EL ASESINO DE DIOSES (Volumen 1) - 40
Drake Réquiem había caído herido en combate. Vencido a manos de vampiros y de no ser por la intervención de los aliados, ahí quedaría el final de su historia, una de muchas en Grishland, marcado como una baja más en la rebelión Fuego oscuro. Una herida primeramente cubierta por una hombrera deforme, seguida de la bufanda negra al perder la conciencia y finalmente estabilizado. Derrumbado en un mar de sueños en el que anidaban experiencias pasadas, tiempos añorados en el que los Einharts estuvieron juntos.
En la arena de los barracones Alice llamaba a Drake con la mano, en señal de desafío. Llevaba puesto una camiseta blanca, guantes que dejaban expuestos los dedos, unos pantalones militares de color gris y unas botas de agujetas.
—Bien… dame lo que tienes —Lo desafió.
Drake alzó los puños a la altura de la cara, en una vestimenta idéntica a la de su compañera, con la diferencia de portar una camisa de manga corta y la fibra carmesí simbiótica bajo las prendas.
Dando un pesado respiro Drake se arrojó la carga y al estar a una distancia de medio metro dio un medio lado lanzado una patada alta a la cara, atrapada del tobillo en suma facilidad por la mano hábil de Alice. Y aun con la extremidad capturada, alzó la otra pierna directo al punto ciego, amortiguado por un manotazo zurdo de la guardiana, a la vez que aflojó el agarre.
Completamente libre Drake se apoyó en ambas manos, dobló las piernas, y se catapultó hacia el atrás dando la espalda unos segundos, y estar por ponerse de pie observó por el rabillo del ojo como Alice venía en una patada baja directo a las piernas, tumbándolo de espaldas al no haber logrado mantener un punto de equilibro lo suficientemente macizo.
—¡Es un suicidio darle la espalda a tu enemigo! —regañó Alice fuertemente.
En un quejido ahogado la espalda de Drake chocó sobre la suave arena, y al apenas parpadear vio venir un golpe de palma a la cara, por lo que cruzó los brazos evitando un daño.
Al descubrir la vista se encontró como venía la rodilla de Alice en caída libre. Por mero reflejo giro como tronco empolvándose, y resguardó la suficiente distancia como para reincorporarse a la par que la guardiana, quien no esperó que su oponente terminara de ponerse en guardia.
—¡Te aprovechas mucho que puedo curarme rápido! —exclamó Drake eufórico y al borde de las risas en pura emoción.
—Me deja soltarme… —contestó con seriedad, concentrada en derribar a su oponente.
Tras alargar el espacio entre ellos Drake arrojó un gancho derecho, atrapado por la muñeca y Alice lo jaló hacía abajo, imposibilitando en una llave poco efectiva, ya que siguió en una patada a corta distancia.
Lo soltó con tal de esquivar el golpe, y se movió para adelante solo para girar en medio eje en una patada baja nuevamente, la cual esta vez Drake la vio venir, por lo que saltó levantando las piernas y se apoyó en la misma rodilla alzada de la mujer, y contractó en una patada a la cara.
Alice se agachó evitando un ataque que pudo haberla noqueado, aprovechando la corta distancia pegó un codazo directo al cuello que únicamente tocó el viento, ya que Drake se empujó hacia atrás, colocando los pies en el suelo, y atrapando el brazo alzado de Alice; jalándola hacia él, pegando un rodillazo que topó con la mano libre a centímetros de la cara, y lo empujó ganando espacio.
El personal de las barracas observaba en las gradas la contienda de los dos sobrehumanos. Usando simples movimientos marciales a una velocidad que apenas podían seguir con la vista, evitando el uso de sus poderes especiales.
Ninguno se tomaba un segundo de respiración, en un combate real la mera duda resultaba en la muerte. En el último asalto Alice tomó el liderazgo al arrojar un puñetazo recto desviado por el antebrazo de Drake, quien siguió en un gancho izquierdo atrapado por la muñeca y antes de que este pudiera lanzar una contramedida, se le jaló con una fuerza que lo pondría como muñeco de trapo; Alice levantó la rodilla de un salto mandándolo a chocar de espaldas a la arena, con ella encima de él atrapado por las muñecas.
—Llevas tres de cinco… —gruñó en voz amortiguada por la rodilla aplastándole el cachete y pegándolo en la tierra.
