EL ASESINO DE DIOSES (Volumen 1) - 50
El perfecto horario de estudios de Liliana quedó mellado, remplazado en una actividad en la que perdió la practica: la costura. Con el objetivo de que aprendiera a reparar sus guantes, Mahou enseñó a su hija a tejer. Remplazó la lana por sus propios cabellos; un elemento vinculativo que reforzó el sello.
En esa tarde no reparaba los guantes, ni creaba nuevos. Supo que pronto se vendría el juicio, y tenían a los habitantes del palacio tensos, fundamentado la excusa de la necesidad de un presente que los acólitos se relajasen.
Decidió manufacturar pequeños peluches de la corte de la reina de corazones, rellenos de algodón hechos a mano. Solicitó a Luxyana que diera algunas fotografías de los acólitos. Acostumbraban a posar con sus tropas cercanas como recuerdos.
Cabían en la palma de la mano los muñecos de ojos de botones, cocidos al introducir y sacar la aguja. Melody se mostró entusiasmada por la idea, así que se acomodó a su lado. Por primera vez Liliana sintió una compañía amistosa ajena a los padres.
—Cuando era niña, mi mamá me enseñó a hacer mis propias muñecas. ¡Es una actividad emociónate! —Los ojos de Melody se iluminaron al compartir algunos concejos, sobre la decoración para que las muñecas sean lo más cercano a la imagen a representar, además de que lucieran adorables.
—El cabello de Griselda es realmente bonito… necesito material rosa. —Liliana se contagió por la euforia, dejándose llevar por la actividad y el tiempo fluyó cual agua.
Luxyana a regañadientes traía materiales nuevos, y algunos bocadillos. La amargura pesada arrugó la faz, al atender lo que a su sentir se mostraban como dos princesas caprichosas que no sabían otra cosa que pedir. Ya no tendría con quien soltar sus quejas.
Un disfrute autentico recorrió a Liliana, y apropósito bajaba el ritmo con tal de seguir conversando con Melody, quien compartía anécdotas de su vida en Despertar bravura; una ciudad libre bajo el yugo de la alianza.
Una tierra pantanos al sur de Lazarus, ocupada por los Templarios en la que habitaban en su mayoría mestizos, además de una amplia flora fauna y flora de distintos indoles; peligrosas como hermosas. Se veían aves de colores volar de los árboles, vistas desde los botes por las que la gente se desplazaba, atentos a la presencia de cocodrilo, skongs, abotargados, raptores y seres del verde.
Decía que su padre fue un joven que se enamoró de una nativa que pertenecía a los Trigaris, una alguna vez leal a Dragnnis. Al finalizar la segunda titanomaquia juraron lealtad a los Templarios, otorgándoles una parcial autonomía y la salvación de una subyugación siempre que pagasen tributo.
El tío abuelo de Melody ostentaba el rango brahamur y el puesto de terrateniente, una casta por debajo de los altos señores nobles llamados barones. Aun cuando el credo del viajero se veía una obligación salvaguardando aspectos culturales de la tribu como parte del trato, en secreto la gente seguía adorando a los antiguos dioses a la espera del levantamiento en armas.
Al ser mestiza tuvo un nombre dado por el progenitor de la teocracia, con ciertos lujos y libertad en esas tierras, hasta que estalló la rebelión. El abuelo murió en el levantamiento, dejándole el cargo a su hijo mayor, Cotleck Trigaris el jaguar del espejo negro, un bravo señor de la guerra conocido por su temeridad de los candidatos a ocupar el puesto de Risha o de Alpiel.
Melody no poseía capacidades de cambia pieles, ni nada por el estilo. Una simple chica humana de rasgos faciales felinos, no muy distinto a la altura o colores de pelo extravagante de algunas personas ante una herencia genética alterada.
—Los Templarios son hipócritas… —Mencionó Melody—, pueden esclavizar y masacrar a todos los que no se someten a su credo, inclusive a su propia gente.
» Les gusta tener sometidos a los que se parecen más a ellos, y se aseguran de que sean los que estén en demasía, mientras que a los cambia pieles los ponen el frente de guerra como un sacrificio. Pero si les sirves pueden darte «amnistía», para que trabajes para ellos y mayor sea utilidad… más libertades te dan. Los Trigaris eran de las tribus más poderosas, por lo que tenerlos contentos por varias generaciones conservando su fuerza a un nivel controlado. Los iban a disolver una vez que dejasen de aparecer cambia pieles, debido a que plantaban drogas en los suministros que llegaban a darles que afectan la natalidad.
