EL ASESINO DE DIOSES (Volumen 1) - 38
Dentro del centro mercante de Griffia se conducían una gran cantidad de vehículos por la pista. En general las personas de campo iban en monturas, y las que lograban costear una maquina se trataban de quimeras hechas de distintas piezas antiguas reutilizadas, pintarrajeadas en manchas del oxido.
Los vehículos nuevos se conformaban por enormes artilugios de ingeniería. Resaltaban en colores variados, motores expuestos y carrocería extravagante personificados por dueños dando formas extrañas que podían fomentar una temática de elegancia, fiereza, velocidad, resistencia y muchos otros en el espectro de estilos.
En el alto listado de maquinarias amalgama estaban los transportadores: camiones capaces de llevar cantidades bastas de pasajeros. Divididos en dos pisos, la del interior en donde se situaba el piloto y la segunda que es el superior bajo un techo convertible de acuerdo al nivel de intensidad del sol.
Los motores funcionaban en base dos tipos de combustibles. Fósil, este líquido altamente inflamable usado por lo general en maquinarias antiguas de bajo costo, y soltaba humos contaminantes.
El extracto era una sustancia azulada semitransparente de contextura aceitosa y olor menta sacada de restos de cristales tras ser purgados de toda energía. Este medio reflejaba modernidad, en un nivel de contaminación casi nulo. A través de los tubos de escape surgía una humareda coloreada de tormentas relampagueantes, que se ionizaban al poco de esparcirse en el ambiente.
La base del progreso venía del poder de los cristales. Al ser procesados liberaban una energía que abastecía ciudades en conjunto a la electricidad. De dicho mineral tras liberar toda su potencia, soltaba una secreción que mezclado con otros químicos podía mover motores.
En la cadena de suministros de los cristales, al ser trabajados bajaba el nivel de atracción de monstruosidades, más no lo eliminaba por completo. En las experimentaciones con cristales se podían crear mutados artificiales, y los que nacían cerca de minas donde crecía este codiciado mineral, podían ser los alterados naturales igualmente llamados magos.
Un transportador recorría el camino adjunto al malecón de la zona portuaria, en las se respiraba un aire fresco, y húmedo bajo un día soleado de medio día; en el cantar del movimiento de las olas y las gaviotas al aletear en parvada al lado de la maquinaria de rugiente motor.
En la carrocería colgaba un largo cartel blanco, con la imagen de una sensual doncella en lencería que imitaba en burdas piezas metálicas y un casco con un visor que le tapaba los ojos. En las manos cargaba un pesado rifle de riel en una pose seductora completamente lejana al uso correcto de esa arma, dictando un mensaje en Grishlavo: en el brillo del cristal viene el progreso, Industria de cristales Lazarianos.
En la planta superior del vehículo únicamente habitaban dos pasajeros. Pudieron quedarse en la parte de abajo, no almacenaban ni la mitad de pasajeros, simplemente quisieron tomar ese lugar. Para el piloto no significaba nada, recibió el pago de una corona y les permitió sentarse donde quisiesen siempre y cuando no causasen problemas.
De conocer de quienes se trataban, aquel viejo hombre hubiese pisado el acelerador no importándole a cuanta gente de su máquina tumbase o llegase a atropellar en el camino, con tal de huir de los dos vampiros posicionados como señores de la guerra y acólitos de la reina de corazones.
Griselda se relajaba con la cabeza jalada hacía atrás apoyada en la parte superior del asiento, con los brazos colgando, y la boca levemente abierta.
—Extrañaba el aire fresco… como no tienes idea. —En un alivio extasiado se colocó las gafas polarizadas de cristal purpurina, y se acomodó el gorro de invierno a juego.
Portaba un traje ajustado de cuerpo completo color negro en estampados gris. En la parte de los muslos y los senos la tela se veía semitransparente, delatando la sensualidad de su cuerpo. Un medio suéter de cuello alto, que le llegaba a la clavícula y afelpadas mangas largas anchas. y unas botas cafés con pelaje blanco.
—No engañas a nadie… has tenido tus escapadas. —Dimitri leía el periódico de “La voz del pueblo”, usando unos lentes de sol amarillentos y el cabello recogido en una cola de caballo.
En el conjunto de ropa llevaba una chaqueta anaranjada con mangas arremangadas, y el torso musculo expuesto, con unos guantes de dedos expuestos. Colgaba un rosario de la espada sagrada, en el pectoral izquierdo se postraba el tatuaje de un león negro. Llevaba un cinturón ancho de cuero y unos pantalones oscuros con un par de botas ajustadas.