—¿Quieres seguir practicando después de que te recuperes? Afinar la lucha sin armas es un buen ejercicio. —Alice lo ayudó a ponerse de pie al ofrecerle la mano.
—Si patearme el culo levanta tu ego, luego no llores cuando te supere. —La tomó del a muñeca y se irguió, sobándose la mandíbula en un gesto adolorido—. ¡Mierda! Tuviste suerte de que no me volaste un diente.
—El seguro de guardián te pone un implante. —Le pegó un puñetazo en el hombro—, venga, pequeñín. Estoy que mato una bestia demoniaca por una botella de agua fría.
Escalaron las escaleras de la fosa uno atrás del otro, bajo la luz del día soleado del medio día. En la cima los esperaban Lance, María y Valkiria.
—¡Nada mal que patear al rojo para no perder la forma! —Lance recibió a sus dos hermanos de armas.
—¿Quieres apostarlo, Lance? —Drake no dudaba que podía derribarlo, únicamente tenía que atraparlo.
—No te aceleres tanto, Lance… pronto llegará tu turno. —Alice los abrazo a la par que reflejaba más una llave, que un gesto fraternal que sacudió a ambos—. Ustedes dos son mis perras y los joderé por igual.
—Una excelente contienda. Los felicito, jóvenes amos. —Valkiria los felicitó ofreciendo beber de la cantimplora.
—Espero tener un encuentro contigo, Val. —Alice los soltó y tomó un profundo trago de la botella—, o mejor con Drake… ¿no te interesa jugar un rato con nuestra querida Val?
—Sería un honor.
Drake reverenció imitando el actuar de un caballero, faltándole activar la armadura. Val le parecía atractiva, aunque ese no era su objetivo, la apreciaba como una amiga. Su objetivo estaba ganarle en un combate de apuestas en el que pueda pedir montarla en la forma abismal. De imaginarlo le aceleraba el corazón en una sonrisa ridícula, emocionado tal cual un niño que aprendería a montar.
—Ni disimulas… le das a todos, bárbaro. —Lance lo despertó de las cavilaciones con una palmada en la espalda, tomando al rojo por sorpresa—. Saliste coge yeguas… sin ofender, Val. Eres cuaca fina.
—No vuelva a llamarme yegua… —Le advirtió Val y se detuvo unos segundos—, gracias por lo fina.
—¿Me lo dices tú? —Le reprochó—, y por favor no me mal interpretes me gustaría batirme en duelo con Val.
—Claro⁓ muy amante de las peleas… —molestó Alice aguantando una carcajada—, pídele permiso a María.
—No es cosa mía… —María jugaba con sus coletas—, no soy la mamá de Val… pero si quieres andar con ella tendrías que preguntarle.
—Lamento romper su corazón, amo Drake… no estoy interesada en una relación romántica de momento. —Val le rechazó en un gesto amable, en el que no sabía si hablaba enserio o le seguía el juego, y aun así llegó a patearle la autoestima—. Un combate no estaría mal.
—¡Agregando una apuesta! —La esperanza brilló en Drake por lo que no perdió el tiempo.
—Si gano… —Val puso un dedo en la barbilla con la cabeza alzada, pensativa de lo que podría solicitar—. Que no lleve ningún caballo a lo que quede de nuestro contrato.
—Vas con todo, Val. —María podía ser perspicaz, se esperaba que Valkiria tomase cualquier oportunidad que la alejase de los equinos.
—¿Qué? ¿Es enserio? —Drake había notado que Valkiria tenía problemas con los equinos, por lo que mantuvo la distancia.
—Si… de lo contrario no hay apuestas. —Sentenció Valkiria con seriedad—. No me gustan los equinos… me incomodan casi tanto como estar cercade otros abismales
—Me lo pones difícil… —Drake dudaba si debía o no aceptar. Cumplir una fantasía mundana arriesgando algo que lo mantiene cuerdo y en casa en medio del infierno. Se volteó para ver a Val y por un segundo creyó verla sonreír mostrando unos enormes dientes en una perversión desesperada, tal como si le dijera “¡Acepta! ¡Acepta! ¡No recibiré un no como respuesta!”—. Luego soy yo el que no disimula.