—Toleran a los perros de los militares que llaman guardianes… ¿Por qué no hacerlo con otros? —Luxyana intervino—, era otro gueto más bonito… tu abuelo tenía un puesto de mando, limitado a esa ciudad y obedecía ordenes de los uniformados del más bajo rango.
—Al final se levantaron… —Siguió Liliana remendando las extremidades de Griselda—, ha explotado muchas rebeliones a lo largo de los dominios de la alianza quebrada, en especial en las colonias. Tenemos una alianza indirecta con todos ellos, de ganar antes de que finalice la invasión del Libre pensamiento al imperio… bajo la mano de mi madre habría prosperidad. «Quizás en un mundo así… no exista el miedo a que siga encerrada».
—Cuando esta guerra termine quisiera abrir algún restaurante, en el Lazarus que su majestad va a crear. Usted princesa y Luxy van a ser de mis socias ¿verdad? —Llamó a su cómplice en un leve golpeteo con el codo—. Bueno… no sé si se seguirá llamando Lazarus… tal vez Nueva Drakonis… Dragnnis o Krowler.
—Si hay dinero de por medio y seguridad… —respondió a secas, lo que no perturbó la emoción genuina de Melody.
—Me encantaría… —Liliana escuchaba atentamente en una expresión alegre, y casi podía asimilar que tenía a una amiga separada del trato de amo y sirviente.
Tal hecho creaba cierta culpabilidad, al ser ese gesto aparentemente noble una máscara de su búsqueda de la verdad. Planteó la idea de agregar una bolsa de dulces, y una carta con palabras de aliento acompañando a las muñecas.
—El señor Natch necesita más relleno en sus brazos. —Melody no rompía el enfoque en que cada muñeco quedara perfecto, adorables y dignas representaciones.
—¿Qué tal si le pongo un botón morado y uno verde en el muñeco de Risha?
—No lo sé… sería un poco ¿de mal gusto?
—Mal gusto es que la deje con un solo botón.
Liliana se encogió de hombros, en refulgente sonrisa de la que salieron cantarinas palabras. No tenía suficiente sangre fría como para eso. Esperaba al menos molestar un poco con su nota que decía: «Si te sientes cansada y perdida, retorna al verde donde encontrarás la amada paz que necesitas, y donde mejor te desempeñas». La empujaba a regresar a la batalla a morir como tanto deseaba, bajo el influjo de la hoja diabólica.
La marioneta que se finalizó primero fue la de Nyx. La hizo tal cual con el vestido negro revelador, formó el casco de tela acolchada como un pequeño cojín. El cuerpo esvelto en el que se concentró en rellenar el busto, ante la mirada perturbada de las sirvientas.
Posteriormente lo hizo con la muñeca de Mahou en la que se acabó el material, bajo un impulso desenfrenado por perfección, detalló esa muñeca a un nivel que se sobreponía a la simpleza de las demás. Melody y Luxyana la tuvieron que someter, llevándola a descansar unos minutos, para que no siguiese con esa tarea que incomodaba.
Liliana conocía lo perfeccionista y controladora de su madre, por lo que debía entregarle algo que le hiciese justicia. La veía como lo magnánimo, aquello a la que espiraba a convertirse de lograr superar las idiosincrasias, y grilletes pútridos de una maldición que la mataba de a poco.
En la noche anterior en la que ideó toda esa estratagema, Liliana hizo borradores de la nota de Nyx, en la que concluyó en poema básico y sin mucha gracia, compensándolo al cumplir su propósito:
«Oh mi rosa de obsidiana, en tu sombra llena de luz caía prendida por la libertad que emanaba, me sacó de la profunda nada donde me encontraba. La obsidiana rosa brillante siempre eterna en la que busco respuestas. Tan misteriosa como hermosa, en tu corazón dejo mi palabra y mi llamada entre suave blanca nieve bajo el manto de una piel falsa. Oh rosa de obsidiana, escucha por favor mi mensaje, enséñame de tu palabra y sácame de la oscura ignorancia en la que me han dejado cegada.»
Esperaba que descubriera el mensaje oculto. En el interior de la marioneta ocultó una segunda nota, del que relataba la petición de que la fuese a buscar en el laboratorio un día antes del juicio al atardecer. Liliana lo hizo así en el caso de que las sirvientas se pusieran a leer los mensajes, y la delataran.
