agencia quiere decir que ya te metiste en problemas ¿Verdad, señor Mefhisto? —preguntó Fimbulvetr mirándolo satíricamente.
—Eres un bastardo irritante… ¡Me agradas, maldito enano! Veo que nos llevaremos bastante bien —contestó Alex guiñando el ojo y levantando el pulgar.
Fimbulvetr le sigue la corriente y hace el mismo gesto.
—A mí también me caíste bien Alex, te ganaste el privilegio de llamarme como quieras, así que elige mi apodo —contestó Fimbulvetr abriendo los brazos.
—Está bien, entonces te llamaré Vetr, así me evitó la pereza de pronunciar todo tu maldito nombre —contestó Alex levantando el pulgar de nuevo.
—Y yo te llamaré Ale, me da pereza pronunciar la x —dijo Fimbulvetr.
Y así sin más, es como se puede crear una amistad en una biblioteca. Después de mucho espectáculo, los dos procedieron a sentarse de nuevo.
—Dime Vetr, ¿Estás todo el día en esta sucia cueva? Debe ser aburrido.
—Que va, solo estoy a veces, la mayoría del tiempo estoy por toda la agencia fastidiado a mis compañeros, y cuando se presenta un trabajo de captura, tengo que ir y atraparlo, como cualquier agente en esta agencia.
—Así que también tienes que ir por criminales allá fuera, pero supongo que ahora no tienes ningún caso por resolver ¿verdad? —preguntó Alex.
—Aaahhh, sobre eso… La verdad es que… —Antes de poder responder, la puerta de la biblioteca se abre de una patada: era Chrono, que parecía estar furioso.
—¡Sabía que estarías aquí, Fimbulvetr bastardo! Te estamos esperando en la oficina y tú estás sentado hablando estupideces, ¡ven ahora mismo! —gritó Chrono.
—Vamos Chrono, un niñato no necesita la atención de todos los agentes especiales que tenemos, déjame darme un respiro —contestó Fimbulvetr acurrucándose en la mesa.
Chrono se acercó a él y lo tomó por detrás de la camisa para arrastrarlo hasta la junta. —No te estoy preguntando, vendrás por qué es una orden mía y punto, además, la persona que pidió la captura es una persona muy importante, se necesita de nuestra intervención.
—Vaya, veo que eres muy querido en este lugar, Vetr… Espera, ¿Mencionaste caso de un mocoso? ¡¿Acaso ese no es mi caso?! —preguntó Alex exaltado.
—Es justo lo que te iba a decir antes que Chrono entrara, me dijeron que fuera allá, pero me emocioné leyendo y además es muy aburrido eso de planear la captura, todos son unos ermitaños malhumorados… ¿Eh? ¿Porque me miras de esa forma, Ale?
—¿Cómo quieres que mire a la persona que hizo que el tiempo que llevo aquí sea tan largo? Si pudiera te trituraría como libro viejo —contestó Alex con ojos furiosos.
—¡Chrono, me quieren destrozar, sácame de aquí de inmediato! —gritó Fimbulvetr ahora siendo él el que se sujetaba a Chrono del pantalón.
Chrono lo miró a él y a Alex, separó la mano de Fimbulvetr de su pantalón y se dio media vuelta mientras acomodaba su corbata.
—Cuando termines con él, procura llevarlo a la oficina, y empezaremos con la planeación.
—¡Chrono traidor! ¿Así tratas a tu mejor amigo? ¿Aquella persona por la vives y respiras? —exclamó Fimbulvetr sujetándose nuevamente de la ropa de Chrono con los ojos llorosos.
—En primer lugar, tú te lo buscaste por estar holgazaneando, y segundo —Se dio media vuelta para ver a la cara a Fimbulvetr, pero con una expresión no muy amistosa. —¿Cómo que mejor amigo? Te preferiría tres kilómetros bajo la capa terrestre antes que a mi lado.
—¡Que palabras más hirientes! sabiendo eso, no me quedan más ganas de vivir; Ale, acaba con este sufrimiento ya y llévame a conocer a mis ancestros nórdicos —dijo Fimbulvetr abriendo sus brazos y cerrando los ojos aceptando su destino.
—Dejémonos de estupideces y empecemos a trabajar, Fimbulvetr, vendrás conmigo ahora mismo, y señor Mefhisto, le pido disculpas por todo inconveniente que haya provocado este espécimen inexplicable de la naturaleza —dijo Chrono llevándose a Fimbulvetr en su brazo como si se tratase de un bolso.
—Sabes, este lugar es súper aburrido como para esperar, así que lo haré en esa dichosa oficina en dónde se reunirán —dijo Alex siguiendo a Chrono hacia la oficina.
—Solo trate de no hacer mucho ruido y de no provocar cualquier reacción en este vago de medio metro —contestó Chrono mientras seguía cargando con Fimbulvetr y dirigiéndose a la oficina.
Alex, Chrono y Fimbulvetr llegaron a la oficina, apenas entrando Chrono soltó sin previo aviso a Fimbulvetr cayendo de cara al suelo. La sala era bastante grande con muchos escritorios y ordenadores, a un costado de todo esto había una especie de sala de juntas que tenía un panel que parecía ser para proyectar, mesa grande con varias sillas y como no, una máquina para hacer café y un microondas.
