EL ASESINO DE DIOSES (Volumen 1) - 48
—No me pagan lo suficiente para esto.
Agobiado por la situación, Drake se rascó la cabeza y se alejó de la ventana. Encaminado a la salida se topó con algo que lo detuvo un breve instante. Al lado del librero, pegado a la pared por arriba de una pequeña mesa con apuntes de cuentas pertenecientes a la época en la que quería ayudar a su padre, se encontraba el poster del caballero de la tormenta en una pose heroica. Había olvidado esa imagen, sabía que compró de niño algo de la mercancía de los Templarios y Trisary, más no recordaba ese producto con exactitud, llevándolo a teorizar que por sentido de ética lo bloqueó.
A ojos del padre los llamaba “propaganda barata de reclutamiento” y tenía la filosofía de que todo lo que su hijo desease fuera de lo básico o un obsequio en días festivos, lo tendría que ganar por sudor de la frente. Drake ahorraba para comprarse algunos artículos, y ese poster costaba menos que un muñeco de plástico.
Las vistosas armaduras llamaban su atención, ornamentadas y completas corazas relucientes. Esa imagen de Clint representaba perfectamente esa afición. El ser un elemento activo y en ese tiempo el mayor exponente de los caballeros Templarios, conocido como el portador de la antorcha al presentar servicio en las cruzadas, tras derrotar a incontables oponentes de todos lares del planeta conocido, ganando la admiración de Drake.
Escuchó que una vez Clint encontró y derrotó a un gigante, un tipo de criatura poco visto en la época contemporánea. La describían como un coloso sombrío de diez metros, de múltiples brazos que estuvo sellado en una mazmorra, durante una exploración de un grupo de hechiceros de una avanzadilla de Templarios que estaban en una de las muchas guerrillas contra el Libre pensamiento, al romperse los inútiles tratados de paz que alargaban la guerra fría.
Uno de los héroes de Drake, ese título se esfumó tras conocer la verdad contada por el maestro sobre Clint. En los inicios de la simbiosis, se advirtió de lo peligrosos que podían llegar a ser los super soldados Templarios. Rhaizak sudó frio por el comentario de un Drake recientemente mutado, sobre el pretender buscar a algún nephilim, quizás a Clint, para tener unos concejos en el control de la armadura.
Al tener un rango alto como maestro de los lobos de la noche, Rhaizak contaba con contactos e influencia en diferentes esferas de poder entre los Templarios. Durante la segunda Titanomaquia y en la guerra civil de guardianes, las relaciones de Trisary con la alianza Templaria se mostraba tensa; en especial con Rhodantis al ambicionar el retomar el territorio alguna vez suyo tras ser independizado por Máximo Trisary, y por sus riquezas naturales al tener grandes yacimientos de minas de cristales, dos del tamaño de montañas.
Una ubicada en La roca negra, donde residía la académica militar. La segunda mina se encontraba bajo la capital. A sabiendas de la posibilidad de una invasión con intención de anexar el territorio, se abrió un archivo en el que almacenó continuamente información de los elementos relevantes de la orden de la espada sagrada.
A Drake se le mostraron documentos y cintas de grabaciones de actos innecesariamente violentos de los super soldados angelicales, entre los que destacaba el caballero de la tormenta.
Violaciones, muertes en masa por daño colateral, tortura, y pueblos borrados del mapa por las batallas de los nephilim y posteriormente eliminados de los registros; como si nunca existieron. Acontecimientos tapados por la divina mano de los Templarios.
No podían hacer nada, en eso se resumía la conversación que tuvo el joven cazador de monstruos con el legendario veterano. No volverían publico esos documentos, meramente servían en caso de una posible guerra.
Drake no asimilaba que incluso niños se vieron afectados en incontables muertes dentro de las inquisiciones de esos autoproclamados semidioses elegidos por una fuerza superior, corrompidos por una libertad de cometer cualquier tipo de acto. Podían dormir en las noches bajo un estatus de estar absuelto de los pecados, al prestarse para una santa obra.
Arrancó el poster y lo redujo a una bola de papel tirándola al bote de la basura. Al cruzar el umbral de la habitación los tentáculos rojos emergieron de los poros, armando la filosa coraza roja y flamas esmeraldas en las ventanas del alma.
Bajó las escaleras y no tardó mucho tiempo en salir al porche de la casa, colocando las manos encima de los barandales cercano al rango de visión del cuervo recostado en la cama de bronceado, al beber un te helado sabor manzana. Tenía los ojos cubiertos por unos redondos lentes polarizados color azul, y un cambio en el corte de cabello; un mohicano.