—Creo que podemos saltarnos a Alpiel… —Liliana le resultaba algo grotesco el abismal, nunca se mostraba la forma humanoide en las fotos.
—¡Tonterías! Lo consideraré una buena señal de respeto hacía su madre. Ella amaba a todos sus acólitos. —Insistió Melody en confianza—, lo dejaremos al último por ser el más difícil. Vamos por Dimitri.
—El hermano de Griselda, si… es bastante lindo. —Los colores se encendieron por la belleza de ese hombre de suave rostro delgado, un príncipe de ensueño digno de porte de bravo guerrero.
Al tomar la aguja hizo un movimiento que pinchó el dedo traspasando guante y piel, sacando un chillido quejoso en la muchacha.
—Señorita tenga cuidado… —Llamó Melody al colocar los materiales en la mesa. La afable serenidad acabó extinguida en la morena, arrugando el entrecejo en una mueca de disgusto.
—¡Carajo, Mel! Ve al baño… —Luxyana se tapó la nariz, adormecida por el asco—, te estás pudriendo.
—¡Te juro que no fui yo! —protestó entrecortada por tosidos ahogándola y obligada a cubrir la boca—. ¿Qué es eso? Huele… como a… cadáver y excremento.
—Mil disculpas… —Apenada Liliana salió disparada de la silla, sin esperar respuesta. Tomó la mochila y se introdujo en el sanitario, cerrando con seguro—. Que torpeza… una fuga.
Se llevó consigo la aguja que la había pinchado. Al observarla de cerca se percató de como la entropía acabó por consumir la mitad del metal que se introdujo en la prenda, y la partió entre sus dedos en oxidados pedazos diminutos.
…
Al terminar todas las muñecas se ordenó a las sirvientas a repartir los obsequios a como diese lugar. En los próximos días en sus horarios de estudios llegaron visitas de agradecimiento. Dimitri y Griselda fueron los primeros intercambiando una caja de chocolates, en todo momento evitaban tocarla; en un trato adecuado y cortes en el que mantenían la distancia. Esa presencia duró poco.
El mensaje de agradecimiento de Natch vino por parte de Melody, indicando que vendría a darle una visita en cuanto tuviese tiempo. El acto se repitió en Zagreo al mandar a Luxyana, cosa que Liliana ya se esperaba.
Thorken vino en persona a agradecer a su hija, denotando que su marioneta la hizo de mayor tamaño y con muchos detalles en la armadura, además de que la carta donde lo describía como un peluche viviente lo enterneció.
Se dio un pequeño tiempo en el que se sentaron a conversar de sus días y con unas tasas de té. Thorken contó sobre cómo ha estado organizando el sistema de seguridad de la ciudadela, y Liliana mencionó que se ha concentrado en aprender de la historia de Lazarus. El disfrute de esa convivencia la hizo dudar de su actuar, al investigar lo que ocultaban de ella, más no la frenó lo suficiente.
«Ellos realmente me aman ¿por qué busco realmente desobedecerlos? ¿Qué tanto me han ocultado?», venían a ella aluviones de dudas bajo las sábanas, arrastrada al océano onírico dividido en dos mundos: los sueños del lobo y el laberinto biotecnológico.
El día siguiente se apareció Mahou sorpresivamente cargando dos muñecas, la de ella y Alpiel. Liliana no esperaba encontrarse a su madre por causa de los regalos, debido al próximo evento y los preparativos requeridos bajo una atención estricta.
Agradecida por traerle ánimos abrazó a la hija, y como siempre dio algunos concejos para que mejorase ese trabajo próximamente, resaltando que exageró demasiado en las proporciones que la resaltaban. Apenada se carcajeó cuando por dentro estaba que se la tragaba la tierra.
De Risha vino un simple gracias de regreso en boca de Luxyana, incomoda por haber ido a esos aposentos custodiados por guardias tras la escena pasada. Liliana hizo el presente de la druidesa por puro compromiso, igualmente se guardaba la molestia de querer seguir con la fachada. En el día prometido las horas se hicieron eternas, toda actividad caía en ansias y poca concentración al ser sobrecogida por una vorágine de cuestiones.