—Val… no quisiera sonar mal, pero… los caballos significan mucho para Drake. —Como siempre Alice actuaba como si le leyera la mente. Podía molestarlo, se burlaba de él constantemente y también lo cuidaba en un trato parecido al de una hermana mayor, contrariando su típica frase de “te conozco como si te hubiese parido”—. Es como si le pidieras dejar una parte de sí mismo.
—Pensé que no era demasiado…. —Val frenó su ambición y se lo pensó.
—¡Muy bien! ¡duelo de armaduras estigma! —Lance se puso impaciente, y el juego de apuestas que desataría en el personal lo hacía pensar en conseguirse unos pantalones con múltiples bolcillos—. A ver quien crea más rápido construcciones
—Creo que nosotros funcionamos distintos… ¿no? —Drake se cuestionó.
—Mis herramientas fueron una colaboración de mi muñequita y yo… —explicó Val.
—¿Hay algo que bultito no haga bien? —Lance estaba atrás de María, jugando con sus coletas.
—No morir de vergüenza ante el nivel de confianza que hemos agarrado, Lance… —María se apartó cuidadosamente.
—Mi estigma me ha ayudado a crear armas… —siguió Val—, toman bastante tiempo y son permanente. Tienen la ventaja de que puedo agregarles encantamiento… pero todas solo servirán conmigo, sin excepción. Además de que necesitan ser recargadas constantemente.
—Me saliste cara, Val… —María bajó cabeza en una pesada aura de mal estar cubriéndola—, de no ser por ese detalle… hubiésemos podido hacer negocio.
—Robaste la escritura en mi lengua. —Ese mal estar se contagió a Lance.
—Lo lamento mucho, muñequita. —Val tomó a María de la cabeza y la abrazó de forma invasiva. La considerable diferencia de tamaño convertía a la hechicera en un infante en comparación de la mujer del vestido negro—. No puedo ofrecerle otra cosa que mi lealtad eterna.
—No… durará mucho si sigues apretando. —Estrangulada el rostro de María se hinchaba en la perdida de aire.
—¡Mis disculpas! —La soltó de golpe y el oxígeno regresó a los pulmones de la guardiana de las trenzas. Los guardianes tardaron en notar a dos cruzados en armaduras negras acercándose a ellos, no lucían muy amigable al tener descubiertas las caras.
—Si que sabes moverte, cariño. ¿No te gustaría practicar con nosotros? —Un cruzado de mediana edad tomó a Alice del hombro, en una confianza que llegó a incomodó
—En otra ocasión, discúlpame.
Fría como el hielo, Alice vio atractivo al cruzado que lucía corpulento, piel oscura con una cicatriz en forma de línea en la comisura del labio que casi abarcaba la mejilla entera y con bigote, no el calvo pálido que pretendía coquetearle. De haber ido el que le llamó la atención lo hubiese considerado, sin embargo, con la compañía de su equipo se limitaba a un comportamiento ejemplar.
Los Templarios penitentes vestían armaduras negras, adornadas en blasones de la espada sagrada de color blanco. Se les clasifica como un nivel de elite en la milicia teocrática, al ser enviados como la avanzada; arrojados desde aeronaves en capsulas en líneas enemigas. Entrenados en el uso de armas pesadas, y lucha en contra de seres sobrehumanos. En esta armada se mezclaban mejorados con normales, otorgando un factor sorpresa.
—Ese niñato apenas te hizo calentar… Me llamo Logan Strongord, me dicen el gris. —El cruzado del bigote intervino.
—Me alagan, caballeros… de verdad… —Alice formaba las palabras correctas para una buena negativa—, ya estoy algo cansada… y no creo poder darles una buena contienda.
—¿Segura? —Logan pretendía insistir—, no vi que ese sujeto te hiciese sudar.
—La dama dijo que no, “amigo” —Drake no se tomó a bien esa provocación—, creo que será mejor que se vayan. A menos que tengas demasiadas ganas de morder el suelo… puedo enseñarte un par de cosas.
—Te dicen el gris… no lo pareces.
Un agudo chirrido vino en la mente de Drake, sacándolo de santimonia por lo que acababa de decir y al girar hacía sus amigos se percató que Lance negaba con la cabeza, María parecía tener ganar de llorar y Valkiria pegó la mano al rostro avergonzada.
—Drake, no hagas esto. —Alice fastidiada musitó agobiada a sabiendas de lo que estaba por pasar.