—¡Oh, no! ¡El señor correcto me ha descubierto! ¡Me muero! —Griselda fingió un exagerado drama, y al no provocar reacción en el hermano, se metió de forma invasiva y curiosa en su lectura. Detectó un artículo que le llamó la atención, y ahí importunó a Dimitri—. ¡Mira! ¡En Santus, El libre pensamiento, ¡y Trisary se puso de moda los implantes genéticos! ¿gente se está poniendo rasgos de animales como si fuesen tatuajes? Eso no le da ninguna mejora a diferencia de los implantes mecánicos, pero… eso es como pedir que te quiten derechos en otros países. Me gusta más este que son tatuajes de forma ¿te imaginas? Podría ponerme un león que al tocarlo rugiría. Quisiera ponerme la imagen de un mocolor… son como si un conejo hubiese cogido con una ardilla… agregando un cuerno ¡son tan lindos!
—Esta juventud de hoy en día. —Arrugó el periódico al cerrarlo soltando todo el desprecio—, esto es hasta ofensivo. Gritan a viva voz que los quemen… en mis tiempos ya los hubiesen vuelto cenizas. Y los mocolores son ratas cachetonas y esponjosas… pueden volverse una maldita plaga.
—¡Dimitri bájale a tu alucín! —reprendió picándole la punta de la nariz con el dedo—, compartimos el útero y tenemos la misma edad. Me haces sentir vieja con eso de “antes era mejor” ¡actualízate!
Los acólitos bajaron del camión a paso veloz. Evitaban interactuar demasiado con las personas, la habilidad cambia formas que tenían les permitían infiltrarse en la sociedad que se mostraba con ciertos límites. Permanecer por un tiempo prolongado al lado de un abismal humanizado, podía despertar cierta incomodidad en las personas debido a resaltantes conductas que presentaban esa clase de mutados, específicamente al instinto de depredador generado a los entregados al lado salvaje. Aquellos abismales como Valkiria que se habían entrenados, podían andar en una sociedad normal al contener ese valle inquietante que desprendían.
Dimitri no se acostumbraba que Griselda andaba con la piel pálida, y ojos rojizos en plena luz del día. Bajo un régimen estricto de preparación el vampiro iba en una forma lo más apegada a su anterior humanidad, con tal de completar la infiltración, todo lo contrario, a la hermana.
Ella se excusaba por el diluido gen alterado en la sociedad debido a descendientes de mutados e inhumanos, lo que causaba ciertas características fuera de lo común en las personas, por lo que podía andar en estado intermedio como si nada.
—Una pasta con carne por favor… —Dimitri pidió en un puesto móvil en el malecón, y se sentó en un tronco frente a una mesa de plástico al aire libre que pertenecían al restaurante ambulante. Sacó una libretita tachando lugares como comidas que ha probado y visitado.
—Te tomas demasiado enserio lo la visita. —Griselda ya estaba satisfecha desde su última comida de punks, por lo que podía prescindir del almuerzo—. No es como si estuviéramos haciendo realmente “turismo”, ¿captas?
—Claro, es lo que hago cada vez que voy a un lugar nuevo o vuelvo a un lugar que no he visitado en años —respondió con seriedad—, visitar lugares, enriquecerse de cultura, conocer gente y comer alimentos típicos es una pasión; nos hace sabios y cultos. La pasta y las aves son la cocina insignia en Lazarus. En Griffia destaca por sus condimentos y algunos pescados… creo que probaré un platillo marino esta noche. Un coctel de camarones me gustaría.
—No sé cómo le haces para que los viajes suenen monótonos. —Griselda suspiró agobiada—, guárdatelo para cuando nos reunamos con Nyx, precioso.
—Ella según llega mañana. —Ladeó la cabeza asegurando que nadie los escuche—, ninguno de los nuestros ha tenido problemas al lidiar con los psíquicos.
—Eso pasa cuando esos tipos están jodidamente cansados por la sobrepoblación, y que tenemos nuestros medios. —Griselda se apuntó al gorro en los que ocultaba las antenas, al salir de forma inconsciente de acuerdo a sus emociones.