«Nunca me mandó ninguna contestación, fuera de un gracias a distancia. ¿Se molestará a analizar el poema? ¿siquiera lo habrá leído? ¿le importaría? Tiene que hacerlo… soy su princesa… bueno no exactamente, pero… por educación debe hacerlo, ¿y si no?», cercana a finalizar sus horarios de estudio y solicitó un poco más en el laboratorio.
En un esfuerzo por calmar la mente, se ocupó en leer la historia de la segunda titanomaquia; específicamente de Difasteimus Vulcanus. La lacra de la longevidad, las batallas internas y los enemigos rodeándolos redujo la ya abatida población de los dragones considerablemente, replegados por el mundo vueltos en apenas un centenar bajo una filosofía:
Entre muchos de los nuestros somos comunes, y entre seres inferiores somos superiores. Por lo que poco era visto muchos dragones en un solo punto; comúnmente gobernantes de una o varias ciudades que fungían como pequeños reinos cuyos nobles rendían cuentas y protección de los titanes jurásicos.
Antes de los credos no existía una supremacía fija, el poder de la teocracia se limitaba por la presencia de los señores dragón, por lo que tenían que formar alianzas con alguno de estos para mantener resistencia y la red del Archivo daba sus primeros pasos. Un reino se resumía en una ciudad amurallada, algunas tecnológicas y otras de pirámides antiguas construidas a la vieja usanza.
Conflictos entre las ciudades iban y venían, desterrando a los criminales a morir en la intemperie o unirse a caravanas de nómadas en las tierras salvajes dominadas por plagas de aberraciones peor que en los tiempos contemporáneos. El laburo de guardián se definía como un suicidio, y sus números decrecían de unos cuantos, por lo que el reclutamiento apenas tenía entrenamiento de un año, con el uso de las mutaciones como una obligación.
Se contaba que el ultimo señor de los dragones no pertenecía a ningún clan conocido, llegó de la nada con un puñado de seguidores en los tiempos oscuros de los dragones. Los archivos históricos describían a Difasteimus como un rey guerrero de piel cobriza de hombros anchos y porte poderoso que imponía con la mera presencia; todo lo contrario, a un monarca en el sentido clásico de la palabra. Se ganaba el respeto de sus propios guerreros al ir al frente de cada batalla. De ojos de reptil color purpura, alto de complexión hercúlea y de rostro agraciado que sacaba el suspiro en las doncellas. Cabello platinado cual luna del que derramaba un mechón que cortaba la frente.
Llevaba una armadura escamada hecha con extremidades de dragones derrotados, poseía una fuerza y resistencia superior a cualquier dragón. Una corona negra con rubís incrustados, hecha de tal forma que representaba los cuernos de su otro yo.
Podía volar sin la necesidad de sacar las alas, al dominar la magia de vuelo y pocos materiales podían atravesar sus carnes; autoproclamado como un ser invencible y su fama dio honor a esa característica.
En la seguridad se asentaba la paranoia, por lo que iba blindado en corazas y fibras en cada instancia, a sabiendas de que existían métodos para matar a un dragón fácilmente de tomarlo por sorpresa.
Unificó a la mayoría de los señores dragón, por medio de su fuerza y un carisma sin igual con una voz de hierro. Dirigió una conquista a lo largo del continente de Grishland, objetando la creación de un poder absoluto y salvar a los seres consientes de las monstruosidades que habitaban las tierras salvajes.
Levantó un imperio desde las cenizas de un mundo muerto, proclamó sus tierras con el nombre de Dragnnis y el imperio ascendió a ser Drakonis, como simbolo de unión de los dragones.
—La tierra prometida de los dragones, Dragnnis.
Un mito contado de generación en generación. No existía un origen oficial de los relatos de dicho lugar, historiadores del Archivo postularon la posibilidad de remontarse a la edad de los dioses, la época de la gran civilización y de conocimientos perdidos.
Lo nombraban a una península en el océano del ocaso, al norte de Phaladis. Relataban que fue devastado por alguna erupción volcánica, y otros que algo distinto sucedió. Que dicha tierra no pertenecía al mundo conocido. Los dragones perjuraban que venían de un lujar alejado, demasiado para la propia comprensión mortal, y arribaron por un océano siniestro de aguas sin sal, en un viaje que culminó en una puerta luminosa; la gran convergencia.
