EL ASESINO DE DIOSES (Volumen 1) - 19
Los ejercicios de respiración eran la clave, relataba el Draconarius. En un área boscosa dentro de los barrios bajos de Griffia en donde la vegetación aun no fue profanada por la industrialización del progreso, el dragón se acercaba a un próximo despertar.
Bajo un régimen de entrenamiento estricto y disciplinado, la constancia en los simulacros físicos debía balancearse en la alimentación del alma. Encender el fuego del interior, avivarlo y liberarlo en un estallido en desbloqueo del potencial antiguo, mermado por el mestizaje, según el propio pensamiento de la pelirroja.
Sheila Aldiban yacía sentada en la hierba en espalda firme, piernas cruzadas y manos entrelazadas a la altura del abdomen. Una preparación de incienso ardía crepitante a la par de ella, manifestando un aroma relajante adentrándose en las fosas nasales, en una calma quebradiza, con los ojos cerrados en ceño levemente fruncido al tratar de sumergirse en la meditación, en búsqueda de domar lo que ella proclamaba el verdadero poder, un dragón dormido.
El cuerpo temblaba por leves espasmos, sacudida por corrientes eléctricas a lo largo del cuerpo, erizando la piel cambiante al ritmo del palpitar cardiaco. Estaba entre el tejido humano levemente rosado y el grueso revestimiento de escamas escarlatas, nacido del reflejo de la distribución de energía interna. Afectaba la ligera armadura, provocando que las runas de transmutación titilaran.
Sarah impartió enseñanzas en artes marciales, basadas en el uso de las piernas aplicando patadas altas, y perfeccionándola con combos de puñetazos altos y bajos, en los que la defensa de la cara utilizando los brazos era imprescindible. Lo llamaba “El camino de la tormenta” un huracán de colpes constantes, de potencia contundente a altas velocidades.
Los ejercicios de meditación eran complicados para Sheila, perdía la concentración fácilmente y caía en la frustración fácilmente, más no en la derrota. Sentía que avanzaba, en ciertos tiempos era sacudida por oleadas de calor en las extremidades, y se expandía por todo el cuerpo, acumulándose en la espalda, provocando que la placa en la espalda temblase. Era una señal esperanzadora, la cuestión es la constante práctica.
Derramando cantaros de sudor, al parpadear la agobiada mirada amarillenta veía como sus brazos y piernas incrementaban la musculatura, recubriéndose en escamas a un ritmo parpadeante. Oleadas de calor corrían en la carne, la sangre le burbujeaba y sentía como los músculos palpitantes se expandían como retraían, desgarrándose lentamente propinando un dolor punzante.
Sheila retuvo un alarido doliente al morder con ganas, no se iba a rendir. Por fin tenía una guía clara, no huía de una pelea, no retrocedía y jamás se iba a rendir en alcanzar su añorado sueño de alzarse en los cielos.
Durante los últimos meses tras la victoria en el Tridente, Sheila se ha decido a entrenar en base a los escritos de la enciclopedia obsequiada por Sarah antes de partir de Resguarda Tormentas. Bajo la bendición de María, la abismal conocida como Valkiria, se ha empeñado en apoyar en las sediciones.
María ha estado analizando el manuscrito, y por medio de vía cubo frecuencia, ha estado enviando algunas conjeturas de las partes narradas sobre la transformación del dragón, era de una naturaleza evolutiva arraigada al espectro emocional y el equilibrio. Hablaba que el control del poder cambiante, basado en una fortaleza mental aceleraría el desarrollo de las habilidades ocultas, y desplegar las alas escarlatas.
Lamentablemente lo que impulsaba a Sheila a cambiar era la furia, un material inflamable que encendía la abrazadora flama fulgurante a altas temperaturas y velocidades, en una vida cercana a la extinción.
Por lo tanto, debía tener un balance entre la calma y la ira. Valkiria al ser un ser capaz de cambiar de aspecto a voluntad, al igual que Sarah, se mostró como una instructora destacable, y María se unió a la catedra en el aspecto de la meditación, en el que debía desarrollar el poder latente telepático al tener el don.
Sheila se concentró en la piromancia, y otros hechizos simples para ser un esper, acoplándolo a las artes marciales. A regañadientes aprendió lo esencial en magia curativa, por lo que no desarrolló en eficiencia el aspecto psíquico de los magos. Tampoco ha olvidado la primera sesión en el taller de Brock, durante los tiempos de descanso en la forja.
…
—La ira es el elemento clave para despertar tu forma dragón, Sheila… —dijo María serenamente, acompañada por Valkiria y Tonatiuh en el cementerio de chatarra, en la parte trasera del local—. Es bastante probable que necesitemos de tu verdadera fuerza en próximas batallas. El problema aquí es que puedes llegar a ser algo inestable y te deje vulnerable frente a un enemigo táctico.
—No tengo miedo, puedo manejarlo… —Temeraria y osada la definían. De venir de otro, posiblemente se hubiese molestado por el adjetivo de “inestable” al ser de boca de María, estaba dispuesta a escucharla—. Serán plastas de carne chamuscada, antes de que se den cuenta de lo que esté pasando.
—¿Qué hay de nosotros? —agregó, antes de que Sheila dijera “ustedes no pueden cuidarse solos” María siguió—: podrías atacarnos en pleno combate, obligándonos a someterte y sería aprovechado por el enemigo. Leí todo lo que pude del Draconarius, creo que me he informado lo suficiente como para poder instruirte.