—Nunca te despegas de esa armadura. —Anisha zarandeó la tasa y resonando hielos del interior.
—Forma parte de mi en muchos sentidos… la mayoría no acabo de entenderlos… —explicó en un aire burlón y hasta sarcástico—. Como el que me une contigo. Desde niño le rezaba a dios para que, en algún momento pueda traer una chica linda aquí a la casa. Los sueños se cumplen de formas misteriosas ¡oh, espera! seguimos en un sueño.
La figura de la doncella desbordaba una belleza delicada y elegante. Carente de cualquier flacidez, o de masa muscular maciza separándola de las guerreras como Alice y Sheila. El sostén azul apenas abarcaba los frutos de prominente tamaño, que llenaban los ojos de Drake con solo mirarla y pasó la atención en el pálido abdomen lizo, acariciado por la mano de uñas pintadas de negro, posada encima del vientre.
Puras curvas en una cintura delgada y piernas de muslos anchos, con las proporciones correctas en cada parte de su cuerpo, salido de un cuadro, mejor dicho, de las hechiceras licenciadas modificadas por las mutaciones de un biomante especialista. Completamente sobrenatural, un disfrazas de algo desconocido.
—Más o menos… si fuese un sueño completamente tuyo… esto sería una oda al degenere. —Ani tomó otro trago de la bebida—. Y esto tendría mejor sabor, junior.
—Es la primera vez que una dama tan bella me produce algo de incomodidad… —dijo—, si se llega a saber dañaría un poco mi imagen. No me digas junior… no me llamó como mi viejo.
—Es una pena… Clayton es un nombre bastante masculino.
—Debo admitir que es bastante bueno… —Sin darse cuenta se dejó llevar por la desviación del tema—. Cuando tenga hijos le pondré ese nombre a mi primogénito.
—Awww, cosita… “el pequeño Clayton” suena adorable de solo pensarlo, un poco de terapía y quizás seas un buen padre… uno enfundado en una armadura colorada que hace cosas malas, pero quiere ser bueno… intrigante, bueno entonces… —Anisha desvió la temática—, ¿Qué tal?
—¿Qué cosa?
—¡Mi cabello! ¿no se ve espectacular? —resaltó en aires de grandeza al levantarse.
—Supongo… —Drake ladeó la cabeza en una expresión de confusión, no sabía cuál respuesta era la correcta—. Que está… ¿bien?
—¿Solo bien? ¿tienes idea de…? Sabes que… ¡olvídalo! Es la última vez que intentó traer algo distintivo a la mesa. —El cuervo desplegó las alas, cubriéndola por completa y en un parpadeo antes de que Drake pudiese terminar de reaccionar, el par de apéndices azabache se abrieron mostrando a Anisha en el vestido azul con el largo cabello nacarino. Con mano en la cintura alzó el mentón—. Vaya que te dieron una paliza…. Por nuestra conexión sentí una perturbación y vine a ver que pasó. Antes de que me salgas con algo de tu entrenamiento contra enemigos mentales, y que pongas barreras ya vi en tus recuerdos… esa tal Griselda debería aprender a cubrirse al transformarse… quizás por eso perdiste… te quedaste embobado viéndola como lo haces conmigo.
—¡N-no es verdad! —Rojo como un tomate bajó del porche—, no tengo reparos en admitir mi derrota… fui descuidado y…
—Pudiste haber muerto. —Interrumpió tajante con seriedad en brazos cruzados por debajo del busto, y en un parpadeo una de las alas se posó cerca del cuello de Drake, con las plumas negras erizadas brillantes con la luz solar, reflejando filo que sacó cierta inquietud en el guardián—. Tuviste suerte por contar con apoyo. Por juzgar tus encuentros pasados, me doy a la idea de que estás acostumbrado a pelear estratégicamente con monstruos más fuertes, pero salvajes y no tanto con guerreros pensantes. Eso está muy mal… tienes que tener cuidado. En este negocio… ganas o mueres.
—Lo tengo presentes… no tienes que regañarme. —Drake posó la mano donde lo hirieron y se excusó—. Alpiel usó una estrategia para pelear conmigo, y la puse en su contra. Así que no estoy tan jodido.
—Además de que solo sabes hacer estrategia por cuenta propia, necesitas alguien que te lidere para trabajar en equipo, te sientes incapaz de tomar el mando. Tus amigos te canalizaron al parecer… —Anisha se relajó por fin—, mi conexión contigo se volvió tranquila. Estás fuera peligro… espero que sirva como una llamada de atención.