—Cuando dije lo de gris… no me refería a…
—Haré como que no dijiste eso, imbécil. ¿Quieres emparejar cicatrices? —Logan se detuvo en seco, y se puso delante de Drake, mostrando una diferencia de tamaño por cabeza—. Estaré feliz de complacerte.
—Usualmente me gusta luchar contra hombres… ¿Crees que puedes encontrar uno?
—¡Chicos! —Alice se puso en medio de ellos, tratando de separarlos en una sonrisa nerviosa—. Vamos a calmarnos un poco ¿Qué dicen?
—Drake hazle caso a Alice… ¡piensa con prudencia! —María apoyó la moción de Alice.
—Te apuesto ochocientas coronas que Drake lo noquea de unos diez golpes. —Lance le propuso a Valkiria.
—Apuesto que se mete el otro sujeto y tal vez otros Templarios antes de que terminen. —Val puso su dinero en una bolsa junto con Lance, ambos dándose la mano en un fuerte apretón.
—¡Oigan! —María se indignó por los malos juegos de sus amigos.
—Me disculpo… —Val reverenció con las manos atrás de la cintura, con las que disimuladamente le indicó a Lance que seguían con la apuesta y este asintió felizmente.
—Estamos en el mismo bando… —Alice arrastró a Drake lo más lejos que podía de Logan.
—Preferiría pelear con un guardián que no deja morir al cliente… —Logan golpeó donde más le dolía a Drake—. ¡Anda, vete! ¡Escóndete en las faldas de verdaderos guardianes y pide amnistía política por tus cagadas! ¡Se ve que no te importa el dolor que le puedes dejar a los afectados!
—¿Qué fue lo que dijiste? —Furiosas flamas esmeraldas ardieron en los ojos de Drake. Resguardando una mínima de autocontrol, el conocer lo que sabía Logan le evitó el impulso de arrojar el primer golpe.
—Sabía que no me recordarías… apenas y nos vimos. —Los puños de logan se cerraron en un semblante ensombrecido, con una sonrisa espeluznante—. Fui parte de la expedición del príncipe Ash en la búsqueda de lo que sanaría a su majestad Salomón. Nos acompañaron guardianes de verdad… Rhaizak el dios de la guerra… y Rafal el santo de ébano.
» Comparados contigo eres menos que una sombra. Se necesitaba a alguien para mantener la línea… por si algo llegase a suceder… el pobre Connor… no pudo aceptar que no podía ir a la campaña… contra toda orden que se le dio de no venir se decidió a buscar medios externos, ¡el que lo dejó morir! Maldito el día que decidió…
—¡¡Cállate!! —Drake no pudo soportarlo y arremetió en un puñetazo directo a la cara del soldado.
El ente carmesí emergió al instante que conectó el golpe, armándolo en la poderosa armadura. Logan se derrumbó en el suelo en un chorro de sangre que se le escapó de la boca, bajo la presencia de paralizados guardianes y cruzados. No cabían en el frío impacto por las revelaciones y de la confrontación que se inició.
Las manos de Logan toparon en suelo y se impulsó en golpe bloqueado por el antebrazo de Drake, alterado por la rápida respuesta de su enemigo. Reconocía a un super humano cuando lo viese.
«¡De rodillas!», un alarido psíquico retumbó en las cabezas tanto de cruzados y guardianes, los sacudió la carne y el alma. Los frágiles a esas experiencias se derrumbaron agobiados por el inmenso poder telepático del inquisidor Bastean.
El inquisidor vestido en el elegante uniforme de gabardina negra y adornados dorados, se abrió paso en el tumulto escoltado por cruzados psíquicos, entre los que estaban Owen y Bradock. En el avance la milicia se arrodilló en señal de respeto, y admiración, todos menos Drake aun conmocionado por lo sucedido.
—¡Dobla la rodilla, tonto! —Alice lo jaló del brazo.
—S-si… —Drake entró en razón y al estar por hacerlo se percató como el inquisidor lo observaba gélidamente.
No hubo ninguna palabra, únicamente la mano de Bast se levantó y una fuerza invisible golpeó a Drake en el estómago, sacándole el aire y lo disparó lejos estampándolo a una largada distancia sobre el duro suelo.