—Dijiste que me enseñarías algún método para manejarlo, ¿Qué tienes en mente? —Deseaba aprender por todos los medios posibles.
—Debes crear un nexo desde donde nace tu ira… —Presionó con el dedo el corazón de Sheila, y luego lo subió a la frente—. Hasta aquí, un medio de canalización de esa emoción para que tu transformación, logre estabilizarte estando en pleno control. ¿me entiendes? Al conseguirlo serás nuestra imparable aliada, ningún acolito podrá hacerte frente. Ese será nuestra meta al final, y como ante proyecto necesitaremos iniciar unas clases de meditación en el que desarrollaremos la telepatía.
—No veo la parte en la que empezamos… —En una llameante emoción, no paraba de imaginar en cómo se vería una vez que lo domine.
….
—Seguramente Rafael tuvo algo que ver en eso. —habló para sí misma—, de lo contrario el día que se entere va a llorar de felicidad, si es que Sarah no fue ya con el chisme.
No ha olvidado la cara de impresión que puso María, al ver como Sheila pidió ser tomada como discípula, estaba dispuesta a todo por alcanzar el sueño de ser un dragón completo. Por ende, la meditación era el primer escalón.
En las primeras sesiones, días antes de la partida, María, Valkiria, un holograma de Sarah traído por la llamada cubo y Sheila, se sentaban en circulo para canalizar sus energías, en ese arte.
Sheila destacó como un genio en el combate físico, lo que otros tardaban en dominar, ella lo adaptaba a su estilo de lucha en pocos meses. Pensó que el desarrollo de la telepatía lo podría catalogar como una expansión del estudio de magia curativa por Rafael, o como aprendió a canalizar los sentidos al lado del progenitor. Estuvo equivocada, esa área estaba completamente fuera de su campo de confort y le presentó dificultad.
Eran las sesiones largas y complicadas, pasar horas meditando al lado de María, empeoró el día que se fue de Griffía. Era tan tenaz como terca, seguiría hasta alcanzar el objetivo y todavía seguía bajo las instrucciones dejadas por Valkiria.
Sheila no imaginaba lo bien entrenada que estaba la centaura, ya sea en su forma verdadera o humana, mostraba un conocimiento de lucha particular comparable a la esgrima de un jinete de justas. En la forma humanoide basado en la utilización de llaves agarres, en las que sometía a su oponente, y maestría en el uso de armas a corta y larga distancia.
Valkiria no profundizaba el origen de esas habilidades. Se ha limitado en detalles ásperos relatando un aprendizaje con forme a la marcha. Imitaba lo visto en diversos campos de batalla, acoplándolo a conocimientos recopilados de los libros que María le ha proporcionado.
Sheila era una artista marcial consagrada, reconocía que el uso de llaves era aplicado comúnmente en el credo imperial, Fainalfaru. Los rasgos de la forma humana de Valkiria, era una mezcla de los rasgos del norte de dicha tierra, y levemente con la gente del oriente del contiente Grishland, Nyashta.
El pasado era un concepto personal, plagadas de una construcción de vivencias formando una historia y en muchas de ellas, sombras encerradas para nunca ver la luz. Ese pensamiento le fue heredado del padre a Sheila. Si Valkiria se negaba en contar el pasado, la comprendería e iba a respetarla.
Alcanzó a escuchar una vez, que la centaura tenía algunos problemas de memoria, lo que la encerraba en no compartir sus experiencias, al ser borrosas e inconexas como consecuencia de su renacimiento. Algo contado en la última noche en la que los Einharts estuvieron juntos, antes de partir caminos de distintos.
…
El viento cantaba una canción susurrante en las fronteras del bosque y un amplio paramo, llamado El llano afable cercano a la ciudad de Griffia. En dicho lugar resonaba la serenata de Alice desatando la sinfónica lluvia de tonadas en los hilos de la guitarra. Le apoyaba el laúd de Lance frente al público de los guardianes reclutados para la batalla por Lazarus, y la doncella armada llamada Valkiria.
Reunidos en un círculo de troncos, calentados por la hoguera de ascuas avivadas alzadas al firmamento danzantes en espiral alrededor de la oscura humareda. Tiendas de campaña frente un “blindado” el vehículo rentado para los viajes de Tonatiuh y María.
Cantaban, bromeaban y reían los guardianes, unidos como colegas alzando carne de conejo empalados en palos, junto a tarros del licor conocido como “La delicia” traída por el Bannek, a pesar de los regaños de su amante, dos de los lobos de la noche apoyaron la moción.
Esa noche era de ellos, camaradas forjados en las cruzadas de una guerra que no les concernía. Hasta el mismo Drake fue convencido de probar trago, y se la pasó abrazado del hombro junto con Lance y Tonatiuh, cantaban con tarros alzados en movimientos de suba y baja a los lados.
Seguían el ritmo de las notas de Alice, inspirada por ese público de valor comparable al de cientos en un festejo improvisado. Celebraban la vida, la amistad, el amor y la victoria sobre todas las cosas, empeñados en amasar fuerza de voluntad para lo que se avecinaba. La paz era de un trago de sabor dulzón, uno que debía degustarse lento, deseando que no acabase aun cuando el vaso estuviese a dos gotas de acabar.