—Pensé que no te importaba… —Drake la increpó alzando una ceja, ya irritado de tantos sermones disparados cual saetas al pecho.
—Me agradaba Clayton… y al menos quiero divertirme viéndote un poco más… —añoró Anisha a su antiguo amigo, quedándose unos segundos con la vista posada en el frio liquido de la tasa—. Has matado muchas cosas brutalmente fuertes en el pasado… ser derrotado por un vampiro suena patético.
—Bien… ¿vas a decirme algo más o solo quisiste reprenderme? —Lo ansioso seguía en su ímpetu, elevado poco a poco por un ápice de paranoia—. Tengo otras cosas que pensar… por destruir esos zealots y dejar ir dos los acólitos…. Muy posiblemente tendré problemas.
—Unas dos cositas… te daré un concejo… algo que aprendí al ver las aventuras de tu padre. —Anisha aclaró la garganta y se paró enfrente de Drake—. En cada pelea… no solo pienses que tu enemigo puede ser más fuerte… igual cree que puede tener algunos trucos escondidos. Lo hiciste con Alpiel y la supiste armar. Luego llegó Griselda mostrando ser extremadamente astuta. Y para evitarte otro caso así… me tomé la libertad de conseguir la esencia de un antiguo guardián en el plano astral… quizás te dé unos concejos.
—¡¿Qué?! —Estalló en incredulidad—, ¿puedes hacer eso?
—Mira… —Sacó por debajo de la falda, una marioneta de calcetín hecha de tela parecida a la Clayton en su traje de pistolero, con todo y sombrero. La alzó justo frente a ella, actuando en una forzada parodia—: ¡Espabila, coño! ¡Que te crezcan un par de pelotas y ponte a romper cuellos!
La manita de esa caricatura de negros ojos de canica pegó un manotazo en la cara, más para molestarlo que causar una verdadera agresión.
—Muy graciosa… —Drake fingió haberse reído de la broma evidentemente, y dio media vuelta—. Me iré entonces.
—Fuera de broma… tengo recuerdos de tu padre durante la guerra civil… —Lo revelado se mostró causalmente, como si fuese cualquier tema—. Pensé que podría mostrarte alguna de esas peleas… quizás eso te ayude un poco.
—¿Cómo dices? —Frenó en seco al filo de la incredulidad, y retornó.
—Es mi magia insignia, soy una psíquica experta… puedo decir que sobresaliente. —Anisha puso la mano en el pecho, inflando su ya gordo ego—. Por mi pacto con Clayton… pedía que me permitiera grabar algunas de sus vivencias que me pareciesen interesante; se puede decir que soy una especie de cronista… una buena historia… una canción que haga llorar a los bardos… ese era el pago que más disfrutaba ¿te interesa?
—Creo que podría… echar un vistazo… —Drake se esforzaba por disimular la expectativa, específicamente el encontrarse nuevamente con su padre de cierta manera—. ¡Oye, espera! Te metiste la mano en la parte delantera de la falda… ¿Dónde guardabas exactamente la marioneta de mi viejo?
—Primero que nada… —Ignoró de golpe la última cuestión. Anisha levantó la mano enguantada y una corriente de energía tomó forma, coloreada de dígitos de runas, números y múltiples variables—. ¡¡Contexto!!
La luz segó al guardián empujado a cubrir la cara con las manos, y todo se tornó blanco. Al abrir los ojos el guardián carmesí se veía en un nuevo escenario, en la península montañosa de Glory, específicamente en la plaza de carretera adoquinada, entre las banquetas de múltiples edificaciones que iban en una colina en ascenso que llevaba al Palacio de Platino.
Masas de personas abarrotaban las calles, abriendo paso a un desfile de soldados de uniformes verdes marchando en rifles en alto. Al frente iba la caballería, al segundo las tropas a pie y atrás los tanques bajo una lluvia de confeti y rosas arrojados desde las ventanas de las casas, por donde se asomaban espectadores. Los militares de Trisary no destacaban en blindaje como los Templarios, al ser un país pequeño enfocado en la creación de guardianes para exportarlos a los otros países, el ejercito iba en trajes acolchados con pequeñas placas de armadura de camuflaje rural.
Aeronaves halcones volaban los cielos, ondeando en la cola la bandera de la espada rota al compás de la música de gitanos, bardos, payasos y juglares creaban espectáculos callejeros en claros abiertos de personas.