Ellos entraron disfrazados de una caravana de refugiados, usando sus habilidades psíquicas creó ondas de interferencia en las habilidades de los psíquicos lo suficiente como para que pudiera ocultar el pensamiento de sus aliados lo suficiente de las ya desgastadas habilidades de los centinelas, agregando que los rebeldes debían creer sus historias todo lo que pudiesen.
El proceso de revisión se volvió tan monótono que el análisis mental, meramente duraba una fracción de segundo con tal de acabar lo más rápido posible para seguir el movimiento de la fila. Tal agravio de exceso de trabajo ha mermado la eficiencia, y la inseguridad en la ciudad se mostraba como prueba.
En las calles se abotargaban de personas de todo tipo. Mezclas de citadinos y gente rurales se podían diferenciar entre sí, algunos se evitaban mutuamente al disminuir la interacción, generando tensiones como desconfianza. Han ocurrido casos de inseguridad lo que ha hecho que los ciudadanos culpen a los refugiados, como también empezasen a desconfiar de la eficiencia de la milicia.
Los hermanos entraron a un callejón desolado, asegurando que nadie los viese. Griselda se bajó la manga y el torrente sanguíneo de su cuerpo se encendió en un rojo luciérnaga por debajo de la piel. La temperatura que emitía se disparó, y Dimitri vigilaba que nadie se acercase.
—Ya vienen mis bebés… —Del cielo bajó un insecto diminuto, una quimera de polilla y langosta que se posicionó en el dedo de Griselda, hundiéndose con su cuerpo, generándole una sensación de placer al recobrar parte de ella—. Puedo ver… parte de la ciudad… los lugares que visitó…. Y la presencia de algunos guardianes. También consiguió algo de biomasa que me recarga.
—Solo asegúrate de no excederte —Advirtió—, no quiero que caigas en el efecto gula.
…
El vehículo se movía a toda marcha bajo la guía del droide, enviado a rastrear la pelea y le seguían el paso a la vampiresa que había raptado a una mujer. Philip conducía bajo una enorme carga de estrés, en manos sudadas apretadas en el volante y mostraba una habilidad impecable al manejar al girar en las avenidas, evitando chocar con otros vehículos o personas.
En la parte de atrás Trish armaba unos aditamentos en el implante, se trataba de su mejor arma y nunca salía de su casa sin ella. Lo cargaba en el carro, escondido bajo el asiento. Algo que se quedó de sus días en la milicia.
—Llámame loca… nunca salgo de mi casa sin cargar con estas bellezas —Trish hablaba sin mirar al conductor—. Uno que otro soborno y me desentiendo de pendejadas. ¡Fui una cruzada la puta madre!
—¡Ya les informé a mis oficiales! —dijo Philip desesperado. Por breves instantes echaba un ojo a lo que hacía Trish, por poco se le salía el mencionar que ese equipo es ilegal para los civiles, más no se atrevió por lo amante de la violencia que le resultó ser Trish—. Enviaran refuerzos a estas calles. La radio está como loca… hay mucha interferencia. Me han alcanzado avisar de múltiples ataques en la ciudad.
—No nos atengamos a ellos… y puede que generen un peor cagadero. Sabía que esos pendejos no vinieron en plan suicida, y lo que hemos visto o escuchado… no debe ser lo único. —Trish terminó la operación, y se tomó unos segundos para admirar el brazo biónico—. ¿Cómo va la pelea?
—Los cuatro siguen vivos, se están acercando al puente Reconocimiento. —Philip iba a una ruta distanciada por donde se movían los sobrehumanos. Llegarían al conector de la zona comercial con la industrial—. ¿Enserio te vas a meter?
—¡Nos vamos a meter! —afirmó—, esta es tu guerra también, niño.
—¡Mierda! ¡Mierda! ¿En qué me he metido? —Philip apretó el acelerador y dio vuelta la venida.
—Sabes cómo matar un vampiro ¿no? —Trish puso aprueba al joven soldado al apuntarle con la pistola justo en la cara—. Este es tu jodido momento para sentirte como un guerrero de verdad.
—B-bueno… es con desgaste… —Las palabras sonaron temblorosas—. Tienen una regeneración instantánea alimentada por la biomasa convertida en energía. Mientras más daño les hagas, su curación se volverá más lenta y por grave sea el daño… más los desgasta, afectando sus poderes. Quemarlos vivos o daños en la cabeza sería la forma rápida de matarlos.
—Bien, sí que le sabes… no mencionaste los mitos que se inventaron esas sanguijuelas. —Trish por fin le reconoció en un trago agridulce en Philip.