La lideresa se veía como una artista en un espectáculo de cientos, bailaba frente a la hoguera tocando el instrumento, acercándose a cada uno de sus colegas invitándolo a seguirla en un contagioso espíritu fiestero. María tarareaba meneando la cabeza en completa serenidad, de vez en cuando aplaudía, tomó dos tragos, ella era de beber poco.
En protección de sus compañeros, Valkiria limpiaba el rifle de caza, preparada para cualquier cambio, fiel a la misión y era secundada por Sheila al seguir vigilantes. Fueron enviados a patrullar el área rural circundante, no encontraron nada fuera de lo común. La próxima semana Alice se marcharía a un viaje junto a la gente del inquisidor, a inspeccionar diferentes puestos de infantería y poblados de refugiados.
Tonatiuh y María se marcharían poco tiempo después a realizar contratos, en diferentes partes del territorio ocupado por los Templarios. Era la promesa hecha en el Colosal, se iba a permitir que ellos dos realizaran dúo. La segunda al mando incluía a su familiar, por lo que ese grupo no albergaría desventaja.
La orden era dejar a los guardianes restantes en Griffía. Sheila no le agradaba la idea de quedarse en la banca al lado de los otros dos lobos. El consuelo era que podría seguir al tanto del desarrollo de la nueva indumentaria.
Posiblemente sería de las pocas noches en las que podrían estar todos juntos en total libertad, y por las asperezas del oficio, cabía la posibilidad de ser la última. Se decidieron a disfrutar la paz todo lo que pudiesen. Por un breve instante olvidaron lo ocurrido al Tridente, la naturaleza oscura del contrato y se permitieron esa unión de camaradería genuina, todos menos uno. Sheila era el cuervo blanco en la parvada, sentada al lado de la hechicera, sujetando un tarro del que daba leves sorbos.
Prefería no participar o por lo menos no hacerlo en gran medida, limitándose a algo moderado para que no la molestasen demasiado. Ha blindado el corazón para que no cualquiera pudiera entrar. Mantenía la distancia, no confiaba del todo en ellos, no a todos los veía como la manada que esperaba tener.
Dura como piedra, el semblante amargoso y estoico se veía en ella. Al ser invitada a cantar, los rechazaba en silencio apartando la faz sombría. No importaba como lo disfrazaban los miembros del equipo, ella no se sentía bienvenida por la mayoría de ellos, no después del trato que ha recibido en los últimos meses.
Al alcanzar el rango de bronce, fue a contratos acompañada por Sarah, Carpoforo y Rafael. En esas cruzadas fueron protectores con ella, no dejándola fuera del campo de batalla, no la excluían. Aun cuando se sentía como una niña al lado de los veteranos, creían en la importancia de su participación. Posteriormente se les unió Tonatiuh y María.
La guerra en Lazarus fue el primer contrato en los que sus tutores no se veían involucrados, encaminada a una completa independencia. No le importaba si combatía inhumanos en búsqueda de la libertad, creía en el menor mal necesario y le reconfortaba conocer que eran fanáticos del dragón que llevó a la ruina del imperio Drakonis.
En el instante que leyó los documentos de la misión, supo que albergaría problemas al mezclarse con los de otro gremio. Toda la vida de la pelirroja ha cargado problemas para socializar, son contadas las relaciones consideradas amistades, las otras fácilmente serían liquidadas por malas situaciones. Ha tenido vínculos de duración efímera, algún incidente la ha empujado a apartarse y seguir su propio camino, olvidando a la mayoría de los que dejó atrás.
Al entrar en el gremio de las Águilas de acero, formó un lazo con María, quizás por el hecho de ser mestizas lo que la atrajo, o tal vez esa aura de calidez afable o la tolerancia que le tenía.
No importaba lo gélida o iracunda que fuese Sheila, su compañera estaba ahí para ella, y la ayudó cuando la necesitase, enseñándole a comportarse en sociedad. Genuinamente la quería, aun cuando le costaba demostrarlo y al tiempo Tonatiuh lo consideró un gran camarada, digno de ser un poseedor del fuego hecho carne.
Valkiria no se acercó hasta ser sugerida como mentora, en el que rápidamente se ganaron un mutuo respeto. Cosa contraria en lo que respecta al resto del equipo. Discordia se ha sembrado dentro de los Einharts. Sheila no ha logrado una relación amena con varios de los eslabones.
Alice no era santa de su devoción, le parecía una lideresa esclava de favoritismos, si alguien caía en su desagrado lo excluía de las trifulcas, empujándolo lejos y por lo tanto blindado más el corazón.
Desde lo del Tridente, Sheila no ha sido enviada a ningún otro contrato, meramente la han tenido como auxiliar en Griffia, resguardando la ciudad bajo la vigilancia de cualquiera de sus otros compañeros, en especial de María.
El limitarla lejos de la acción, en donde pretendía mostrar valía y crearse de fama le encendía la colera. Semanas antes de la reunión intentó confrontar a Alice, reclamándole la veracidad de sus decisiones, en las que la hechicera estuvo presente para contener la furia del dragón.
—Hago lo mejor para la misión, después de lo del Tridente no puedo cometer riesgos. Debes aprender a acatar órdenes. —Esas palabras eran gruesas cadenas heladas de un acero indestructible, amarradas a Sheila a la puerta de las murallas como su perra guardiana—. Si eres lo que dices ser, debemos mantenerte donde podamos verte, cuando se te necesite te lo haré saber.