Drake traspasaba el océano de civiles cual fantasma. No podía sentir absolutamente nada al tacto, no existían los olores; un evento a esa escala en la capital lo identificaría como el aniversario de la independencia de Trisary, más no cual de todas. Las cavilaciones se cortaron al descubrir allá entre la multitud, al hombre de espaldas con el inconfundible sombrero vaquero.
—Papá…
En parpadeo llegó al encuentro, justo a su lado y como era de esperarse no se percató de su existencia. Clayton no se veía muy distinto a como lo recordaba. Ese semblante de piedra tallado permanente en el rostro, solo que mucho más joven. Carecía de canas en la cabellera negra, y la poblada barba bien arreglada. El lucero de la vitalidad ardía en la mirada, alejado de la representación de aquel que esperaba a la muerte.
—Viejo cabrón… —Drake no pudo evitar derramar las lágrimas, limpiándolas con el antebrazo. El alma se quebraba a pedazos en un aluvión emocional indescriptible, nunca pensó volver a ver a su padre, y mucho menos rebosante de energía—. Tengo tanto que quisiera… lamento todo lo que hice… jamás… papá…
Y se cortó al tocarlo del hombro, atravesándolo de lado a lado en colores nebulosos del traje. Una ilusión, ese trago amargo lo consumía lentamente. Dolía siquiera verlo, y no poder disculparse, no poder abrazarlo para decirle cuanto lo extrañaba.
Que a pesar de todas las diferencias que llegaron a tener, lo amaba como nunca antes, y prometería compensar todas las falencias, las rabietas y conflictos con tal de que lo acompañase.
Demostrar que podía ser un mejor hombre de lo que llegó a imaginar, encontrar la paz. Drake sabía que se convirtió en un guardián en contra de la voluntad de Clayton, una profesión a la que honraba por ser su camino a la redención y compensar todos sus fracasos.
—Lamento que tenga que ser así… —Anisha apareció de entre el público, su voz apagaba las de otros al sonar. Ella tenía el control del escenario—. Teníamos que iniciar por algún lado.
—No te preocupes… —Drake se cortaba al hablar. Tragó saliva en una pausa breve, esforzándose para no terminar de quebrarse, no frente a Anisha. De alguna manera una parte suya se conmovía de tenerlo cerca una vez más—. ¿Qué se supone que es esto?
—Dales una ojeada a tus libros de historia, niño. —Anisha posó una mano en la cadera, y los ojos chispearon de frivolidad—. Esto es un día importante… además tenemos cierta prisa, por lo que no vamos a perder el tiempo.
—¿Por qué no vamos directo a la pelea entonces?
—Quiero que quede claro lo sucedido… —Las alas se convirtieron en un chal con capucha—, aparte disfruto mucho de este día, me hace recordar lo estúpida que puede ser la gente.
En un parpadeo Drake y Anisha aparecieron en un bar llamado “El tarro ronrón”, un establecimiento visitado por militares y guardianes. El lugar tenía una decoración rustica de madera, abarrotada de personas atendidos por atractivas meseras. Dos tarros espumosos de delicia se colocaron en la barra delante de los dos veteranos, en miradas puestas en la pantalla del droide flotante que proyectaba una transmisión en vivo.
Bailarinas danzaban en el escenario levantando las anchas faldas con crinolina, al ritmo de la música armoniosa de una banda con trompetas, saxofones y guitarras. Anisha tardeaba armoniosamente, se dejó llevar por la sonata separándose de Drake, quien se acercó a su padre, quedándose a sus espaldas. Se sentía indigno de sentarse a su lado.
—Escuchen señoritas… mi amigo y yo somos Trisarianos; nos la hemos pasado todo este año matando diluviantes en alta mar, limpiando minas de Cristales azabaches y atrapando brujos. —Rhaizak se inclinó a la altura de Clayton, tomándolo del hombro—. Así que exigimos la mejor bebida que tengan.
—Eres originalmente un Tliank, Rhaizak. —Recalcó Clayton al oler la ebriedad de su amigo, tras probar el segundo trago de un tarro con delicia—. Tampoco soy nativo de aquí… nos nacionalizaron.
—¡Cállate, bastardo! —Bebiendo un trago, el pistolero se fijó en a la cantinera quien en respuesta le guiñó un ojo de forma coqueta. Clayton era conocido como un muy buen mozo.
—Se ve tan… distinto… —Drake murmuro para si mismo.