—Señorita… —Luxyana la abordó sacándola de la soñolencia—, la señorita Nyx solicita verla… le digo que…
—¡Le digo que espere! —Melody iba detrás la bruja de andar recto, frenado justo delante del escritorio—. La señorita Liliana debe decidir si está disponible para atenderla, ella se encuentra en sus horas de estudio.
—Creo que su majestad puede… tomarse unos segundos para recibirme. —Los labios negros de Nyx brillaban maliciosos, en ese rose de palabras extasiados, casi sin aire. Al ser la parte baja del rostro lo único que no tapaba el casco, generaba un desasosiego en Melody—. No le quitaré mucho tiempo.
—¿Nos daría un minuto a solas, chicas?
—No creo que sea…
—Lo que usted desee… —Luxyana interrumpió tajante a Melody, para posteriormente llevarse arrastrando al jalarla de la mano, tan solo para susurrarle al oído lo último que ha escuchado del personal de limpieza—: Te tengo un chismecito de los gordos… ¿sabías que lord Zagreo es el pasivo?
—Por favor tenga cuidado… —Melody no dejaba de mirar atrás, hasta que dejó el laboratorio y que la puerta se cerrase atrás de ellas.
—Agradezco el presente que me ha dado. —Nyx reverenció en mano puesta en el corazón. La cabeza se levantó y el visor polarizado de color platinado era tan pulcro que Liliana se reflejaba, alzándola un escalofrío helado que escaló la espina y el escuchar el descaro en esos burlones labios oscuros declaró que no había marcha atrás—: y ese poema… me resultó intrigante.
—Le puse mucho empeño, tengo entendido que formó parte del aquelarre original de mi madre… por lo que son amigas intimas. —Levantándose de la silla, Liliana tragó saliva en un bamboleo azotando la caja torácica. Nunca había visto algo como Nyx, la personificación del hedonismo en el lado sombrío—. La última vez que nos vimos no pudimos conversar adecuadamente, ese encuentro me inspiró para el poema. Ya que usted está aquí, por favor…
» ¿podría ayudarme con unos libros? Tienen unos escritos sobre el Basar de los huesos… que no logró comprender, y alguien de su eminencia podría resolverlo. No quisiera molestar a mis padres, mucho menos que se percaten que tengo deficiencias, sería vergonzoso…. por favor sígueme.
Liliana hizo un ademán con la mano, en la que apuntaba a las cámaras de seguridad. Conocía un punto ciego en el laboratorio a donde pretendía llevarla.
—Te pareces tanto a Zagreo… —Nyx se carcajeó apartándose, para darle paso al liderazgo de Liliana—. Bien… te sigo.
Liliana iba al frente, en el recorrido por el laberinto de estantes fijaba la vista a sus espaldas a través del rabillo del ojo. Siempre encontrándose con el reflejo del casco de la risueña mujer de manos puestas atrás de la cintura, siguiéndola a paso despacio en altos tacones negros, retumbando en eco en el laboratorio.
—Es aquí.
Apoyó la espalda en uno de los libreros, asegurándose de no tumbarlo con el peso. En mano sobre el pecho respiró hondo, tenuemente aliviada de haber superado las cámaras de seguridad además de tener vigilada a Nyx en todo segundo.
—No deberías hablar con gente extraña en lugares así… apartados del ojo protector, querida. —Nyx no desaprovechó la oportunidad de burlarse—. Podrían hacerte algo muy… pero muy desagradable.
En ese instante se percató de lo que estaba pasando, no carburó antes que al estar en el punto ciego daba libertad a la bruja de cometer algún acto.
—Usted… usted no…
Las palabras se cortaban en la garganta, tragadas por un abismo de remordimiento y sangre helad. En ojos puestos en el reflejo del yelmo. Inconscientemente retrocedió golpeando el librero, el cual tembló y la sobresaltó pensando que iba a causar el efecto dominó que nunca se ejecutó.
—¿Te parezco extraña? —Se apuntó así misma y se hizo la ofendida en una dramatización exagerada—. Pensé que íbamos a volvernos amigas.
—Respuestas. —Liliana se decidió ir directamente al grano, tras acumular las suficientes fuerzas.
—Esas no te las puedo dar… —Se encogió de hombros—, fuera de este acto, sé que eres bastante lista además de innecesariamente precavida. ¿mensajes en poemas y en las entrañas de un muñeco?