» El enemigo ha mostrado un poder militar consideración y una carencia de escrúpulos al usarlo… necesitamos que al menos la mitad del equipo permanezca en el punto de control, para ayudar en la protección de los civiles y de las zonas industriales de producción de cristales. Eres poderosa, por lo que estaría tranquila que estuvieses aquí vigilante.
Estallando en colera al no soportar lo que ella veía como una forzada condescendencia, tratándola como un infante acribillado por los reclamos de errores pasados. Estaba por contrargumentar, de no ser por la intervención de María, separándolas y alejándolas. Drake estuvo para proteger a Alice, se repetía lo sucedido en el Colosal, cimentando su decisión.
Ninguno de los otros eslabones del equipo discutió las ordenes de la lideresa. Al percatarse que nadie la apoyaría, el corazón de Sheila se rompió, confinándola a estar encerrada en Griffia. Se tuvo que realizar un enorme esfuerzo de María como de Tonatiuh para poder calmarla.
«Soy la más fuerte del equipo, mandándome a la banca… me subestiman», era su pensamiento al sentirse excluida.
María le explicó que nada era por mala fe, al amarrarse a una mala actitud no conseguiría nada. Esa reflexión fue lo que obligó a Sheila a matar el orgullo, e ir a pedirle a Alice si le podía vender el lote que le correspondía.
Fue grande la sorpresa al ser aceptada la petición de buen agrado, no mostrando rencor alguno, sin pedir demasiado a cambio. Aunque aparte del dinero tuvo que recibir un sermón y realizar una promesa en la que se comprometía a formar parte del grupo en un trato ameno por parte de ambas.
—Somos una unidad, debemos apoyarnos entre nosotros y si acabamos en una pelea interna… los únicos que ganan son El fuego oscuro… —contó Alice—. Quiero que o intentemos de nuevo y nos llevemos bien. Vas acotar todas las órdenes dadas, y yo prometo que cuando se dé la oportunidad, te pondré en el frente.
Sheila aceptó a regañadientes, no pretendía otra confrontación al necesitar las piezas y pensaba en sus hermanos de Las águilas de acero.
En retorno a la reunión, al finalizar los cantos, Lance se puso en medio de todos y alzó el tarro proclamando a viva voz para todo el bosque lo escuchase.
—¡Donde sea que nos lleve nuestro viaje, nos volveremos a reunir frente a la hoguera para contar nuestra historia! —Expedía ebriedad el aliento, no apartando el sentimiento en las palabras—. Quiero que todos hagan una promesa, de alguna manera u otra… nos volveremos a reunir al terminar el contrato y beberemos juntos hasta vomitar el contenido de las entrañas. ¡Que nuestra historia se sepa!
Todos alzaron los tarros en un brindis, jurando plenamente en volver con vida, Sheila lo hizo por obligación, debía que realizar lo mínimo para que no la molestasen. Sabía que la seguían culpando por no seguir las ordenes en el Tridente. A altas horas de la noche comenzaron a contar anécdotas, en las que iban de uno a uno, al pasarse una esfera rojiza fabricada por Drake.
—Templarios, nativos, Libre pensamiento… los exploradores de cada bando que enviaron a buscarme, cayeron en mis trampas o por mi hacha. —Era el turno de Tonatiuh, relataba observando el fuego en un rostro complaciente, albergando nostalgia en un sentimiento de calidez—. Apenas me mostraron problemas, pensaba que la caza y la defensa de mi territorio sería el resumen de mi vida. Llegué a imaginar que moriría en el fuego cruzado y lo acepté… me iría sin arrepentimientos, siempre y cuando estuviese solo.
» Tenía una madre que cuidar, por lo que no me daba el lujo de morir. El único que logró llegar a las faldas de mi escondite fue Carpoforo, al verlo supe que no podía vencerlo… por suerte estaba de buen humor y me convenció para unirme a los guardianes. Luego conocí a María en la academia… y heme aquí después de tantos años.
Tonatiuh tomó a María, pegándole a él para que compartieran calor, quien, reconfortada por la atención, apoyó la oreja en el hombro de su amante en un gesto complaciente.
—¿Estuviste todos esos años lejos de la civilización, junto con tu madre? —Alice albergaba incredulidad, fijada en el narrador al ser atravesada por la piedad al imaginar la crudeza de esa existencia—. ¿Qué edad tenías?
—Once… quizás trece… no lo recuerdo bien, fue hace mucho tiempo. Y no estuve solo, vivía con mi madre y por un tiempo… mi abuelo… —hablaba en una sonrisa triste—. Extraño a ese viejo… vivió como murió, como un verdadero cazador. Y me dejó su ecuación.
—Me sorprende creer que tuve una infancia más normal que la tuya… —Sheila se unió a la conversación, sonaba seca y en el fondo una espina de compasión crecía en su corazón.
—Habló la que fue criada por un jodido dragón… —atajó Drake al borde de una carcajada, ganándose una fulminante mirada, lo que le enervó—. ¡Ah, disculpa! Yo… no…
Ese lamento fue sacudido por algo inesperado para todos, una carcajada resonante de los labios de Sheila.
—Lo dejaré pasar por esta vez, Réquiem… —contestó al bajar el tono de las risas, realmente le causo gracia ese chiste—. No solo tienes la cara, parece que cuando quieres puedes decir algo tan tonto que es divertido.