El hombre de ceño eternamente fruncido, actuaba amigable e invitaba a la plática. Verlo consumir alcohol vivaracho, y afable en esta época, distaba del infeliz ebrio que amanecía sentado en la sala con varias botellas tiradas en el suelo.
—Te lo digo… ese día que faltaste a la reunión del gremio, Balduir se puso tan borracho que se metió a bailar al escenario con las damas. —Clayton contaba una anécdota, sobre el maestro del gremio de los lobos de la noche de esa época—. Quiso imitarlas, levantaba las pieles de lobo como si fuese la falda. Lo tuvimos que bajar y llevarlo a casa con su esposa. Estoy seguro que al siguiente día le pegaron una buena regañada.
—De haberlo visto… no hubiese enterado tan rápido por parte de mis informantes, que el viejo dragón por fin se comprometió con esa sacerdotisa quesera. Qué relación tan bizarra será esa, ella pensará que se está cogiendo a un dios. —Rhaizak compartía la afición de chismosear con su mejor amigo, siempre sacaban a la luz los rumores virales, y metían cizaña—. Comprendamos un poco a Baldurin, está alegre por qué será padre… ¿Tú para cuando, Clayton? Te siguen llegando bastardos sin confirmar de todas tus amantes.
—Y así seguirá… siempre me protejo, así que ninguno es mío. —Bebió otro trago el hombre—. Sentaré cabeza al tener donde caerme muerto o hasta que consigas aprender a usar una maldita tostadora… ambas suenan de un futuro lejano.
—La tecnología y yo no nos llevamos… para eso te tengo, pistolero. —Chocaron los tarros en celebración.
Drake avizoró a los múltiples guardianes dentro de la celebración. Muchos más de los que solían existir en la época actual. Clayton decía que la vida era mejor antes de la guerra civil, la comida y la bebida sabía mejor; la música enamoraba el alma, además de que las mujeres de esa época no necesitaban enseñar demasiado como para seducir y verse atractivas.
«Cuando la vida era buena…», Drake pensó en las palabras que repetía Clayton al delirar, tras ultimar un cartón de seis cervezas heladas.
El lugar que mostraba la grabación era el Palacio de platino. La edificación se constituía en una arquitectura industrial, de las que se levantaban torres vigiladas por pesados artilleros, se veían oscuros vidríales polarizados cual obsidiana. Un alto muro circular resguardaba la defensa, en bordes cubiertas de largas picas de las que sobresalían cráneos y costillares al puro hueso vivo pertenecientes a traidores a la orden.
—Lo que les pasa a los desertores… —Drake tragó saliva ante la posibilidad de huir de Lazarus.
El sonido retornó de un chasquido de dedos, solo que esta vez exclusivamente a la grabación. Las puertas dobles de la fortaleza se abrieron, de las que salieron dos grupos de personas a pie. En la primera fila llegó una caballería perteneciente a la casa Nemea Regulus acompañados por vasallos abanderados y aliados.
Todos montados en cuacos de distintos colores y al frente acompañado por su esposa, iba Carpoforo Nemea, el león dorado, sobre un Slephorsis, un corcel de prominente musculatura de pelaje azulado en rayas blancas, al igual que la abundante clin y la parte delantera del rostro. Un doble cuerno oscuro sobresalía de la frente, y ensombrecía la amarillenta mirada.
Aquel hombre lucía el porte de un noble rey guerrero, la descripción precisa de un brahamur. Llevaba una toga café adornada por un cinto de cuero, y una capa hecha con la piel de un león blanco, con la cabeza lanuda a la que le han amputado los cuernos, usándola como hombrera y los tres ojos azules remplazadas por gemas lapislázuli. Bajo el noble traje se difuminaba la ligera coraza dorada, creada en base a la capacidad de manipulación simbiótica, generando distintos diseños.
El rostro de Carpoforo destacaba por sus rasgos felinos, en piel caucásica. Un abundante bigote que conectaba a las patillas en la abundante caballera anaranjada. De ojos amarillos afilados, desbordantes de confianza y fiereza de un depredador Alpha, dominante de toda una manada. Por un instante Drake creyó que lo miraron, y se sintió cortado por unas garras invisibles de aquel orgulloso guerrero.
Los seguidores del león eran cambia pieles provenientes de distintos lares, desde las islas solares a las islas lunares y el frio norte de las tierras imperiales. Todos iban vestidos en pieles no solamente de bestias comunes, tomaban las de monstruos derrotados por ellos mismos, como muestra de su poder y el del clan al que militaban.