—¡Su excelencia por favor discúlpelo! —Alice se quiso meter y los psíquicos en armaduras doradas con túnica y yelmos cónicos se le pusieron delante.
—Una advertencia… remedo de guardián. —Bast pisó la mano de Drake estando en el suelo, lo que le provocó un quejido—. No me ocasiones problemas… tu deber es morir por nosotros, no que me hagas matarte por tus estupideces. Vi lo que pasó… por lo que únicamente te pondrás a limpiar los establos y los baños por unas dos semanas.
—Mierda… —Drake por fin se liberó, y vio como Bast arrojó un golpe psíquico sobre Logan, derrumbándolo.
—Irás a hacer doble turno de vigilancia en las fábricas… no quiero otra estupidez ¿quedó claro?
No hubo objeción, todos siguieron en cabeza gacha y permanecieron en esa pose en la partida del inquisidor. Los cruzados socorrieron a Logan, y no hubo ninguna otra riña con los guardianes al ayudar Drake. Una incomodidad se esparció en el patio de los barracones, y la multitud se dispersó.
…
En la noche del campamento al finalizar el festejo, los Einharts tomaron rumbos separados ocupados en asuntos personales. Alice arrastró a Drake en la espesura del bosque dejando a Valkiria acompañada por Lance.
—Necesito platicar contigo en privado. —La orden de la líder llegó clara, por lo que no pudo negarse.
La chica lideraba el paso llevándolo de la mano en un silencio punzante, incitando a predecir las intenciones en una mente retorcida y cicatrizadas en paranoias. Drake observaba los alrededores a la espera de que salga cualquier cosa, alguna trampa del enemigo o una broma de mal gusto; una distracción efímera que aleje de su mente las palabras de aquel alter ego tras matar a Alpiel: La deseas.
Un sentimiento de malestar anidaba en el pecho. Sentimientos encontrados chocaban desde la llegada a Lazarus. Fantasmas del pasado lo persiguieron constantemente. Las pesadillas no dejaban dormir en pensamientos oscuros.
Negaba con la cabeza nuevamente y volvía aferrarse a alejar esos fantasmas. Clavaba la mirada en la espalda de la chica. Inconscientemente hizo un chequeo completo al precioso atractivo físico; esas largas y bien torneadas piernas. Anchas caderas cuyo contoneo le absorbía. Le sacó un suspiro enardecido y las tentaciones de pensamientos lascivos, le ponían la piel de escarpia. No era la misma niña que conoció años atrás.
La conoció en la academia militar desde ese día la ha admirado, viéndola como un ejemplo a seguir y por ella quería ser fuerte. Anhelaba poder protegerla como lo hizo con él en ese entrenamiento infernal.
Un objetivo alejado de cobrar la insana venganza, cuyos fantasmas contaminaban y por esa promesa se mantuvo firme a fuertes convicciones; vivir su vida alejado de ese camino oscuro, tal como se lo juró a su padre. Por lo menos, ese es el último juramento que todavía seguía en pie, a diferencia de aquellos donde su morada yacía bajo tierra en cuyas memorias de fracaso lo acosaban.
—Este lugar es perfecto… —Alice se detuvo en un claro y se recostó boca arriba como un costal. Encendió un cigarro con el que procedió a fumar—. Me encanta observar las estrellas… en especial cuando son noches iluminadas… ven acuéstate conmigo, pequeño.
—Se te van a subir los pinolillos. —Ocultó la precaución en una burla que le duró poco al ser jalado por Alice, su aliento apestaba al alcohol potente preparado por Tonatiuh.
—No voy a preguntarlo dos veces… —Frunció el ceño, negada aceptar un no por respuesta—, no te hagas del rogar… ¡Te lo ordena tu líder! —No aguantó el usar ese título en un tono juguetón actuando en una autoridad exagerada.
—Como usted ordene mi lady. —Drake hizo lo propio y se recostó de tal forma que sus cabezas las separaba un palmo, y cruzó los brazos atrás de la nuca—. Bien…. ¿de qué querías hablar?
—¿No puedo pasar un buen rato con mi mejor amigo?
—Muy graciosa… —Soltó una leve carcajada, ninguno de los dos dejaba de encarar la bóveda celeste—. En primera… no digas “buen rato” me haces tener escalofríos por experiencias pasadas…. Y tampoco mejor amigo, me hace sentir mal por Lance.