«Demonios, que deprimente, este lugar parece empresa sobre-explotadora de empleados, ya entendí por qué a Fimbulvetr no le gusta estar aquí»
Dentro de la sala ya se encontraban tres personas: un hombre peludo con la altura de un oso, con orejas de animal y colmillos que sobresalían de su boca; otro hombre un poco menos alto que Chrono de cabello corto con una venda en el rostro y un yukata blanco con retoques turquesa; y por último, la agente que había llegado al incidente ocurrido con Nana y Karin.
—Por fin encuentras a ese pequeño rufián, ya me estaba cansando de esperar —dijo la agente.
—Lo siento por las molestias, pero ya estamos aquí, empecemos de una vez para que la reunión no se haga más larga de lo esperado —dijo Chrono dirigiéndose al proyector para proceder a encenderlo.
Mientras Chrono preparaba unas cosas, Fimbulvetr se levantó del suelo y se sentó en una silla recargando su barbilla en la mesa con una cara de sueño y aburrimiento.
El agente con la venda en los ojos se percató de la presencia de Alex.
—Chrono, ¿Quién es esta persona? Se supone que los civiles no deben entrar a la oficina —dijo en agente con vendas en los ojos.
—Es el reencarnado involucrado en el caso, además sabe tratar con los criminales, puede sernos de ayuda en este caso, Tch, esta porquería de proyector, no quiere funcionar—dijo Chrono aun lidiando con el proyector.
—¿Un reencarnado? Ya veo, disculpe mi descaro, soy el agente Moumoku Sekai, soy uno de los agentes especiales encargados de este caso, mucho gusto —dijo el hombre vendado levantándose de su silla para hacer una reverencia.
«¿Moumoku? que nombre más literal, y el apellido lo hace aún más» pensó Alex.
—El hombre a mi lado es el agente Bearly, un hombre bestia, no es muy hablador —dijo Moumoku.
«Je, un osito cariñosito, me pregunto si su pelaje será suave o áspero» pensó Alex mirando a Bearly con ojos de curiosidad.
Alex apuntó a la agente con su dedo índice. —A esta niña la conozco, estuvo en la aprehensión de los hombres que molestaban a una chica y una niña, no me dijiste tu nombre, bueno, tampoco es que sea importante —Volteó a otro lado con desinterés.
—Vaya que eres irritante, aun así, aunque no quiera debo presentarme por respeto, soy la agente especial Jannet Mewrence, así que deja de llamarme “esta niña” que incluso pueda que sea mayor que tú —contestó la agente, a diferencia de Moumoku, esta ni siquiera miró a Alex.
—Sí, sí, como sea, yo me llamo Alex, Alex Mefhisto, alguien que se vio envuelto en esto de pura casualidad —dijo Alex cruzando los brazos y recargándose en su silla con un tono de aburrimiento en su voz.
—Eso lo veremos cuando interroguemos a esos ladrones, por el momento sigues siendo un sospechoso —contestó Jannet mirando a Alex con una expresión seria y poco amigable.
—Ya lo sé, no es necesario repetirlo, no me mires así que mi lado masoquista se enciende y me estremezco —dijo Alex mirando a otro lado.
Jannet lo miró con aun más desagrado. —Eres un pervertido, me repugnas, espero y no volver a verte después de esto —contestó molesta.
—Hoy estás más amargada que la última vez, ¿Acaso estás en tu periodo? Si es así deberías descansar, que hacer muecas es malo para la piel —comentó Alex.
Jannet se puso pie golpeando la mesa con sus manos. —Eres un… —Antes de poder responder, Moumoku la toma del hombro.
—Agente Jannet, por favor mantenga un comportamiento profesional, lo mejor es no responder a sus provocaciones, relájese y siéntese —dijo Moumoku para tranquilizar a Jannet.
Jannet respira profundamente y toma asiento, la tensión se sentía en toda la sala, Fimbulvetr al percatarse de esto empieza a decir tonterías.
—Chrono, eres un mentiroso, dijiste que este caso necesitaba de la atención de todos los agentes especiales que hay, pero solo estamos nosotros 5 —dijo Fimbulvetr apenas levantando la mirada de la mesa con tono de molestia en su voz.
—Aileen está fuera realizando trabajo comunitario, Petya se encuentra en su día libre y Donnaiolo… atendiendo otros asuntos —contestó Chrono aun lidiando con el proyector.
—Al referirte que Donna está atendiendo otros asuntos es que se dio a la fuga fuera de la agencia y probablemente esté coqueteando con cualquier mujer que encuentra ¿verdad? ¿Por qué no lo trajiste a rastras a él también? —preguntó Fimbulvetr aún con la barbilla en la mesa y cara de decepción.
—… A diferencia de ti, ese mujeriego hasta de nombre sale de la agencia y es imposible localizarlo, así que déjate de quejar y concéntrate en el trabajo, ah, por fin pude encenderlo —contestó Chrono por fin encendiendo el proyector.
—Por fin enciende esa cosa, ya pensaba que no encendería —dijo Fimbulvetr separando la barbilla de la mesa.
—Ahora sí, sin más rodeos, empecemos con la junta estratégica —dijo Chrono acomodando sus guantes y poniéndose a explicar lo que se sabe del caso a los otros agentes.
Fin del capítulo 5.
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