Sarah enfundada en piedras preciosa en un revelador vestido de piel reptiliana del basilisco, en el que enseñaba uno de los pechos, y encima de la cabeza una tiara dorada. Cargaba con el estandarte del que se veía la imagen oscura de una bestia jurásica de muchas cabezas en fauces ponzoñosas. “La hidra” el gremio fundado recientemente por Carpoforo, tras salirse de Las águilas de acero.
Cambia pieles integraban la pequeña organización, y con el tiempo incrementó en demasía con las ganancias el león había estado comprando tierras en las que ha invertido en el comercio de la carne, acercándolo a tomar la posición de noble; un titulo que visto como pequeño ante las ambiciones del león. Pretendía tomar el título de Primario.
Un segundo estandarte ondeaba en el grupo, no como un vasallo, si no como un aliado. El arlequín sangriento cargado por Rolando Bloaddclaw, siempre en esa arrogante sonrisa, seguro de sí mismo, y en un control total de la situación. De ganar Carpoforo, obtendría el puesto de archimago concejero de la nación; la mano derecha del primario.
El sector opuesto igualmente a caballo lo conducía un guardián de fina armadura tipo barroco, resplandeciente color blanco lechoso, que resplandecía al ser tocada por las luces de sol. Lo conocían como Seleifho Beitor, el guerrero de marfil, señor de Alto paraíso y maestro de “Los hijos de Munraimund”, una orden de elite de guardianes de una temática de caballeros similares a los Templarios.
Filas de guerreros en armaduras brillantes de diseños distintos escoltaban a su señor, y ondeaban la bandera del gremio: una flama dorada en forma de ojo y una pupila carmesí parecida a una gota de sangre. El ojo Munraimund y la sangre derramada de todos los guerreros en la construcción del país.
La esposa del noble guerrero se llamaba Oneir Ross, una mujer de cabello rubio bella y fina cual porcelana, de brillantes ojos azules. Iba en un sedoso vestido blanco de opulenta belleza y tenía que ir montada con la pierna cruzada en una silla tipo albarda. No pertenecía a los guardianes, pertenecía a la familia más rica del país. Un padre general del ejército, y una madre dueña de una empresa comercial de ropa.
El segundo mostraba una versión alterna del arlequín sangriento, de colores blanco y negro ondeado por el segundo candidato a archimago y el único guardián carente de armadura en esa facción.
Se trataba de un hombre de elegante sudario de académico, bajo una bufanda rúnica. Un hombre de segunda edad con una sonrisa que cortaba cual cuchillo. Destacaba en rasgos afilados, con oscuro cabello negro que llegaba hasta la nuca, y rasgados ojos avellana acompañados por un par de anteojos redondos. Iba al costado de su señor, cual ferviente concejero aspirando el cargo de la mano derecha. Respondía al nombre de Shia Bloaddclaw.
Los dos grupos frenaron la una delante la otra, separadas por una pesada maquina cónica, monitoreadas por dos operadores. De la punta se proyectaban unos hologramas de azul traslucido en los que se veía una cuenta regresiva en la que restaba un minuto de carga. El suceso se transmitía al país por una colmena de droides esféricos flotando en el aire, pertenecientes a la prensa conectados de manera inalámbrica a una red de antenas.
Se insertaron los botos de todos los habitantes del país, sin importar el nivel social. Al llegar a cero el contador marcó un numero superior del lado de Selei, quedando como el nuevo Primario por toda una generación.
Las ovaciones no se hicieron esperar, esperanzados de un mandato prospero y duradero de Selei, un hombre que se enfocó en endulzar el oído del pueblo, en las tierras marginadas al ser la población de mayor numero. Prometía acabar con la deuda externa, incrementar la posibilidad de empleo y bajaría los impuestos a mediano-largo plazo.
Las propuestas sonaban demasiado buenas para ser ciertas dentro de una facción de la comunidad de guardianes, entre las que estaba Carpoforo, inconforme por su derrota. El orgullo del león se nivelaba en su ambición, no se le conocía por ser un buen perdedor.
—Aquí inició la rebelión… —Declaró Drake—, con solo dos años de mandato autoritario y pintándole el dedo al código, bastaron para colmarle la paciencia a la mitad de los guardianes.
—Buenas intenciones o no… Selei quería restaurar el país atascado en deudas con el banco mundial a causa de las malas administraciones pasadas, generando una alianza con los Templarios a base de préstamos. —Anisha no parecía juzgar negativamente el actuar del primario—. Tenían mayor cercanía, como un amplio margen de territorio y riqueza.