—Si no han alcanzado la forma abismal… son más vulnerables —Agregó un dato que Trish no conocía—. Los vampiros son reconocidos por su regeneración entre los abismales, lo que no los vuelve lo peor de ellos. Se diferencial al empezar con solo una agilidad y sentidos agudizados… no con super fuerza, a menos que consuman usuarios de estigma y despierten la transformación final. De no hacerlo… son casi tan humanos como nosotros en ese estado. Como todos los abismales… el devorar el estigma los hace evolucionar…. Alejándolos de la humanidad… al menos los que nacieron como humanos.
—¡Espera! —Descubrió una incoherencia y retiró el seguro del arma, en señal de advertencia—, esos dos lograron darle pelea a esos dos cuando andaban a la par de Drake y Lance en forma humana. Los guardianes ya son super humanos, por lo que esos dos debieron quedar hechos pedazos en ese asalto.
—¡¡Esos dos ya pueden transformarse!! —Gritó a todo pulmón al sudar a mares, tratando de no atragantarse con sus palabras y no trabarse además de seguir con la mirada puesta en el camino—. P-p-p-por lo que en consecuencia ya se-se-serían sobrehumanos en la forma humana.
—Bien… Philip… tienes una muy buena cabeza. —Admitió Trish en ojos abiertos de par en par, apartando el arma.
—G-gracias. —Philip se distrajo un momento para verla.
—¡¡Cuidado!! —Trish le marcó un vehículo pasar frente a ellos en un cruce de caminos, y se salvaron al frenar de golpe—. ¡Ponte vivo, pendejo! —Se desquitó al ejecutar una palmada en la cabeza de Philip.
…
La persecución terminó en un largo puente de dos sentidos a una considerable altura sobre el nivel del mar, sostenido por gruesos cables conectado por dos torres. Apenas entrando al umbral de la estructura Griselda bajó el vuelo y a un palmo del suelo soltó con cuidado a la mujer que secuestró.
—¿Qu-qué?
En voz ronca caminó torpemente al absorber la energía del descenso, generándole un leve calambre al no ser una persona en buena condición física. En completa confusión levantó la cabeza, y no tardó en descubrir a Griselda flotando a pocos metros de ella, iluminada por los faros de luz, en oídos sordos de los gritos de las multitudes alarmadas por la presencia de la abismal.
—¿Qué esperas? ¡lárgate si quieres vivir! —ordenó firmemente Griselda, y la humana no dudó en dar media vuelta, y alejarse. La colmena de mosquitos descendió justo delante de su hermana retomando la forma humanoide.
—¿Cuánto falta? —Dimitri se aseguró de que la mujer se fuese.
—No mucho… están por llegar. —Griselda posó los en el suelo en ojos cerrados, tocando su frente con ambas manos canalizando sus habilidades psíquicas.
—Y ellos también.
Dimitri divisó al dúo de guardianes saltando edificios, hizo girar la lanza preparado para el nuevo asalto. Los vehículos y monturas frenaban uno tras otro a mitad del puente, acumulándose en aglomerado tráfico desatando choques, agraviando la problemática. Las personas salían de las maquinarias, histéricos ante semejantes monstruosidades.
—¡Estos tipos les gusta ir donde hay civiles! —vociferó Drake llegando a la orilla del puente, justo en medio en divisor donde las maquinarias no lo atropellen—. ¿Qué es lo que están buscando?
—¡Una buena vista para su muerte! ¡Tal vez es eso! —Lance accionó un actuar fuerte, forzando el enfoque en los abismales y no que están sobre el océano.
Los dos guardianes se alanzaron a unísono cargando las espadas, Dimitri los recibió girando la lanza al repeler golpe tras golpe al ir los dos a la vez. Griselda descendió en una patada en picada justo a la cara de Drake, quien se apartó y antes de que esta se alejara, disparó una cadena que se enredó en la pierna de la vampiresa, a la vez que materializaba las botas pesadas.
El eslabón carmesí se tensó frenando el vuelo de la sorprendida Griselda, acalambrándola en el efecto látigo. Dimitri cargó con tal de salvaguardar a su hermana, y su lanza topó con la espada de Lance. En uso de toda su fuerza Drake giró el cuerpo a la derecha, y arrojó la captura lejos del puente.
—¡¿Qué has hecho?! —Dimitri se sacó de encima a Lance al golpearlo con el pomo en el estómago, y se fue sobre Drake, con su armadura devuelta al estándar.