Para Sheila, el hombre de la armadura carmesí le parecía extraño. Podían discutir la mayoría de las veces, y al pasar un poco de tiempo él seguiría como si nada. No lo consideraba un amigo, apenas lo toleraba, lo creía un hombre patético que no aprovechaba sus dones, indigno del legado heredado por el gran pistolero y el dios de la guerra. Aquellos héroes que pelearon en la guerra civil, al lado de la familia Nemea Regulus, los que criaron a la dragona tras el fallecimiento del progenitor.
—No sé qué me asusta más… verte enojada o reírte de una de mis bromas… —habló enervado, tosió un par de veces retornando al tema de Tonatiuh. Hubo algo que le captó el interés, por lo que con una muy mal disimulada curiosidad parecida a la de un niño se acercó—: Dices que fue Carpoforo tu padrino… ¿Cómo es él?
—¿Detecto algo de ansiedad y admiración, Drake? —jugueteó Alice—, parece que no has dejado tu fanatismo infantil.
—¡O-oye! Trabajó junto a mi viejo… y tengo entendido que igual usa una armadura de estigma… —Se excusó alzando los brazos—, he querido conocerlo, tal vez puede que me enseñe una que otra cosa de cómo manejar ese poder.
—Competitivo… no muy instructor… le faltaba paciencia… y sin miedo a decir lo que piensa… —Tonatiuh describía al león dorado en pocas palabras—. Me lanzó directamente a la Fortaleza oscura, al sacarme de Fauces verdes. No tenemos una relación muy cercana, me enseñó uno que otro golpe y de vez en cuando nos vemos cuando voy a visitar a mi familia. Es bastante reservado.
—¿Es cierto lo que dicen? Escuché que podía emitir un rugido que mandó a volar a una horda de soldados humanos, durante la guerra civil. —Drake deseaba saber más—. También que su látigo partió en dos un tanque.
—Esas son mamadas, Drake —dijo Lance—, mucho se exagera al embellecer las leyendas. Según por las fotos de los libros, y tras lo vivido aquí. Estoy teorizando que Valkiria puede ser algo como ese sujeto, digo animales acorazados. Si ella fuese un gato, pensaría que es una hija perdida.
—Tal vez… —dijo Val, pensativa—, no está muy lejos.
—No, nada de eso es cierto… —explicó Tonatiuh—, Carpoforo es poderoso si, lo que le ganó su fama es que fue el comandante supremo del lado conservador, en contra de la nobleza cuando el primario Aladar Rantares falleció en circunstancia peculiares. Creo que, si quieren saber más, la que sabe mejor del tema es Sheila, se le ha pasado en su casa desde que era niña.
—Destacó como un gran líder, lo que le recompensó como el brahamur junto a su esposa en su propio territorio. —Continuó al ser todas las miradas posadas en ella «Es lo que nunca serás si sigues en ese lado conformista, Réquiem»—. Forjó una gran leyenda, al comenzar como gladiador, luego guardián y llegando a ser gobernador. Estuvo entre los candidatos a ser el próximo guardián primario, pero el estratega Francis Hellsinnvan del ejercito fue el que se llevó el titulo por medio de votación.
Dos portadores de armaduras estigma, uno era oro y el otro un cobre enrojecido. Eso pensaba Sheila al tratar de comparar a los dos guardianes. Admiraba a Carpoforo. Desde antes de obtener de convertirse en portador, el león ya era un guerrero cambiante como un gladiador de bestias en Symphonia, la capital de Fainalfaru.
Al imbuirse de la coraza lo potenció, alcanzando la grandeza como guardián, no era un poder regalado conseguido por accidente, Sheila supo que Carpoforo derrotó a una hidria de tierra en la arena.
En la victoria se le concedió el regalo, un látigo que al ser tomado por las manos del cambia pieles, lo unió permanentemente en un pacto, este último factor era ignorado por Sheila.
Era el resultado del esfuerzo, algo que la dragona respetaba, no era un poder regalado propiciado por la casualidad con una capacidad de creación limitada únicamente por la mente y al poseerlo era desaprovechado.
Ella se veía mermada por la hibridación en la sangre, por lo que no toleraba como otro desperdiciaba un don, al enfocarse en misiones en la caza de bestias de complejidad baja y acompañado por otros guardianes.
Veía que Drake se limitaba, no generaba grandes construcciones, o potencia de fuego, reflejando nula creatividad. Era lo que podía concluir tras analizar los datos que se le proporcionaron, antes de iniciar el viaje a Lazarus.
—El líder no es el más fuerte o el que haya asesinado más monstruos, debe ser el que conozca de táctica y política —agregó Alice.
—¡Oye, cabeza de forro! te toca. —Tonatiuh arrojó la esfera hacia Lance, quien la atrapó con una sola mano.
—Creo que esta vez les voy a contar una historia de mi hogar, Nyashta. Se nota que les falta cultura y tal vez los asuste.
—Milagro que no quieras contar una burrada. —Drake se mofó por la sorpresa.
—¿Entonces como gritabas antes de una pelea de entrenamiento disque para agarrar valor? —Lo retó Lance.
—¿Qué? ¿Te creías un berserker? —Tonatiuh buscó confirmar con Drake, mientras que Sheila lo miraba con burla.
—Okey, cuenta tu cosa rara. —Drake aceptó la derrota, y sintió que le apuntaron directo a la cabeza con alguna pistola.
—¡Oh, cuenta, cuenta! —A María le brillaron los ojos—. Me gustan los mitos y leyendas. Especialmente si son de terror; las adoro.