—Riquezas de saqueos de las islas solares y lunares —dijo Drake.
—No actúes moralista, que eso no te queda. —Recriminó de brazos cruzados bajo los pechos—. Selei pretendía vender sus montañas de cristales a los Templarios, lo que bajaría la producción de guardianes mutados y tecnología avanzada. Seguí a Clayton al tomar el lado de Carpoforo… lo que no quitase que entiendo las razones de Selei. El pago a ese préstamo… fue el instaurar la fe del viajero como la iglesia dominante, lo que se distanciaba del código de Munraimund, al declarar la libertad de culto.
—Según lo que me contó Rhaizak, al principio la gente no se opuso… luego hubo el incremento de racismo, peleas de civiles y la perdida de fondos de estudios superiores. —explicó—, Selei quería subir el número de soldados normales, y obreros, por lo que bajó los apoyos a la academia y a las instituciones que formasen los oficios profesionales. Quería tener al pueblo sometido e ignorante. Lo que generó criminalidad.
—Lo que te puedo decir al haber estado en esa guerra… —Anisha pausó el tiempo, apuntó al león en la pantalla—. Se necesitaba una excusa… por lo que me contó Clayton; Carpoforo viajó a la capital a pedir una audiencia con Selei. Pretendía evitar que vendiera los cristales y aplacara la expansión de la fe Templaria.
» No se supo exactamente qué sucedió, solo que hubo una matanza que acabó con la vida de la mayoría de soldados que seguían al león, y este apenas logró escapar. Delató a todo mundo que Selei pretendía anexar poco a poco Trisary a la alianza Templaria, y meter a los guardianes a pelear contra los credos, aun cuando el primario lo negó, afirmando que Carpoforo intentó destronarlo. Cual sea la verdad… la suerte había sido echada
—El país se dividió en dos en una guerra tan brutal y sangrienta, que la comunidad de guardianes se redujo a un tercio de lo que era. —Drake comprendía que ahí caía en el dolor de Clayton, todos los amigos que perdió y a los que tuvo que matar por el choque de ideales—. Conservadores contra la nobleza que apoyaba a Selei para mantenerlo en poder, las elites se beneficiaban al tener a una de ellos como esposa del Primario, y al pueblo ignorante. Además de reducir el numero de guardianes con poderes… tendrían mayor control sobre ellos.
—Gremios se extinguieron y otros tuvieron que fusionarse para no dejar de existir. Vaya guerra, hubo muchas peleas dignas de recordar. —Anisha rememoró—. La trifulca final de Clayton con el lunático del Rojo bronce, seguido de su enfrentamiento con los asquerosos siameses Polux y Castor. Rhaizak retando a duelo singular a la vieja usanza al llamado viejo dragón, para evitar que dos ejércitos se matasen entre sí en Alto paraíso. Finalmente culminamos en el saqueo al Palacio de platino. De todos los años que he acompañado a tu viejo, esas memorias se quedaron grabadas a fuego en mi alma.
—Guardaste a partir de la guerra civil… —Drake bajó la cabeza, y una idea llegó cual explosión al cráneo—. ¡Ani!… ¿tienes memorias de mi padre en el tiempo que se fue de Arnold? ¿desde cuando tienes recuerdos guardados?
—¿Tiene relevancia?… —Anisha se encogió de hombros.
—¡Claro que tiene relevancia! Quiero saber… ¿Qué relación tenía con la bruja Scarlett Simphony? —Drake la tomó de los hombros, apretando al punto en el que la mujer emitió un quejido.
—Oye cálmate… —Lo apartó con brusquedad, en una irritabilidad creciente—. Vamos por partes.
—¡Tengo que saberlo! ¡¡Tienes que decírmelo!! ¡muéstrame la memoria que los relacionó en primer lugar, por favor! —Drake perdía el control a cada segundo, las respuestas se veían palpables, tan cerca y a la vez tan lejos, no pretendía soltarlo fácil. Enfrentaría esas respuestas, aun si tendría que sufrir por ellas, incluso la promesa de no venganza tambaleaba—. ¡He estado toda mi vida pensando que fue lo que ocurrió! ¡¿Por qué lo hicieron?! ¡¿Quiénes son realmente Scarleth y sus seguidores?! ¿Qué eran esos mutados que apoyaron a mi padre? «¿Quién fue mi madre?», esa interrogante no escapó de su mente, no supo la razón del freno.