—Si es así como lo quieres…. —La sobriedad retornó en un hablar sereno y sincero—, ¿de qué se trató lo que pasó en las barracas?
—Tendrás que ser más específica… hago cada estupidez. —Se limpió la nariz, despreocupado al estar en confianza.
—No te hagas el tonto… sabes muy bien a que me refiero… —Entrelazó las manos encima del vientre—. Tu riña con ese penitente… hablaba de un contrato fallido y ese sujeto… Connor… creo que así se llamaba el hijo ilegitimo del rey de Lazarus. No es la primera vez que pasa.
—Quisiera no hablar de eso. —Drake no lo vio venir más no lo sorprendía. No ha sido la primera vez que alguno de los miembros del equipo lo cuestionaban al respecto, en cada una de esas ocasiones desviaba el tema—. Se lo dije a los demás… es mi problema y no tiene caso indagar en eso.
—¡Oh no, señor! Esta vez me vas a escuchar. —Alice se sentó en el zacate actuando autoritaria—. No pienso seguir tolerando esto… ya llevas varios incidentes que por poco se vuelven catástrofes.
» Tuviste un altercado con el inquisidor Bastean y la princesa Esmeralda en la capital… antes de eso el rey Salomón te reconoció… mencionando a su hijo. Todo parece relacionarse con ese chico… de ir por este rumbo ocurrirá una desgracia y estoy segura que pasará una vez que me vaya de viaje… no quiero partir sin saber que pasó y que podrás manejarlo de verdad.
—Puedo manejarlo… —Drake blindó la piel y el corazón, surcando frías palabras en un semblante sombrío, duro como roca—. No quiero hablar sobre eso.
Sin darse cuenta se comportaba igual que su padre, su mismo modo en como confrontaba sus problemas hasta que le hacían perder la paciencia y se volvía una insana máquina de gritos.
—¡No! no puedes. El equipo entero está preocupado… casi que te hacíamos una intervención. —Alice abrió el corazón en un esfuerzo por traer la razón—. Los convencí de que me dejasen platicarlo contigo. Por favor… acepta que te puedes comportar como un patán y un sinvergüenza, pero uno que se deja ayudar por sus amigos. ¿Qué fue lo que te pasó en este país?
—Dije que… —Las flamas esmeraldas explotaron en rabia en los ojos y en un alarido se puso de pie activando la armadura instintivamente, empujado por sus emociones—: ¡No voy a hablar sobre eso!
Como una cobra silbante, Drake se tensó preparándose para dar marcha atrás, algo que nunca hizo a notar como Alice se levantó sin ningún temor ante la hostil reacción.
—Mira, lo siento… no quise entrometerme. —Ella reconoció en los adentros que se movió precipitadamente, por lo que cambió en un avance suave—. Pero te lo aseguro, no eres el único lidiando con un dolor personal. Ha sido complicado para todos nosotros. Trato de ayudarte… todos lo hacemos.
El rostro de la chica se volvió una representación de infinita piedad. El corazón de Drake dio un vuelco, por un segundo lo hizo ver esos días cuando se escondían en un rincón después de los entrenamientos o dormían juntos inocentemente sobre la paja de las caballerizas. Alice era su confidente, su primera, y mejor amiga.
Las palabras volvieron ahogarse en la garganta de Drake, de nuevo esos fantasmas regresaban y empujaban esos candados oxidados del interior de su alma, en un afán de salir a la luz. No importaba cuanto tratase de ocultarse en el interior de esa armadura, tarde o temprano escaparían por las hendiduras; no podía escapar ni dejar atrás el pasado. Forzó una sonrisa. Piensa en alguna excusa o historia falsa, capaz de cerrar esas hendiduras y alejar el tema.
—Nosotros tuvimos una…
—No me digas que te tiraste a Esmeralda —Lo interrumpe—. Ambos sabemos que no tienes las pelotas suficientes como para tirarte a una princesa.
—¿Qué te hace pensar eso? Tú misma lo dijiste, soy un patán y un sinvergüenza. —Forzó una sonrisa cínica al desactivar la armadura, regresándolo a la apariencia humana.
—Te lo he dicho antes y te lo volveré a decir; te conozco como si te hubiese parido —dijo duramente —. No sabes mentir, no puedes mentirme… me preocupas, Drake —Alice volvió a un tono de voz calmado y preocupado. No iba irse sin respuestas.