—Luego no puede dormir, muñequita. —Advirtió Valkiria.
—Eso era antes, Val. Ya estoy acostumbrada. —María afirmó segura de si misma, guardando recelosamente ciertas fobias.
Con su naturaleza vivaz y juguetona, el umbra evitaba contar ese tipo de historias, prefiriendo burlarse de ellas a menos que estuviese conectada a ellas. Por ser una noche especial y complacer a María, decidió sumergirse en un antiguo mito de los pueblos orientales de Nyashta: el de la Tejedora de Sueños, una entidad arácnida incorpórea que infundía temor en los corazones más valientes.
Con cada palabra, Lance tejió una atmósfera cargada de suspenso y horror, describiendo cómo la Tejedora de Sueños se alimentaba de las mentes de los traidores, especialmente de los guerreros caídos que se convertían en Ronins.
Los relatos de los cazadores que se aventuraban en la oscuridad para dar con los desertores, solo para encontrar cuerpos vacíos y rostros llenos de terror, contribuyeron a la sensación de inquietud. La araña, con su risa diabólica, se presentaba en los sueños de los cazadores como advertencia.
—Obviamente es una cagada que contaban para asustar a los niños. —Lance rompió por completo la atmosfera que había creado—. Estoy aquí todavía después de tantos años y no me he topado con ninguna araña come sueños. Bien, creo que te toca a ti, Val… —Lance pasó la esfera a Valkiria, al tomarla en sus manos la observó unos segundos.
—No lo sé… —dijo escueta—, ¿Qué debo hacer?
—Es contar un poco de tu pasado o cualquier anécdota… no tiene que ser nada especial —explicó Drake, alentándola a continuar.
—Si quieres pasar tu turno, puedes hacerlo, Val… —intervino María, y curiosamente Valkiria no respondió a su ama, siguió pensando en lo que podría contar.
—¿Alguno de ustedes mis estimados, ha escuchado sobre el origen de los abismales?
Arrojó impetuosamente casi sonó golpeado, tal cual una idea a la que apenas pudo atrapar, aun en el lenguaje refinado. No hubo palabra inmediata, los Einharts se miraron los unos a los otros en silencio, parecía algo salido de la academia, algo llamado “una pregunta sin respuesta concreta”.
Cada uno albergaba una versión de detalles variantes, sembrando la incertidumbre, no se limitaba en los presentes, abarcaba a toda la orden y expandida en todo el planeta.
—Puede que si o puede que no… —Lance se atrevió—, se ha dicho mucho al respeto, quizás viniendo de parte de alguien que lo ha vivido en sus propias carnes, generaría algo de claridad.
—Bien aventurados sean si es nuestra cruzada contra todo lo oscuro. —Citó un pasaje del juramento. Valkiria era de un modo de hablar antiguo, denotando una edad superior a la humana. Tomó algo de madera y la arrojó al fuego moribundo, alzando su fulgor—. Muchos creen saber una verdad que hasta para nosotros los “desviados” somos ignorantes. Relatan los mitos mucho antes de los dragones, de Munraimund y del viajero… que el final de la edad de los dioses fue cuando una puerta se abrió.
—¿Hablas de la convergencia? —Drake intervino, recibiendo un codazo de Alice.
—Tal vez sucedió antes de eso o quizás durante. Esto ocurrió antes de que el tiempo pudiese contarse por años. —Valkiria narraba en semblante oscurecido, un aire frio se expandió en el campamento, desatando escalofríos en los presentes—. Fue cuando el mundo era gobernado por los dioses, llamados celestiales en divinidad, y constructores de maravillas venidos de tierras muy lejanas, cultivando tecnología y conocimiento en los habitantes. Un día, algo cambió… una puerta se abrió y el horror hecho carne se adentró en matanza. Ahí acabó la edad de los dioses, el primer Armagedón y redujo este mundo a las ruinas de las que hasta nuestros días se siguen encontrando vestigios de lo que alguna vez fue. Ninguno de los bandos de esa guerra quedó en pie, todos perdieron.
Una historia de horror liberada en palabras convertidas en las ascuas del fuego, cuya luz iluminaba el rostro pálido y frio de la mujer pálida, mostrándola en facciones, aunque hermosas, causaban un valle inquietante, denotando el disfraz humano.
—¿Luego que pasó? —Sheila se veía intrigada, más por la forma de contar que la historia en sí.
—La sangre, querida ama… es lo que pasó y ha seguido pregonando, alimentando la ambición de los hombres por controlar un poder que no les concierne, buscando el progreso catando veneno. —Valkiria volvió a tirar ramas al fuego, los presentes estaban absortos en el relato—. Dos factores quedaron de esa infección: la descendencia hibrida del horror y los primeros intentos para el desarrollo genético, basados en los restos de esos seres, usando el poder de los cristales como energético, complementando el mutágeno.
» Ustedes lo saben, fueron creados para ser la epitome como super soldados: “portadores” “magos” “alterados” tendrán claras diferencias y una familiar cuna. El estigma corre en la sangre, todos somos mutantes ya sea de nacimiento o creados… pero todo tiene un origen, en un proceso de evolución. Los primeros prototipos fueron blasfemias hambrientas de carne viva, y consciente, dotados de fuerza y longevidad que han llegado hasta nuestros tiempos. Una versión corrupta del estigma.