—No, querido… —Negó con el dedo—, así no juego.
—¡¿Piensas que esto es un juego?! —La frustración se apoderaba del alma, apretó los puños con fuerza cercano a usar métodos más físicos, olvidando que estaban en un plano mental. Las flamas esmeraldas ardían aceleradas en enloquecido pulso, y los impulsos acabarían por devorarlo—. ¡¿Tienes alguna idea de lo que me ocurrió?! ¡Hubo noches en las que no podía dormir, pensando que fue lo que realmente sucedió en Arnold!
—Necesito una moneda de cambio para tenerte a raya, niño. Así de simple. —En una frialdad se mostraba despiadada ante la demanda del guardián, cuyos ojos esmeraldas ardían en flamas enfurecidas.
—¡¿Me estás jodiendo?! —recriminó fuertemente, sentía que le estaban tomando el pelo—, me pones la miel en los labios… ¿solo para mandarme a la mierda después?
—Realmente me preocupas y si queremos… —El comentario de Anisha es cortado de cuajo por un quejido doliente de Drake, tanto que se abrazó así mismo y se agazapó al contener un retorcijón en las entrañas.
—N-no me siento… —Taciturno las palabras surgieron temblorosas. Inconscientemente la boca dentada del yelmo se abrió al hablar.
—Mierda… —Anisha chasqueó los dedos retornando a fuera de la casa, pensando que el traerlo a un ambiente agradable se calmaría.
De golpe los pesados gusanos voraces surgieron de golpe desde la espalda, y en una fuerza que puso de rodillas al guardián. Las fauces de las bestias gemelas se abrieron justo delante de la expectante Anisha, y Drake por un segundo pensó que intentarían devorarla, por lo que trató de detenerlas al erguirse tambaleante al ser consciente de que los comandos no servirían.
—¡Esta vez no! —Farfulló al retroceder al saltar hacía atrás, lo más lejos que pudiese de Anisha, ignorante de las verdaderas intenciones de gusanos.
En la velocidad del empuje de las fauces abiertas, se derramaron múltiples hilos de un líquido rojo y negro de una conciencia compartida, al unirse en el aire a alarmante velocidad forjando una nueva entidad que tomó una encarnación conocida. Se trataba de una versión monstruosa y grotesca de la armadura de Drake, una copia de tres metros hiper corpulenta en una coraza cubierta de pichos; garras en manos, y pies, con brazos alargados que topaban el suelo y un morro dentado de prominente quijada la fusionar la gargantilla.
—¿Có-como es eso posible? —Los gusanos en la espalda de Drake retornaron al interior del cuerpo, dejándolo levemente aturdido en el suelo y de la pura impresión de encontrase ese reflejo roto, pudo recuperarse.
—¡Muéstrame quienes son ellos realmente! —El Doppler tomó Anisha del torso con ambas garras, y la acercó a su cara, de tal forma que pudiese respirar el fétido aliento del que se estiró una largada lengua negra—. ¡Dime quienes fueron y donde encontrarlos! ¡Muéstrame que relación tenía padre con la puta de Scarlett y el por qué trajo el infierno a mi vida!
—Consíguete una menta… —Anisha puso una mueca de asco.
—¡No tienes idea de cuanto he fantaseado por esto! —Drake sorprendió al reflejo, colisionando un golpe en la sien por lateral derecho, usando el puño vuelto un martillo.
El impacto hizo que Anisha se resbalara de los dedos, y esta pudiera tomar distancia al batir las alas, solo para atestiguar como los dos guerreros carmesíes se confrontaban, en un intercambio de golpes que se movía a velocidades inhumanas al distanciarse de la casa, convertidos en gemelos relámpagos sangrientos y flamas esmeraldas que chocaban mutuamente, levantando las hojas de tierra desgarrada. En un reflejo puramente humano, evitaban generar daño al lugar que alguna vez llamaron hogar.
El escape abrupto del agarre, mermó el equilibrio de Anisha y descendió torpemente culminando de rodillas obligada a poner las manos con tal de no golpearse la cara. En respiración agitada, la presencia del sombreó ángel se distorsionó en un breve instante, cual fallo en la realidad. Posó las manos en la frente, tratando de concentrarse en mantener la conexión y la seguridad en la misma.
—No… si sigue así… vamos a correr peligro —murmuró el ser alado con la mano en la frente.
Comments for chapter "48"
QUE TE PARECIÓ?