Drake se pasó las manos sobre los negros cabellos; asintió rendido a las peticiones de la chica. Las alternativas se agotaron y no había otro camino que dejar le el paso libre a esos fantasmas.
— Hace cuatro años el rey de Lazarus enfermó… o fue herido por algo… no recuerdo el detalle exacto. Ni doctores ni los hechiceros podían hacer algo. El fruto conocido como la Napasea, capaz de sanar cualquier enfermedad o herida al instante incluso en el lecho de muerte… pero se perdió muchos cultivos de estos durante la primera cruzada en la conquista de las tierras del surl —El rostro se le oscureció al abrir temeroso esa vieja herida—. Se escucharon rumores de la existencia de este fruto en la isla de los huesos… en territorios poco explorado. El príncipe Ash se decidió a realizar una expedición acompañado por un grupo de exploradores y con dos guardianes experimentados. El hijo bastardo del rey fue legitimado antes… lo que no le quitó esa etiqueta… no hizo caso a las órdenes de quedarse atrás… con el poco dinero que pudo tomar del tesoro real… consiguió una embarcación contratando a una banda de mercenarios de poca monta, y un estúpido guardián primerizo y con ansias de aventuras.
Drake se mostraba cínico al mencionarse en la historia. En esas instancias, se preguntaba lo que hubiese pasado de no haber sido un cobarde en el ofrecimiento de la cristalización, lo que transformó a muchos en mutados.
—Ese fue tu primer contrato… —Alice palideció al hilar esos acontecimientos. La sangre se le congeló convirtiéndola en una estatua de hielo y llegó a la conclusión—: ¡En ese lugar obtuviste tu armadura!
Alicia tenía en conocimiento del primer contrato en solitario de Drake, no obstante, nunca supo los detalles al ser una anécdota traumatizante, por lo que no podía sacar el tema fácilmente. No se vieron durante un año completo, los dos estuvieron enfrentándose a sus propios demonios.
En el registro de Trisary se catalogó que Drake viajó a mar abierto escolta de un navío marítimo que transportaba mercancías de Lazarus a colonias sureñas. Por lo que se escribía incumplió la tradición de una misión en solitario al toparse con Rhaizak de causalidad, y los dos tomaron el trabajo. Por un altercado con diluviantes de colosal tamaño, la embarcación naufragó en la Isla de los huesos, en donde según quedó grabado como el origen de la armadura simbiótica al cruzarse con una tribu sectaria de dioses paganos al llamar por un ritual alguna fuerza del “más allá” y tomó al guardián como portador en un ritual fallido de sacrificio humano.
—El reino de Lazarus y Trisary taparon muchos detalles sobre la horrible muerte de Connor… fui el único superviviente. —Apartó el rostro avergonzado. Temía volver a cerrar los ojos y de nuevo tener esas visiones. Los dientes castañeaban temblorosos, presa del estrés post traumático.
—Estoy aquí para ti, Drake… —En un tono reconfortante Alice posó la mano en la espalda del pelinegro—. No estás solo.
—Pasé un buen rato en el castillo. Rápidamente me hice amigo de Connor y de su hermana menor. —Hizo una pausa. Jaló aire al recolectar las partes esenciales del contrato—. A ella le prometí que traería a su hermano de vuelta y que ambos la llevaríamos a vivir aventuras… fui un estúpido crédulo.
Drake casi se mordió la lengua al llegar a la parte de la princesa. Apoyaba la frente sobre su mano, y reprimía la rabia. Ese pesado remordimiento con el cual ha vivido avergonzado desde entonces, por ese juramento roto. Al volverla a ver convertida en mujer, no pudo evitar sentir una profunda angustia, carcomiendo las entrañas. Había fallado, fracasó como guardián y aceptó ser merecedor de todo el odio de Esmeralda.
—Te he dicho que puedes confiar en mí, nunca te voy a juzgar. Sé quién eres Drake; tú tampoco lo olvides.
—Apenas recuerdo lo que sucedió en el contrato. Perdí a Connor y regresé junto a la tripulación de Ash. Ahí me reencontré con Rhaizak… ese viejo volvió de quien sabe dónde… y lo primero que hizo fue tomar un trabajo… fue una coincidencia total que nos viéramos… no sabía que mi viejo había fallecido. —Observaba detenidamente el puño cerrado.