—Si, he escuchado que en algunas versiones era como los caminantes puros… —habló Tonatiuh con seriedad—. Según que, en este caso, en lugar de animales… se usaron monstruos. En mi cultura se decía que teníamos “una bestia interna”, por lo que algunos eran capaces de cambiar de piel… pero en realidad había un ritual de mutación muy arriesgado para estos días y muchos de esos conocimientos quedaron perdidos, durante la conquista.
—Es una manera de resumirlo… —continuó—, así como existen muchos seres con poderes variados, ocurre lo mismo con los abismales. Somos una desviación exagerada en las mutaciones físicas y mentales por jugar con los experimentos de sangre de antiguas entidades. Hay de distintos tipos, en la que fácilmente podemos resumirlo como puros y reencarnados.
» Los puros nacen como tal, sin embargo… los reencarnados son seres de otra raza que se convirtieron en abismales bajo ciertas circunstancias, tal vez por un proceso de mutación defectuoso en un resultado peor que la muerte, o convertido por algún otro ser. Algunos poseen cierto grado de poderes telepáticos, lo que les permite reconocer de cuál de esas clases somos. Alpiel al parecer era uno de esos, y pudo ver a través de mi… cuando alguna vez fui humana. No recuerdo exactamente como… a veces la transformación tiene ciertos efectos en la sique, me dejó algo… rota.
Hubo un incómodo silencio helado, el alma se escapaba en cada uno de los presentes. No por desconocer del todo esa información, era el hecho de que todos ellos, no importaba la mutación estigma que los consumió, estaban a una distancia corta en la diferencia delante a los abismales.
—Val… ¿Estás segura que quiere seguir? —María puso la mano en la de su familiar, tratando de evitar que se tocara una fibra sensible.
—Estoy bien, muñequita. —intervino cabizbajo—, quiero que sepan ese aspecto de mí, si van hacerme parte oficial de esto.
—Ya lo eres, siempre lo has sido… —trató Alice—, no tienes que demostrarnos nada, tus acciones hicieron que te ganaras nuestra confianza.
—Significa que debo dar fe a eso, mi estimada…. y una petición —siguió—, muchos de los abismales se han considerado un nuevo paso en la evolución, estigmatizando a las otras razas como inferiores y a veces hasta comida. La capacidad cambiante que tenemos nos ha permitido infiltrarnos, tengo tres formas… la humana, la intermedia y la completa.
» Albergamos impulsos debido a la corrupción del estigma en nuestra sangre, a medida que pasa el tiempo o podemos perder la razón por un arranque de fuertes emociones, entregándonos a nuestros bajos instintos. Así que, si alguna vez me vuelvo una amenaza… por favor.
—¡No sigas, Val! —Se alzó María del tronco, los ojos amenazaban unas tramposas lagrimas—. Para eso estoy yo, he estado cuidándote para evitar que algo así ocurra. He conjurado hechizos en ti que te relajan, no va a pasar.
—Quisiera que así fuera eternamente… —agregó en una sonrisa apagada—, de todos modos, quisiera que lo prometan. No me perdonaría nunca si llegase a lastimarla, muñequita… a ninguno de ustedes. Tal vez a la mayoría tenemos poco de conocernos, y ya han entrado en mi corazón. Deseo ser recordada como me ven aquí, y no como lo que podría convertirme si me pierdo a mí misma.
—Lo haremos… —Alicia habló por todos, quienes asintieron afirmativamente—. De agotarse cualquier otra cosa, será la última alternativa. Eso va para cualquiera de nosotros, el poder y el dolor puede cegarnos… por lo que, si alguna vez alguno pierde la batalla contra sus deseos más oscuros, el resto debe estar ahí para detenerlo.
—Todos tenemos nuestros demonios. —Drake se veía en semblante sombrío. La conversación tocó cada capa del alma, sacando sus temores. Aun así, aceptó el juramento, todos lo hicieron—. Queda en nosotros el saber cómo afrontarlos, y a quienes tenemos al lado para hacerlo.
—Tengo una duda, Val… —siguió Lance en completa seriedad—. He escuchado siempre que los abismales vienen del averno, supongo que esos “primordiales” vienen de algo parecido. ¿puedes decirme algo al respecto? ¿tiene algo que ver con el infierno de la religión Templaria? Eso que llaman el gran abismo.
—Desconozco… hay algo que pueda dar cierta pista, aun cuando la verdad no lo sé con exactitud. —En el tono de voz sonaba algo temerosa, en contra de todo ese temple educado y gélido acostumbrado—. El día que cambié… vi algo parecido a una extraña luz proveniente de un monolito rectangular… era de un color extraño, nunca antes visto y no puedo describirlo con exactitud. No hay nada en este mundo que se le parezca, solo que era enceguecedor, soltaba una extraña neblina aceitosa y me tragó. Después me convertí en lo que soy, y lo que alguna vez fui, quedó hecho pedazos. Muchos abismales tuvieron una alucinación parecida. Lo llaman “ver la luz” podría compararlo a como ustedes estaban en el útero y en alumbramiento, me cuesta recordarlo. Mi memoria es bastante vaga acerca de mi pasado y lo poco que se es algo horrible, prefiero no hondar mucho en eso. Creo que sería todo, iré a patrullar para que puedan dormir.
Apurada se levantó de un brinco, tomó las armas y apenas soltando dos palabras a sus compañeros se marchó a dar vueltas por el páramo. Ahí acabaron las historias, todos partieron a sus respectivos puestos. Esa noche les tocaba a los lobos la vigilancia, dejando que las águilas descansaran.