» Vaya locura, pudiste simplemente acercarte a mí cuando hago mis caminatas en el jardín… además las cámaras de seguridad no graban audio al no tener micrófono. Lo sé por una conversación que tuve con Thorken que es el encargado, pudimos quedarnos en ese lugar sin muchos problemas. Lo que te diga no vas a terminar de creerme, por lo que no pienso perder el tiempo.
—Vengo con la mente abierta… —La gula de conocimiento se comparaba a lo caprichosa que podía llegar ser—. Póngame aprueba.
—La verdad que deseas no saldrá de mi boca. —Negó de nuevo—, si buscas algo que vas a creer sin dudarlo… búscalo de los señores de este palacio.
—Ellos nunca me lo dirán… —Liliana se impacientaba, no albergaba poder que sometiese a la bruja y la impotencia devoraba poco a poco las entrañas.
—Nunca dije que lo escucharía de sus propios labios… —La invitó a resolver un acertijo, una broma que únicamente ella conocía y retenía la carcajada en los dientes blancos.
—Eso… no tiene sentido… —Liliana veía una incoherencia sin salida.
—Piénsalo… —Levantó el dedo captando la atención—, pretendes descubrir una verdad resguardada en el más estricto secreto… ¿Dónde tus padres guardan sus secretos?
—La sección prohibida… —musitó petrificada al conectar los puntos—, ¿estás segura de que puede estar ahí?
—Puede… es una posibilidad, pequeña. —Nyx dio la media vuelta, marchándose del lugar—, es cosa tuya si tienes la voluntad necesaria como para descubrirlo por cuenta propia. Lo único que puedo recomendarte… es que rompas todas sus ataduras lo más que puedas. Aquello que verás te va a sacudir… y no querrás tener cadenas estorbándote.
—He dejado las pastillas… —Esa revelación frenó el paso de Nyx.
—Interesante… —Inclinó la cabeza por encima del hombro—, ¿Cómo te has sentido?
—Me siento… —Liliana se detuvo unos segundos, analizando los cambios de semanas posteriores a dejar el tratamiento. Observó las manos enguantadas que abrió y cerró, en pleno énfasis en el sello que las retenía—. Con algo más de energía… no he tenido mis desvanecimientos. ¿Cómo diablos voy abrir la puerta si está trancada con sellos mágicos?
—Descubriste el primer paso ya… —Nyx alentaba el enfoque constructivista de Liliana, mostrándose como una especie de guía en su actuar—. Estoy segura que el segundo y tercero los encontrarás por cuenta propia, únicamente tendrás que pensar un poco fuera de la caja si quieres salir de esta… juega bien tus cartas y ganarás. Si te sirve de consuelo, estaré rondando cercad de ti… tendrás una aliada, siempre y cuando sepas moverte en silencio. No querrás hacer enojar a tu madre.
—N-no puedo hacer esto yo sola. —Dudó en temblé tambaleante. Antes había aceptado la convicción de moverse por si cuenta propia, acabando por chocar de frente con la sección prohibida cerrada por hechizos mágicos.
—Ya te pareces a Zagreo y Thorken —Nyx se inclinó a la altura de Liliana, la tomó de la barbilla para que ambas se miraran. Ese gesto incomodó a la rubia y apartó el semblante levemente—. ¿Quién dice que no puedes ser un poco más como Beatrice? A ella se le da muy bien el hacer que las personas a su alrededor hagan lo que ella quiera. Me tiene aquí.
Liliana nunca sufrió un castigo implacable de los padres, afamados por ser gobernantes duros y crueles de una armada de seres de inmensos poderes. El cómo penetrar esa sección prohibida y las consecuencias de ser descubierta, garantizaban una reprimenda inimaginable. Arrebataron un año de vida a su propia hija por supuestamente ayudar, no imaginaba lo que ameritaba la punitiva a una rebelión.
Esos pensamientos de duda la atraparon en insomnio, apresada en la las sábanas usadas de refugio. En las horas que trazó el plan. A sabiendas de la celebración del juicio, el personal de la ciudadela se enfocaría en dicho evento, lo que le daría tiempo de andar a sus anchas; por lo menos unos minutos fuera del rango de los pasillos permitidos.
Pretendía ubicar la armería, específicamente la sección de artilugios mágicos y sacaría unos naipes rompe hechizos y unos de sello. No heredó las capacidades mágicas, lo que no la apartaba del conocimiento de cómo usar esos artilugios.
Arte: Robin Sempai, rincón de zair y hatmaster.
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