Tentáculos le cubrieron, transformándolo en el guantelete carmesí. Esa cosa lo salvó por un pesado precio. Lo convirtió en un portador los llamados mutados de grado tres; aquellos temidos y odiados para muchos al ser los más cercanos a los demonios. Anidaba en su torrente sanguíneo y alma. Lo mantenía con vida y él a ella.
Lo inesperado se volvió realidad; las penumbras invisibles sobre su conciencia, salidas a la luz al ir liberando esas anécdotas, cuya mención le dejaban al borde del llanto, se disiparon al resentir unos brazos tomándole de la cabeza, y jalado hacia el pecho de la chica. Fue atrapado en un cálido abrazo. La acción repentina enrojeció las mejillas al guerrero rojo.
Las palpitaciones se aceleraron al escuchar el canto del corazón de su amiga; una canción de una dulzura tranquilizante. Volvió a ser ese tímido niño protegido por la fuerza de una amiga en la academia militar.
Los mechones azulados se derraman sobre rostro de Drake, embriagado por el perfume que desprendían, similares al dulce olor a moras; le provocaba un escalofrió y la piel se erizó por lo que cerró los ojos, dejándose llevar.
Alice le acarició la cabeza, pasándole los dedos entre los mechos del cabello oscuro y el abrazo se correspondió. La blusa de tirantes ajustada, acentuaba su figura. Los pechos firmes llenos estiraban la tela, invitando a la tentación de sobrepasar el límite de un vistazo a la curvatura de esos frutos maduros de piel pálida.
—Siempre estaré para ti… eres mi dulce hermano. Eso jamás va a cambiar.
Una verdad que Drake veía venir, no podía negarlo y simplemente sonrió con tristeza al aceptar ese hecho. Alicia no era tonta, notaba una caricia ajena a la camaradería por lo que se aseguraba de rechazarlo discretamente asegurando el mantener la amistad.
—Digo lo mismo, payasa… —Drake tomó el lugar que le correspondía—. Siempre haremos estupideces juntos y nos culparemos entre nosotros.
—A todo esto… ¿Qué pasó con Ash? —La cuestión de Alice quedó en el aire por el retumbar de pisadas al acercarse al claro.
—¡Oigan, aquí están! —El llamado en eco de Lance los hizo separarse, y en el encuentro llegaron Valkiria, María y Tonatiuh.
—¿Qué sucede? —preguntó Alice extrañada.
—Bultito tiene algo para nosotros dos, Drake. —Lance se apartó dando paso a la susodicha.
—Escuchen… necesito darles una misión muy importante. —El semblante de María se mostraba firme y estricto en señal de que pusieran atención. Sacó el cubo del que accionó la aplicación de música—. Es sobre Sheila… y todo el asunto de que es un dragón. No solo les encajaré que la protejan… también deben hacerlo de ella misma.
…
Drake despertó en una visión borrosa que de a poco se aclaró. El lugar familiar cobró vida, se trataba de su habitación de infancia. Un cómodo cuarto de tamaño pequeño, por el lado derecho de la cama estaba un enorme armario de madera de cuatro puertas y varios cajones incorporado a la pared. En el izquierdo una ventana con una cortina color vino que tapaba los barrotes de hierro.
El suelo de tablones rechinantes era un campo minado de juguetes y ropa tirados por donde quiera. No alcanzaron a llegar al cofre juguetero o el canasto de ropa sucia que vomitaba por tanta prenda desordenada.
—No puede…
Se miró vestido con el pijama usado de niño en el cuerpo de adulto. Una camiseta blanca y unos calzones azules. Detectó en el hombro izquierdo una cicatriz enrojecida donde Griselda le apuñaló, lo que le aclaró la mente y lo que sucedió.
Cerca de caer en una crisis nerviosa salió disparado de la cama, retiró las cortinas y abrió las ventanas que daban al exterior; donde se veía la entrada de la casa y justamente frente al porche reposaba Anisha en una silla de playa. Ella descansaba en ropa interior, sin sus alas y con los lentes oscuros, tomando el sol.
—¡Hola, junior! —Lo llamó a viva voz al percatarse de que era observada.
—Me lo suponía… —Drake se percató que volvió a conectarse con Anisha, al filo de entrar al plano astral, el más allá.
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