—¡Lo que hice para matar a Frenyr y Alpiel! —Volvió el brazo derecho en una pesada tenaza que atrapó entre sus fauces la estocada, inmovilizando al vampiro unos segundos. En ese tiempo el izquierdo cambió a un taladro ejecutando un golpe penetrante en torso blindado, liberando un torbellino de chispas y un alarido desgarrador de la criatura—. ¡Usar la jodida cabeza!
—¡Alice, ojalá pudieras ver esto! ¡Nuestro niño está creciendo!
Sentando en el adoquín apenas, balbuceó Lance enorgullecido de que Drake usase otras construcciones. El momento duró poco al detectar el retorno de la polilla, en un alarido demencial tras visualizar como herían a su hermano.
Lance se introdujo en las sombras usando sus cuchillos, y al emerger ejecutó un tajo energético enviado a la polilla en el cielo, lo que la obliga a girar cambiando de agresor a defensa.
Negado a caer de forma tan miserable, Dimitri empleó un gancho que dio de lleno en el rostro, y soltó la lanza dando un segundo golpe a la quijada, rematando en una patada que catapultó al guardián sobre una de las maquinarias.
La serie de golpes frena por el dolor punzante al tocarse la herida. Una tronada en el caparazón de piel, ninguna hemorragia visible, un poco de profundidad y penetraría la carne. En esa forma la regeneración de Dimitri no se igualaba a la humana, remplazaba curación por durabilidad.
En un gritó de furia Lance arrojó bombas de humo en medio del campo, y ayudó a Drake a ponerse de pie, dándoles un pequeño tiempo de recuperación, usado por los acólitos para reagruparse.
—Te arriesgaste demasiado… hay civiles cerca. —En un esfuerzo que le despertaba las extremidades entumecidas, Drake tomó la mano de Lance, separándose del apoyado cofre de un coche compuesto de piezas antiguas como nuevas—. Sabes mejor que nada… que las ecuaciones de alto poder destructivo… pueden a llegar a causar daño colateral… viste lo que pasó fuera del Dulce durazno.
—Y ellos también lo saben… no estoy seguro si les importe o no. —Lance no le quitaba los ojos de encima los alrededores. Aun si una pared brumosa los separara del enemigo, no se permitiría bajar la guardia.
—¡¿A que esperan?! ¡ya! ¡ya! —Dimitri se puso de piel apoyado en la lanza.
—No deben tardar… me… —Las antenas de Griselda se tensaron, y una luz infrarroja los envolvió, proveniente de unos entes de hierro sobre vuelan el puente, en un zumbido largo y vibrante parecido al de una abeja.
Cinco nephilim tipo zealot llegaron guiados por los drones anteriormente destruidos, bajo la orden única de liquidar a los mutados no registrados y causantes del todo el caos. Portaban aditamentos como lanzallamas, cañones y ametralladora pesada en los brazos.
Las maquinas las conducía un enorme dron en una forma que recordaba a una medusa de hierro, de la que serpenteaban largos tentáculos metálicos; serpenteantes y sacando aullidos de terror en lugar de esperanza de la humanidad, testigos de la sagrada espada grabada en la envergadura de los entes mecánicos.
Los peones abrieron fuego sobre los vampiros en disparos descarriados, batían todo a su paso al perseguirlos en el puente. Guardianes y acólitos dividieron caminos, unos por alargar distancia y otros por ayudar a las personas atrapadas en el fuego cruzado.
La oleada de aniquilación volaba todo a su paso, sin importarles la vida de las personas que estaban en los alrededores, atoradas en el tráfico tras los choques masivos. Seguían el lineamiento de eliminar a los abismales, en un frio razonamiento de máquina.
Usando unas garras, Drake arrancó la parte de arriba de un vehículo sacando un grupo de personas, ayudadas por Lance a salir de ahí. Flamas y humaredas se esparcían en la estructura, el escape se tornaba difuso en medio de tanto caos.
—¡Salgan, rápido!
Drake le entregó un bebé a una mujer, y aun a sabiendas de que muchos le temían dada su procedencia, aceptaban la ayuda. Algunos meramente huían sin medir palabras, y muy pocos les agradecían.
—¡No en mi guardia, psicópatas!