En la madrugada Sheila se levantó de su cabina para tomar agua, caminó a hurtadillas y agradecía que sus dos compañeros optaron por consumar el sueño, en lugar de copular como lo solían hacer.
«Eso es raro en ellos, tal vez cogieron afuera… no me di cuenta cuando se escaparon y volvieron», salió del blindado, al tomar un poco de agua y vio dos eventos.
Alice jalaba a Drake de la mano casi que, arrastrándolo, internándose ambos en el bosque alumbrados por una lampara. En donde fue la fogata, estaban sentados Lance y Valkiria, en la que alcanzó a escuchar la palabra “anclaje” y como la doncella tenía parcialmente abierta la camisa para mostrar el brazo izquierdo desnudo, junto al exuberante ceno cubierto por el sostén blanco.
No se veía molesta o forzada, en la oscuridad pudo notar un leve sonrojo en el rostro de la mujer, bajo la analítica presencia del umbra, quien lejos del morbo, anidaba intriga en lo que estaba presenciando.
—¡Oye, Sheila! —Lance la notó de inmediato—, ¿No puedes dormir? Puedes unirte si quieres.
—Agh… por todos los dioses… son asquerosos. —Aparto un largó mechón rojo de la cara, sobrecogida por una sensación de desagrado y se tapó los ojos tal cual hubiese visto algo indebido. Dio media vuelta de regreso al vehículo con las mejillas rojas—. ¿No tienen otra cosa en la cabeza? Aquí están cercas de hacer una puta orgía.
Al recostarse en la diminuta cama, se cubrió con las sábanas y fue sacudida por una lluvia de pensamientos durante el lapso de trayecto al plano onírico. El relato de Valkiria fue regresando palabra por palabra, resaltando como las tres clases de mutante estaban vinculadas a los abismales.
—Los dragones… ¿Dónde quedamos? —susurrante entre sueños, dio vueltas y presionaba la almohada entre las orejas.
Una visión del padre la hizo abrir los ojos, fulminando el sueño. Le relató sobre como los constructores y los dragones fueron enemigos acérrimos por el dominio de este mundo. En esas historias aparecía un personaje, el líder de los constructores. Lo llamaban Chroneidos, robó el fuego de los dragones para ganar esa guerra, interrumpida por la llegada del horror. Ese ser, traicionó a los de su clase arrastrando a una porción de seguidores, uniéndose a los invasores, y lo apodaron como el primero de los caídos.
…
Una canción se cantaba en ella, por medio del control de la mente ha estado perfeccionando una técnica en los últimos meses. No podía esperar a probarlo en terreno real, bajo las advertencias de María.
—Si llegas a escuchar voces, cantos o cualquier cosa de ese tipo, es la señal para que cortes. —María había tomado a Sheila de los hombros ese día, aclarándole que debía tomarse con seriedad lo que realizaban—. En parte es buena señal, demostrando que estás logrando una conexión con lo espiritual magnifico. Lo que si debes saber… es que no estás lista para los viajes astrales, eso es demasiado avanzado y peligroso. Por favor prométeme que no lo harás.
Le hizo jurar en el primer día de enseñanza, insistió al despedirse en las puertas de la muralla, y se lo ha seguido recordando durante las llamadas por el cubo. Sheila no ha entrado en un estado de trance parecido en sus viajes extrasensoriales, así que no ha faltado a esa promesa.
Una dulce orquesta sinfónica sacó a Sheila de la meditación, era la alarma de su cubo oculto en una maleta pegada a un árbol, ubicado a una distancia pertinente de ella. Bajo el suelo donde ha estado sentada, el verde se ennegreció, despidiendo leves humaredas acompañadas por parpadeantes ascuas anaranjadas.
Dejó escapar una leve risa, recordando como Rafael se preocupaba de que ella causara un incendio en sus rutinas, a sabiendas de que Sheila ha aprendido a volver amable su fuego para ciertos objetos o seres.
Se puso de pie, acortó la distancia con la maleta y sacó el cubo. Al abrirlo manifestando el holograma, y para su desagrado pudo ver en el buzón un mensaje de Drake:
—Te estamos esperando en el taller de Brock, tenemos que discutir algo importante. Se nos ha dado un trabajo de último minuto.
El interés de Sheila fue robado por esa leyenda, sus deseos se estaban cumpliendo. Guardó el dispositivo en la maleta, recogió todo lo que trajo y mientras mordisqueaba una manzana se echó a correr en dirección al punto de reunión.
Ignoraba de que alguien la vigilaba, oculto en los arbustos. No emitía ningún sonido, poseía una alta capacidad de infiltración y sigilo, logrando engañar los sentidos agudos de la guardiana. No cometería el mismo error dos veces, por poco lo detectaron en la plaza, el día que siguió a Lance y Drake.
En las manos sujetaba una carta, plasmando un dibujo de una titánica bestia sauria en armaduras de escamas y tres cabezas de serpiente. La primera mostraba rabia en fauces abiertas, exhalando fuego. La segunda cabeza era seriedad y compasión. La última se estiraba lejos de sus compañeras, ahogando el llanto y limpiaba las lágrimas con la lengua. Al pie del naipe relataba la leyenda que dictaba “fuerza”.
Comments for chapter "19"
QUE TE PARECIÓ?