Drake no tenía que analizar demasiado, como para darse cuenta que la mayor parte del daño, lo causaban los autómatas. Por lo que se adelantó directo a la oleada de aniquilación, intentando ayudar a las personas que quedaron atrapadas en el otro extremo.
—¡Oye, no me dejes atrás! —Lance le siguió, igualmente no dudaba que debían detener a las máquinas.
Dimitri arrojó la lanza negra dañando el hombro de un autómata, y causando que estos pierdan la formación. Griselda le bastó saltar encima de uno de los zealots, tomándolo de la espalda, entrelazando las piernas encima del torso sacando de curso su vuelo, alejándolo de sus compañeros. Atrapó la cabeza con ambas manos y sacó sus garras para rasgar el visor del casco, dañando la capacidad visual.
El resto de los autómatas no dudó en abrir fuego, solo que no lo suficientemente rápido como para ver como la vampiresa se impulsara pateando la espalda del nephilim que terminó acribillado en fuego amigo.
La lanza regresó por llamado de su maestro perforando el cerebro de dos zealots, y retornando a manos de su dueño. El número de bajas desbloquearon una función en la medusa, y de su orbe empezó a cargar un enorme poder.
Los dos autómatas restantes levantaron las armas, listos para volar en pedazos a los acólitos desde un punto lejano, no importándoles que hubiese civiles cerca.
Los droides eliminados reconocieron las imágenes de los abismales, relacionándolos en fotografías y descripciones dadas por oficiales del ejército, sobre dos señores de la guerra partidarios a los rebeldes, acólitos de la reina de corazones.
De haberlos visto en las formas humanas, no los detectarían, y en estas circunstancias el eliminar figuras prominentes en los rebeldes, representaba un punto crucial en la guerra. El resultado ameritaba sacrificios.
Los dos guardianes saltaron encima de la retaguardia del par de máquinas. Drake creó una doble motosierra de sus brazos que decapitó al autómata, y Lance perforó el visor con un cuchillo imbuido en oscuridad, penetrando en el cerebro; este antes de cerrar sesión eternamente mandó una señal de auxilio por la frecuencia a los barracones. Cayeron de frente al suelo con los guardianes encima, jadeantes y aturdidos por lo que hicieron. Una traición, y lo peor apenas comenzaba.
Griselda llegó volando a la espalda de su hermano, y al contacto las alas de polilla se tornaron en un rojo cristalino, a fuego encendido al unisonó de los brazos de la armadura biológica de Dimitri.
De un poder combinado de las manos de Dimitri materializaron un conjuro, expulsando un enorme meteoro flamígero que golpeó a la medusa en pleno aire, alterando la mirilla más no frenando el rayó calorífico expulsado del orbe desatado a alzar. En consecuencia, voló parte de la superficie de la estructura, y este se partió en dos pedazos que arrastró vehículos y personas a caer al océano.
…
El estallido se vio dos cuadras de distancia, justo donde estaba Trish y Philip obligados a frenar.
—¿Qué haces, pendejo? —Trish le pegó un sape con el brazo humano, desde el puesto del copiloto, y al tener la mano peligrosamente de la funda de la pistola, hizo que Philip contuviese un quejido—. ¡Regrésate!, a dos calles hay una ruta para el otro puente ¡ya, ya!
—¡Voy! —Cambió de directa y reversa, acotando en un estridente rechinido de llantas y el rugir del motor.
…
Drake vio como un carro con toda una familia descendía al vacío. Sin dudarlo disparó dos tentáculos de ambos brazos que se ataron a la defensa del vehículo, y con patas de araña salidas de su espalda sirvieron de ancla que lo mantuvieron en la nueva pendiente.
Lance salió de entre los escombros sacando dos niños inconscientes en ambos brazos. Ascuas remolineaban en las ruinas, y en aliento entrecortado detectó al orbe flotante buscando a los abismales.
—¿Están bien? Todo… todo saldrá bien… —No sabía si se lo decía a sí mismo o a la familia
Drake terminó de subir el carro, pero en un mal movimiento un tentáculo se resbaló, y el coché que era remolcado se volteó con la puerta lateral mirando al vacío, y esta se abrió dejando caer a un infante y a su padre.
—¡¡No!!
Drake gritó desesperado y la sorpresa llegó al atrapados por las manos parcialmente humanas de Griselda, quien volaba rescatando a los civiles quedaron colgados, y llevándolos a terreno seguro, lejos del derrumbe.
Dimitri abría el camino de vehículos apartando las maquinas con sus manos, permitiéndole el paso a grupos de personas que cargaban heridos. La sorpresa no cabía en el guardián, no creía que esos abismales estuviesen ayudando.
—¡Espera! ¿no se supone que ustedes son los villanos? —reclamó Drake.
—Para nosotros ustedes lo son… apoyan la esclavitud —habló Griselda al pasar cerca de él, concentrada en ayudar que en volver atacar.
—No puedo discutir eso.
No había tiempo de cavilaciones, la dañada medusa seguía funcionando al flotar de forma temblorosa y en un desplazamiento lento. Parte de la coraza quedó ennegrecida y perdió parte del caparazón, con los cables de fuera y derramando aceite. El droide no tardó en localizar a Griselda, ella estaba conjurando una ecuación curativa sobre una persona, que se había fracturado la pierna, y el hechizo disminuiría la gravedad del daño.
Dos cuchillos se dispararon en un vuelo recto que siguió de largo, justo atrás de la enorme máquina, y de las sombras proyectadas del fuego, salió Lance con Ronin imbuida en una fulgurante sombra, desatándola en un limpio corte que acabó por dividir en dos a la medusa.
Separados los dos pedazos al segundo se desató un estallido en pleno aire, en una lluvia de piezas de metal que no hirieron a nadie cercano. Lance cayó rodando en el piso, a sabiendas de lo que hizo, no se arrepentía, y estaba justo en el extremo donde se encontraban los abismales, no lo los encontraba por ninguna parte en medio de la humareda y las flamas. El primero en avizorar fue a Drake, quien cruzó el puente al escalar usando las patas de araña.
—Ya me estaba preocupado por ti, cariño —Lance aligeró el ambiente—, no seré dragona… pero estoy seguro que una parte de tu corazón todavía me ama.
—Si me lo preguntas… mataría por tener un poco de los músculos de Sheila aquí. Estoy seguro que nos hará un berrinche por perderse esta pelea. —Drake pasó la mano en la placa pectoral de la armadura, rastros de combate ocasionados por las garras de Griselda quedaron marcados. Los enemigos eran fuertes, mucho más que ellos. Había muerto civiles en daño colateral, su mente sobrecargada le orilla a soltar pullas en un esfuerzo de bajar el nivel de tensión como medio de autodefensa, basado en el entrenamiento en la fortaleza negra—. ¿Alguna señal de nuestro par de homicidas buenos samaritanos?
—Es curioso que lo digas así, esa descripción nos cae como anillo al dedo. —Lance no pudo contener la ironía—. Pero… si buscas a la buenorra de la polilla encuerada… ¡ahí está! —Apuntó poco después del final del puente en plena calle, justo en tierra firme. Ahí flotaba Griselda enseñándoles el dedo de en medio con ambas manos y sacando la lengua; retándolos.
—¿Cuántos años tienen estos tipos? —Cuestionó Drake fastidiado—. Primero tratan de matarnos… después nos ayudan a salvar gente… y se burlan de nosotros.
—Es una trampa… lo apuesto —declaró Lance—, ¿los seguimos?
—¡Ya llegamos hasta aquí! —Gritó Drake y junto con Lance siguieron adelante, frenando en derrape cerca de llegar a tierra firme.
Detectando el proyectil venido desde lejos a alta velocidad, Drake se echó para atrás y Lance se agachó. Los pliegues de la bufanda se desagarraron al paso de la lanza, la cual regresó de nuevo a manos de su dueño, volando en zigzag en una estela roja imbuida en la energía del portador.
—No esperabas que ese incidente haya significado el final de nuestra disputa ¿oh sí? —Dimitri giró el arma, dispuesto a seguir la pelea.
—¡Destruí dos autómatas de los Templarios, amigo! —vociferó Lance en un tono dramático—, darles por lo menos tu cabeza y la de tu hermana serviría como disculpa.
—Otro perro de los militares. —Escupió el vampiro—, unos que jamás los recordarán. —Y Griselda llegó a auxiliar a su hermano al descender a su lado.
—Genial… ¿nos van a sermonear? Un tipo con armadura y lanza junto a una polilla desnuda. —Drake volvió a unirse—, si quieren hablarnos de ser memorables, díganle a su reina que nos traiga algo más original.
—¡Claro que tenemos algo! —Griselda no contuvo la satisfacción, y el claxon de dos vehículos pesados acercándose desde atrás de los vampiros provocó eco.
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